En 1983, el realizador Lewis Teague llevó a cabo la esperada adaptación de una de las novelas más escalofriantes del escritor estadounidense y se encontró con varios obstáculos en el set
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En la novela de Stephen King, Cujo, un perro San Bernardo que se convertía en una figura aterradora tras ser mordido por un murciélago funcionaba como una suerte de símbolo de la materialización de las peores pesadillas cotidianas. La familia Trenton se ve amenazada y la matriarca es quien toma las riendas de la construcción de una suerte de microclima protector dentro de un auto. Allí es donde se encierra con su hijo mientras Cujo intenta romper cada barrera. El leitmotiv de la obra del autor, publicada en 1981, fue traspolado con éxito por los guionistas Don Carlos Dunaway y Barbara Turner para el largometraje de Lewis Teague que comenzó a filmarse un año después del lanzamiento de la novela que el propio King admite no recordar haber escrito.
“Esa época sigue siendo muy confusa para mí”, revela en sus memorias, respecto a cómo sus adicciones le bloquearon determinados momentos clave de su vida y de su carrera. “Tengo ciertos blackouts, apenas me acuerdo haberme sentado a escribir ese libro, y no lo digo con orgullo ni con vergüenza, más bien con una sensación de dolor y de pérdida porque me gusta ese libro y porque me gustaría recordar lo bueno”, explicó el autor, quien cedió los derechos para la adaptación que terminaría siendo de su agrado, en gran media porque aborda esos tópicos subyacentes en su texto, como las pesadillas que sufre Tad (Danny Pintauro), ese niño que le teme a los monstruos y que se termina enfrentando a uno, ese animal que va de lo apacible a lo demoníaco de manera progresiva.
En cuanto a esa paulatina transformación, Teague construyó escenas verdaderamente efectistas en las que vemos cómo Cujo va perdiendo esa mirada afable para dejar al descubierto un nuevo rostro en el que se refleja la violencia que lo va dominando por completo. Una de esas escenas, filmadas, como gran parte del largomtetraje, en la ciudad de Petaluma, en California, requirió de un clima opresivo, asfixiante, aterrador. Un niño llamado Brett se mete con ingenuidad en un bosque que, lejos de representar lo bucólico, se erige como el epicentro de la violencia.
El pequeño se encuentra con Cujo y la niebla le impide notar con claridad las características diabólicas del animal. En el documental Dog Days: The Making of Cujo que se adentra en los pormenores del rodaje, Teague explicó que la locación elegida no tenía la neblina suficiente para que la viñeta transmita la sensación de confusión que padecía Brett al encontrarse con el perro. “No teníamos otro plan más que el de alquilar una máquina generadora de niebla”, contó el director sobre el artilugio que, a simple vista, parecía ser un recurso inevitable para llevar adelante determinados planos. Sin embargo, la filmación se complicó cuando la máquina, contra todo pronóstico, empezó a fallar.
Los habitantes de Petaluma y sus alrededores confundieron la niebla con humo y creyeron que estaban ante un incendio forestal, por lo que los bomberos acudieron al bosque, para sorpresa del equipo de filmación. “Afortunadamente lograron controlar la situación”, añadió Teague. “Pero se asustaron por lo que habían visto y nos ayudaron a superar ese momento”, sumó el realizador, quien siempre fue consciente de que Cujo no iba a ser una película sencilla de rodar. En una jornada, Jean Coulter, la doble de riesgo de la protagonista del largometraje, la gran Dee Wallace, fue mordida por el canino Cubby, uno de los perros utilizados para brindarle verosimilitud a Cujo.
Cuando el personaje de Donna Trenton debe acercarse al desaforado animal para alejarlo del auto en el que se protege con su hijo, Cujo responde con un ataque feroz que debía ser emulado por Cubby, quien no respondió a una de las órdenes y se sobreexcitó en el rodaje, mordiendo a Coulter en el rostro. La actriz fue trasladada a un hospital donde debió ser intervenida para no perder su nariz, que fue reconstruida por un cirujano plástico.
La protagonista del film y su “agotamiento psíquico” tras el rodaje
Dee Wallace, en tanto, venía de filmar E.T.: El extraterrestre bajo las órdenes de Steven Spielberg y estaba entusiasmada de sumarse a un proyecto volcado hacia el terror. Ese entusiasmo comenzó a decrecer a medida que el rodaje se iba complejizando, sobre todo cuando la acción principal se trasladó al auto. En la secuencia en la que Donna es empujada por Cujo contra la ventana del vehículo, Wallace no tenía protección alguna contra un posible accidente, y se cortó el brazo.
De acuerdo con su testimonio, intentó navegar por la situación lo más relajada posible. “Le dije al equipo que estaba bien, que los rodajes siempre tienen algún inconveniente”, recordó la actriz quien, años más tarde, describiría a Cujo como “la película más difícil de rodar” de toda su carrera. “Recién estaba empezando a trabajar en Hollywood y no sabía bien cómo manejarme”, expresó Wallace.
“Cada escena era un desafío porque me preguntaba a mí misma cuánto más debía soportar, y esa pregunta aparecía constantemente, no me estaba dando cuenta de que no estaba poniéndole límites a situaciones inadmisibles”, reconoció. De hecho, al finalizar el rodaje, Wallace fue internada para ser tratada por un cuadro de “agotamiento psíquico”. Su interpretación, cargada de bravura, fue elogiada por Stephen King. “Tendrían que haberla nominado al Oscar”, manifestó el escritor. “Y debería haber ganado la estatuilla también, solo que ignoraron su trabajo por completo”, añadió, haciendo hincapié en cómo las actuaciones de género no son tomadas en serio por la Academia. Más allá de los halagos de King, a Wallace se le dificultó por mucho tiempo hablar sobre el film, ya que el rodaje tuvo un gran costo para su salud mental.
Las múltiples caras de Cujo
Otro de los escollos que debió sortear Teague en la filmación fue el de utilizar diferentes recursos para darle vida a Cujo. Tras realizar varias consultas, el director tuvo la última palabra y decidió usar cuatro perros de raza San Bernardo y un labrador para las escenas más inofensivas, y al actor Gary Morgan vestido de perro con una cabeza mecánica para las secuencias donde el canino se lastima al querer aprehender a Donna y a Tad. “La idea era tener diferentes opciones por si algunas secuencias se complicaban”, explicó el realizador en el documental sobre el intenso rodaje. “Por eso, además de tener a varios perros entrenados, quería que un actor pudiera interpretar las viñetas en las que la confrontación del animal con la familia escalaba”, sumó el cineasta. Con excepción de lo acontecido con el perro Cubby, el resto de los perros no generaron imprevistos, más bien todo lo contrario.
"Cada escena era un desafío porque me preguntaba a mí misma cuánto más debía soportar"
Dee Wallace
“De la cabeza para arriba, parecía que te iban a comer viva”, contó Dee Wallace sobre cómo fue filmar con tantos animales diferentes. “Pero cuando les mirabas las colas y cómo las movían, te dabas cuenta de que estaban felices de estar ahí con sus juguetes, estaban protegidos y cuidados”, sumó la actriz sobre la elección de Teague de tener varios perros San Bernardo en un set, a priori, un tanto caótico. “Los animales se comportaron tan bien, que en ocasiones se les complicó a los entrenadores hacerlos concentrar en las escenas, ya que estaban simplemente contentos de estar ahí, entre la gente que les daba juguetes. Por eso es que debí recurrir también a un actor que pudiera moverse del modo en que yo estaba necesitando”, recordó Teague.
Como explica el director, Cujo terminó siendo un film absolutamente coreografiado, bastante esquemático en su narrativa de moverse de un lugar a otro, por lo que fue imposible -además de negligente- emplear a animales de manera excluyente para propulsar las escenas.
El triunfo en taquilla y la aprobación de King
Cuando Warner Bros. dio luz verde a Cujo y su cineasta comenzó con la instancia de preproducción, solo tenía un presupuesto de 6 millones de dólares. Contra todos los pronósticos, el film terminó recaudando más de 21 millones a nivel global y se convirtió en una de las películas de terror más exitosas de 1983 junto a la secuela de Psicosis y a Tiburón 3-D. Por otro lado, y a diferencia de lo que había sucedido en 1980 con Stanley Kubrick y su relectura de El resplandor que fue vapuleada por King, al escritor le gustó la adaptació de Cujo, que tuvo varios cambios respecto al material de base, como la alteración del oscuro final de la novela. “Me pareció muy buena”, declaró el autor sobre una película modesta pero lograda que pasa un tanto inadvertida en el amplio escenario de traspolaciones de sus obras.
“Stephen fue al set una vez al comienzo del rodaje y fue muy amable con todos. Nos hablaba con mucho respeto, es alguien que tiene mucha tranquilidad”, recordó Dee Wallace en el programa radial Inside of You en el que salió en defensa del autor. “Mucha gente me preguntaba si él tenía una energía rara por el mero hecho de escribir historias oscuras, por eso me gustaría decir algo al respecto: asumir eso de un escritor es simplemente una porquería. Stephen es un creativo”, sentenció la actriz.
Cujo, de Lewis Teague, está disponible para compra y alquiler digital en Google Películas
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