D23, por dentro: pisos holográficos, presentadores robot, un Rocket Racoon propulsado por IA y ¿el futuro de Avatar?
La muestra que comienza hoy está preparada por la compañía del ratón Mickey para fortalecer la fidelidad de sus fans, que reciben por anticipado el anuncio de novedades y tendencias; para el resto, es un avance de lo que vendrá en el mundo del espectáculo
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ANAHEIM, California.- No hay marca en todo el mundo del entretenimiento capaz de conseguir una identificación tan completa con el público que Disney. La convención D23, que se inició esta mañana y culminará en la noche del domingo, es la prueba más contundente de esa sintonía, en el fondo muy parecida a la que mantienen los clubes de fútbol con sus seguidores.
En este caso la experiencia resulta mucho más amplia y tiene alcances globales sobre todo gracias al magnetismo generado por sus parques temáticos. Uno de ellos, el más longevo (cumplirá 70 años en 2025) está a 10 minutos en auto del gigantesco centro de convenciones de Anaheim, que convoca desde hoy a miles de entusiastas seguidores llegados de todas partes, dispuestos a celebrar su adhesión a la divisa que tiene como emblema al ratón Mickey.
El respaldo incondicional de sus fans le permite a Disney cada dos años hacer desde los pabellones de la D23 un gran acto de posicionamiento de su marca y sobre todo una gran demostración de poderío dentro de la industria del entretenimiento. Lo primero que pudo comprobar LA NACION en la primera recorrida por los inmensos pabellones de la muestra es un alarde tecnológico y visual que en algunos casos puede llegar a anticipar algunas tendencias del futuro del entretenimiento.
El primero fue la demostración práctica inaugural del llamado “Holotile Floor”, la más reciente creación del prodigioso inventor Lanny Smoot, uno de los imagineers (los creadores y artífices del diseño de los parques, las atracciones y todo tipo de herramientas tecnológicas y visuales) más reconocidos de Disney. Smoot se dedicará estos tres días de convención a repetir lo que pudo ver LA NACION: cómo funciona “la primera superficie del mundo creada a partir de una cinta de correr modular, expansible, omnidireccional y para varias personas al mismo tiempo”.
Es una superficie parecida a una alfombra sobre la cual personas y objetos pueden moverse, guiadas a distancia con un joystick o herramienta similar, de manera ilimitada en cualquier dirección sin chocar entre ellas ni superar los límites. Se trata de un notable paso adelante que permitirá ensayar desde la realidad virtual toda una serie de innovaciones e iniciar con ellas una nueva etapa en el diseño visual de películas y series.
El stand de los imagineers es a primera vista el más atractivo de toda la muestra si uno quiere contar con pistas y claves sobre cómo será el futuro de la industria del entretenimiento. Sobre todo si el anfitrión del recorrido resulta ser un simpático robot (prototipo de una serie conocida como BDX Androids) que Disney preparó en principio para desarrollar experiencias interactivas con quienes visitan la nueva gran atracción de Disneyland, aquí en Anaheim, Star Wars Galaxy’s Edge, un inmenso espacio del parque ambientado hasta el último detalle como en las películas y las series de la Guerra de las Galaxias.
El robot, manejado a distancia con un dispositivo manual, tiene una extraordinaria libertad de movimiento. Puede caminar, equilibrarse, pegar leves saltos y cambiar de dirección a partir de una cadera articulada. Con el diseño retrofuturista característico de todo Star Wars, puede mirar hacia arriba, hacia abajo, hacia los costados, inclinarse, mirar fijo a su interlocutor como si quisiera establecer un contacto directo con él, emitir sonidos y encender sus ojos metálicos como si registrara y guardara en su interior una imagen del exterior.
If you haven’t had a chance to see the adorable BDX droids in Star Wars: Galaxy’s Edge at @disneyland , you can see them at #D23 in the Disney Experiences Imagineering: Behind the Dreams pavilion. @DisneyD23 pic.twitter.com/MeqrTzpF3K
— Brooke McDonald @ D23 (@BrookeGMcDonald) August 9, 2024
Moritz Bächer, responsable del laboratorio que desarrolló este prototipo para Disney en Zurich, contó que el artefacto funciona a partir de una simulación que permite la interacción entre la mirada creativa de un animador y la propia locomoción del robot. Podemos imaginar que el próximo destino de la generación BDX estará en las películas y las series de la saga creada por George Lucas.
No sorprende que esta presentación haya dominado de entrada lo que Asad Ayaz, máxima autoridad de la compañía Disney en asuntos de marca, definió ante la prensa internacional como la convención D23 “más inmersiva e interactiva” de la historia, que tendrá en total unas 2500 presentaciones en 72 horas.
Lo mismo puede decirse de la experiencia que los técnicos de Industrial Light & Magic, la empresa de efectos visuales y sonoros de Lucasfilm, ofrecerá a los visitantes de la D23 en el pabellón de Star Wars. En un inmenso espacio (cada stand cuenta con dimensiones descomunales) se instaló una pantalla con 80 millones de pixels sobre la cual se proyectan imágenes que perfeccionan la técnica conocida como StageCraft, que ya se usó en series como The Mandalorian. La D23 suma demostraciones gráficas e interactivas de los posibles usos de esta innovación, también conectada con la realidad virtual.
Lo más asombroso, que promete cambiar para siempre la interacción entre los productos más celebrados del cine fantástico y de ciencia ficción y sus fans, es una experiencia de realidad virtual instalada en el pabellón de Marvel, ambientado en su espacio clave como si formase parte de algún episodio de la serie Loki.
Allí funciona la Autoridad de Variación del Tiempo, que también forma parte de la trama de Deadpool & Wolverine. Al atravesar una de sus puertas es posible encontrarse con Rocket Racoon, el mapache de Guardianes de la Galaxia, e interactuar con él esperando respuestas muy precisas, propias del personaje en las tres películas de la serie. Lo mejor de todo es ver cómo Rocket responde a cualquier pregunta o consulta en tiempo real y sin una sola ayuda pregrabada. Podemos quedarnos un rato largo a conversar con él. La realidad virtual se vuelve a frotar las manos y la interactividad en la industria del entretenimiento supera una nueva frontera.
Los pabellones están armados para estimular la atención inmediata del visitante, que a la vez y sobre todo es fan. Compiten entre ellos para ver cuál es el más grande, vistoso y colorido. El de Avatar es una reproducción inmensa de la frondosa escenografía del planeta Pandora en toda clase de tonos de verde, coronado por una inmensa pantalla LED con imágenes de la película. ¿Veremos algún anticipo de la próxima entrega, que llegará a fines de 2025 a los cines? La presencia confirmada de James Cameron, que recibirá su reconocimiento como “leyenda” de Disney este domingo, así lo sugiere.
Hay también un escenario enorme con un micrófono para hacer karaoke frente a la imagen de Taylor Swift, que sumará su versión televisada de The Eras Tour a Disney+, un espacio inmenso para que los fans de Only Murders in the Building puedan sacarse fotos, un stand de Abbott Elementary concebido como espacio escolar en donde los integrantes del elenco de la serie intercambiarán experiencias con sus seguidores y una exhibición de los clásicos vestidos de algunas princesas de Disney (como Pocahontas o Cenicienta) construidos a escala humana con fichas de Lego.
Los paneles de discusión con ejecutivos, artistas, creadores y estrellas refuerzan a cada momento la identificación de los fans de Disney con la marca, pero el ritual que subordina a todos los demás es el contacto con cualquier objeto que tenga la marca Disney impresa en algún lado.
En este sentido, la convención D23 es la consagración del merchandising como fin en sí mismo. La mayoría de los asistentes, que pagó al menos 89 dólares por día para asegurarse un ticket, invertirá buena parte de su tiempo en recorrer stands para comprar las flamantes novedades en materia de diseño marca Disney en indumentaria, juguetes o artículos para el hogar de todas las marcas. A la mayoría no les va a importar nada esperar en larguísimas filas el momento de entrar en los espacios que exponen y ofrecen a la venta las últimas novedades.
El recorrido se completa, como si la D23 compilara varios tipos de convenciones bajo un único techo, con una extraordinaria exposición de automóviles históricos utilizados por el cine en distintas épocas, no solo por las películas de Disney. Allí están desde el Ford T de 1915 usado en El profesor distraído hasta la motocicleta futurista de Tron, pasando por las tres limusinas de Cruella de Vil, el escarabajo bautizado como Herbie de Cupido motorizado, los increíbles prototipos de Minority Report: sentencia previa, la Ferrari 330 de 1967 y el Ford GT 40 de 1966 utilizado en la película de 2019 que cita en su título a las dos marcas y hasta el increíblemente diminuto auto de Interpol usado en Muppets 2: los más buscados.
En definitiva, la D23 es un gran acto de reconocimiento por parte de Disney a la fidelidad de sus fans, que responden confirmando una vez más ese apoyo ejercitando todas las formas posibles de la admiración. Y de la paciencia. A las 9 de la mañana del viernes, cuando se abrieron las puertas de la muestra, había una fila interminable de gente que aguardaba el momento del ingreso.
En ese juego de satisfacciones mutuas ganan todos. Por un lado, los fans se aseguran el privilegio de ser los primeros en enterarse de lo próximo que Disney tiene preparado para mostrar al mundo. De nuevo aparece aquí la metáfora futbolística. Como los hinchas que sienten como obligación ir a la cancha vestidos con los colores de su equipo, aquí todo el mundo recorre D23 con el mismo espíritu, en este caso diversificado al máximo. Cualquier personaje vale, la cosa es llegar hasta aquí con la divisa de Disney de la cabeza a los pies. Y si hay que ponerse el traje de algún personaje, mucho mejor. El cosplay es una tradición muy bienvenida.
Y por el otro, la compañía del ratón Mickey se asegura al mismo tiempo un espaldarazo masivo que disimula las decisiones más ingratas que debió enfrentar Disney en los últimos tiempos. Primero, las enormes pérdidas contadas por millones de dólares (unos 11.000 a lo largo de varios años) en sus canales y operaciones de streaming hasta que en el tercer cuatrimestre de este año, por primera vez, se alcanzó un número favorable. Y después, los ajustes que la compañía tuvo que aplicar para mitigar ese gigantesco déficit, entre ellos un ajuste de personal que obligó el año pasado al despido de un total de 7000 empleados para ahorrar costos.
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