Daisy Ridley: la última guerrera de Star Wars
LOS ÁNGELES. "Honestamente no sé como superé ese día. Fue toda una locura. Para empezar el rodaje volé a Abu Dhabi. Nunca había estado en los Emiratos Árabes. Había mucha gente en el set. No tenía idea que trabajaba tanta gente en una película. No sé como lo hice. Apliqué el «finge hasta que lo consigas», supongo", dice Daisy Ridley cuando se le pide que haga memoria para recordar aquel día, hace más de cinco años, en el que se paró por primera vez ante las cámaras para interpretar a Rey, la protagonista de la última trilogía de Star Wars, que concluye con El ascenso de Skywalker, actualmente en cines. Aunque la actriz británica tenía alguna experiencia en TV y una película en su haber, cuando comenzó a trabajar en El despertar de la fuerza se dio cuenta que tenía todo por aprender sobre la industria del cine. Y que no había mejor escuela para hacerlo que el universo creado por George Lucas y retomado por J.J. Abrams.
El crecimiento de Ridley fue también el de su personaje que comenzó como una huérfana en un planeta remoto con un talento oculto como piloto y terminó –alerta de spoiler– como heredera de la dinastía Jedi que atrapó la imaginación de los espectadores de todo el mundo hace más de cuarenta años.
"Haber tenido la suerte de formar parte de este proyecto me dio confianza en mí misma y en mis habilidades. Tenía solo 21 años cuando empezó todo esto y en aquel momento, sentir que lo que yo tenía para decir le importaba a los demás, fue impresionante. Personal y profesionalmente me sentí respetada y experimenté lo que significa ser parte de algo que va mucho más allá de mí", cuenta la actriz sonriente, durante el encuentro con la prensa internacional del que participó LA NACION.
De actriz debutante a protagonista de una saga con millones de fanáticos, Ridley no solo tuvo que entrenar durante meses para lidiar con las escenas de acción, los sables y las inclemencias del tiempo durante el rodaje de El ascenso de Skywalker, sino que a ella también le tocó enfrentar el interés, a veces obsesivo, de los fans. Y estar en el centro de la polémica cuando se trató de dilucidar el origen de su personaje.
"Cuando se estrenó Star Wars: Los últimos Jedi, en 2017, todos hablaban de la identidad de los padres de Rey. Yo no entendía cuál era el gran problema. Ahora comprendo más el interés porque la historia va hacia otro lado", comienza la actriz y pone pausa, porque sabe que debe evitar el spoiler acerca de su identidad y la molestia de los más susceptibles seguidores de la saga. Esos que esperaban con ansiedad la revelación de los orígenes de Rey y no se sintieron demasiado felices con la resolución que le dio al tema el director Rian Johnson. "Supongo que todo el tema tenía que ver con el canon de Star Wars y lo que se espera de la historia. Mark (Hamill) me contó que él vivió algo parecido, porque el público no creía en un principio en la gran revelación sobre el vínculo entre Luke Skywalker y Darth Vader de El imperio contraataca. Y que las dudas persistieron hasta la siguiente película, El regreso del Jedi. Hoy eso nos parece imposible porque aquello de «Luke, soy tu padre» es uno de lo momentos más recordados de la historia del cine. A decir verdad, con respecto a la historia de Rey, siempre me interesó explorar más la idea de la familia por elección y por eso me parecen más interesantes esos vínculos que el personaje fue construyendo como adulta que su linaje biológico", explica Ridley, que estableció un lazo tan profundo con Hamill que a la hora de decidir qué souvenir llevarse como recuerdo de toda la trilogía, eligió la empuñadura del sable Skywalker.
"Pero sepan que no me lo quedé sin permiso. Al contrario. Kathy Kennedy –presidente de Lucasfilm– me dio su autorización por escrito", revela la actriz, que no deja de destacar lo mucho que el director J.J. Abrams la ayudó a superar todos esos momentos en los que la expresión del arco emocional de su personaje la preocupaba demasiado.
"J.J. me decía que confiara en lo que me pasaba en el momento. Si funcionaba en la escena, me repetía, iba a funcionar en la película. Siempre confié en él; estuvo abierto a sugerencias, a que estuviera cómoda con cada una de mis líneas de diálogo. Es una persona abierta y colaborativa. Me sentía muy segura trabajando con él y creo que uno hace mejor su trabajo si se siente seguro", se entusiasma Ridley, que dice no acordarse mucho del rodaje de Los últimos jedi cuando se le pregunta por su experiencia trabajando con Johnson. Sabe que aun lo que no diga será interpretado por los fanáticos en términos del cisma entre quienes defienden y quienes defenestran lo que hizo el director de Entre navajas y secretos con la historia en Episodio VIII. La actriz prefiere cambiar rápidamente de tema.
De lo que prefiere hablar Ridley es de la emoción del último día del rodaje de la saga, cuando primero presenció la escena de despedida de John Boyega y luego le tocó filmar la suya. Un momento conmovedor, recuerda, que por suerte coincidió con uno similar para su personaje. Pero más allá de ese final con lágrimas, abrazos y promesas de que "no se corte", dice la actriz que una de las cosas que la enorgullecen de estos años, la que más recordará, es la filmación de la gran pelea entre su personaje y Kylo Ren (Adam Driver), punto de quiebre y resolución del vínculo entre ambos que comenzó en Episodio VIII y concluyó en esta película.
"Filmamos esa secuencia durante seis días y yo hice todas las escenas de riesgo. Me siento muy orgullosa de ellas. Antes de empezar la secuencia pensaba que no iba a poder. Pero lo conseguí. Confieso que nunca me entusiasma demasiado ver algo en lo que yo actúo pero en este caso, por todo el trabajo fantástico que hizo todo el mundo, estoy entusiasmadísima", termina Ridley que, por unos segundos, deja de ser la actriz que interpretó a la valiente Rey para convertirse en Daisy, una de las tantas fanáticas de Star Wars lista para ver la conclusión del épico y galáctico relato.
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