Quentin Dupieux es uno de los últimos directores en aplicar un lenguaje propio a su mirada sobre los materiales; en este caso se nutre de cuatro intérpretes para darle vida a Dalí en una secuencia que reproduce el método “paranoico-crítico” del biografiado
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Daaaaaali! (idem, Francia/2023). Dirección y guion: Quentin Dupieux. Fotografía: Quentin Dupieux. Edición: Quentin Dupieux. Música: Thomas Bangalter. Sonido: Alexis Place, Guillaume Le Braz. Elenco: Anaïs Demoustier, Gilles Lellouche, Édouard Baer, Jonathan Cohen, Pio Marmaï, Didier Flamand, Romain Duris, Agnes Hurstel. Distribuidora: Z Films. Duración: 77 minutos. Nuestra opinión: muy buena.
De la abundante producción cinematográfica que despliega el genio inagotable de Quentin Dupieux, seguramente esta mirada a Salvador Dalí sea su mejor película. Eso no significa que sea una experiencia absolutamente inolvidable, uniformemente consistente o fácilmente comprensible pero sí, que permite disfrutar del humor absurdo de uno de los pocos cineastas que, desde esa herencia o inspiración surrealista, se permite desarmar y desafiar al cine contemporáneo con propuestas narrativas originales. Por eso, este Dalí que se expande como una exclamación de seís vocales desde el título no tiene cercanía con las propuestas que en la materia hicieron que desde Ben Kingsley, Robert Pattinson, Adrien Brody o Ernesto Alterio utilizaran el distintivo bigote acerado del artista y, con total certeza, aquel que pretenda conocer su biografía a través de este film termine su visualización sin ninguna información o dato nuevo. O quizás sí, uno solo: el de su destemplado genio creativo, porque Dupieux consigue acercarse lúdicamente a la figura del pintor para abrevar en las aguas del surrealismo como modelo narrativo subvirtiendo los límites de la realidad y el sueño en la historia que se inicia cuando la periodista Judith Rochant, papel a cargo de la actriz Anaïs Demoustier, se reúne con Dalí para un proyecto documental que no terminará de materializarse, pero que lo muestra en toda la exacerbación de su narcisismo para nutrir un relato decididamente megalómano que no oculta la admiración absoluta por el personaje, el universo creativo y el rol del artista nutrido a través de un acercamiento al método “paranoico-crítico” desarrollado por Dalí para crear esta película con la misma concepción que hubiese podido utilizar el pintor surrealista.
Quentin Dupieux, tal como se formulara desde las páginas de LA NACIÓN recientemente al momento del estreno de su anterior film, El segundo acto: “Reafirma a su realizador como autor de un cine sin concesiones, abrazado al riesgo y a la libertad creativa. Seguramente, uno de los pocos en el mundo contemporáneo que indaga sobre la responsabilidad de la imagen y la representación cinematográfica a través de su reverso. Y que lo logre de la mano de la comedia y entregando momentos absolutamente magistrales”. Esto mismo puede explicitarse de la mano de su mirada al genio de Dalí, pero desde una propuesta que es igual de irreverente, aunque también gracias al universo que retrata bastante divertida y que permite un cine narrativamente libre, pero menos desparejo que sus anteriores películas. Para terminar de romper el verosímil, el realizador elige que cinco actores encarnen al pintor de manera alternada y sin ningún tipo de cronología y anclando la historia entre lo real y lo imaginario; y en la búsqueda de la interpretación de los sueños la figura de un sacerdote es fundamental para que la narrativa acreciente su sesgo delirante, exacerbe su concepción surrealista y lo acerque al azar como modo de destruir el posible vínculo del personaje con el heredado de las biografías.
Entrando en su juego, este Dalí expresado con exclamación puede ser una propuesta regocijante aún en su natural desconcierto. Si se espera más que una búsqueda, no siempre necesariamente conducente, de la mirada propia del artista puede causar decepción. Sin Buñuel o David Lynch en este mundo, quizás Dupieux sea el último cineasta que busque desde la mente y los sueños -antes que de la mano de los efectos especiales- una alternativa creativa a la realidad.
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