La comedia romántica de Mike Newell escrita por Richard Curtis cumple 30 años y se mantiene como un clásico inoxidable del género, a pesar de su accidentado rodaje; “pensamos que habíamos hecho el peor film de la historia del cine”, llegó a decir su protagonista
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Richard Curtis ya estaba cansado de recibir tantas invitaciones seguidas a casamientos. Un día, hizo la cuenta y advirtió que había asistido a casi 80 bodas en menos de una década y encontró una foto de una de esas ocasiones especiales. En el casamiento en cuestión que había quedado registrado en la imagen, había conocido a una mujer con la que tuvo una conexión inmediata. Ella le propuso irse juntos luego de la celebración, pero él, por una combinación de nerviosismo y de falta de espontaneidad, la rechazó. Años después, el director y guionista británico se arrepentiría de esa decisión y el rostro de esa persona se volvió indeleble, y una eventual fuente de inspiración.
Mientras recordaba ese momento de su vida, Curtis pensó que tenía entre sus manos una buena premisa para una película y se puso a trabajar en un guion. Como en la mayoría de las comedias románticas que escribió -ya sea aquellas que lo tuvieron detrás de cámara como las que no-, Curtis quería incluir esos componentes autorreferenciales que, para él, le aportaban a la historia un toque de autenticidad. El lema “escribe sobre lo que conoces” fue aprehendido por el cineasta y así, en un rapto de entusiasmo, concibió el guion definitivo de Cuatro bodas y un funeral que tuvo nada menos que 17 borradores.
Mike Newell se había reunido con su agente para debatir acerca de futuros proyectos y se encontró en su oficina, de manera fortuita, con el guion de Curtis. El cineasta, que venía de dirigir la excelente Un abril encantado, empezó a leerlo y decidió que quería realizar una película en ese preciso momento. “Tuvimos suerte con ese guion, el texto de Richard era muy cálido y además todo se empezó a gestar de manera modesta, se trataba de una típica producción británica en la que jamás se nos impusieron grandes estrellas. Por otro lado, tampoco tuvimos que lidiar con choques de egos, básicamente nos dieron luz verde para hacer lo que quisiéramos”, explicó Newell en diálogo con la publicación The Guardian.
Más allá de que la producción empezó con el pie derecho, el realizador reconoció que no siempre pudo mantener una relación armónica con Curtis. “Chocábamos un poco, y yo no me caracterizo por tener el mejor temperamento, pero afortunadamente no se nos dio mucho tiempo para discutir porque si no el ida y vuelta se hubiese prolongado”, reveló el cineasta.
En efecto, Cuatro bodas y un funeral tuvo que filmarse con premura. Así lo dictaminó el bajo presupuesto, que apenas alcanzaba la suma de tres millones de libras esterlinas. “Todos nos sentimos forzados a hacer algo innovador porque no había ni dinero ni tiempo”, explicó Newell. “Pero yo tenía que filmar cinco grandes acontecimientos, esas cuatros bodas y ese funeral, fue complejo porque requirió de una concentración muy grande para que todo saliera perfecto dentro de una agenda ajustada”, recordó y precisó cuál fue otro de los grandes desafíos con el que se encontró en la ardua etapa de preproducción.
“Richard Curtis había creado personajes muy realistas con los que la audiencia podía empatizar y eso lo veíamos en el rol de Charles, ese joven que se compromete porque siente que debe hacerlo, pero que no mira más allá y había que encontrar un actor que transmitiera todo ese conflicto interno”, remarcó. Si bien Newell había pensado en Hugh Grant, se suscitó una pelea con los productores y con Curtis, que casi deja al intérprete fuera del proyecto.
Hugh Grant, el actor al que nadie quería
Su audición fue un tanto anómala. En lugar de ceñirse al guion, Grant envió para el casting la grabación del discurso que brindó en la boda de su hermano. La falta de compromiso con el rol en esa instancia primigenia molestó tanto al guionista como al equipo de productores del film. “No me quería nadie, Richard Curtis hizo hasta lo imposible para que no me dieran el papel porque pensaba que era demasiado lindo y que Charles tenía que verse como un nerd”, contaría el actor años después respecto a ese enfrentamiento que terminó siendo efímero ya que se le brindó la posibilidad de presentarse a una segunda audición, con toda la formalidad del caso. En ese instante, circulaba el rumor de que Alan Rickman iba a ser el actor elegido, aunque también querían a Alex Jennings.
Finalmente, Grant se impuso por sobre sus colegas e incluso terminó haciéndose amigo de Curtis, con quien volvería a trabajar en Realmente amor así como también en largometrajes escritos por el guionista, desde Un lugar llamado Notting Hill hasta El diario de Bridget Jones. Así, el galán ya había sido elegido, por lo que restaba encontrar a la partenaire ideal, una actriz con el carisma suficiente como para transmitir esa gran cantidad de capas que Curtis le dio al personaje de Carrie, esa mujer que entra y sale de la vida de Charles dejando recuerdos memorables, aquellos que tomó Curtis para su relato.
Entre las actrices que audicionaron para el papel se encontraban Jeanne Tripplehorn y Marisa Tomei. La actriz de Mi primo Vinny ganó la contienda, pero un problema familiar le impidió empezar con el rodaje, por lo que las miradas giraron hacia Sarah Jessica Parker, la favorita de Curtis. Los planes cambiaron cuando Andie MacDowell se presentó al casting y deslumbró a todos con su approach a un rol que quería desesperadamente. “Había hecho Sexo, mentiras y video, donde mi personaje estaba atravesando una suerte de represión sexual, y por eso necesitaba hacer algo distinto, personificar a una mujer arrasadora”, declaró la actriz, quien se inspiró en Katharine Hepburn para interpretar al interés romántico de Charles. “Era un personaje que Katharine tranquilamente hubiese interpretado, una mujer con poder, inteligencia, con las agallas para poder decir lo que sentía sin vacilar”, expresó MacDowell, quien supo captar todas esas cualidades del guion a la perfección.
El rodaje de Cuatro bodas y un funeral comenzó en el verano de 1993, con las limitaciones lógicas de contar con un bajo presupuesto y con ese malhumor que el propio Newell admitió haber tenido en varias ocasiones, especialmente por sus discusiones con Grant. Asimismo, el actor se enfermó en la filmación y tampoco se mostró complaciente con los pedidos del cineasta. “No me gustó cómo me dirigió”, admitió el británico. “Me pedía que me confunda a propósito al decir mis líneas de diálogo para transmitir la torpeza y el nerviosismo que padecía Charles, pero yo sentía que eso atentaba contra mi abordaje del tono de la comedia, con la naturalidad que quería darle al guion. Mike quería bajar el film a tierra, pero yo quería ir por los gags, por una verdadera comedia, sin tanta solemnidad”, declaró el actor, quien sí conectó bien con su colega.
"Me inspiré en Katharine Hepburn para mi personaje, una mujer que no teme decir lo que siente"
Andie MacDowell
“Fue muy cálido conmigo, muy dulce, fue un placer trabajar con él”, aseguró MacDowell. Lejos de alimentar los conflictos, Newell aceptó la discrepancias que tenía con el protagonista de su largometraje y siguió adelante. Como él mismo confirmó, simplemente no se podía dar el lujo de pelear porque no había tiempo ni para discutir sobre los antagónicos puntos de vista. “Filmamos la película en 36 días, no pude hacer demasiadas tomas extra, fue todo rápido”, remarcó el director, quien aseguró que incluso la famosa escena del beso bajo la lluvia -aquella a la que se criticó por su cursilería- se rodó en cuestión de minutos.
Del miedo al fracaso al rotundo éxito
Una vez terminado el rodaje en el que también se lucieron actores como James Fleet, Simon Callow, John Hannah, Charlotte Colman y Kristin Scott Thomas, llegó la prueba de fuego: la proyección del film para los productores. “Salió todo mal”, recordó Grant. “Nos miramos entre todos y pensamos que habíamos perpetrado un crimen a la historia del cine, que habíamos hecho la peor película de la historia, que queríamos huir y que nadie nos encontrara”, expresó el actor con honestidad. Por lo tanto, Cuatro bodas y un funeral requirió de un trabajo de montaje más preciso, a cargo de Jon Gregory. Semanas más tarde, el producto final terminó siendo del agrado de todas las partes involucradas.
"Cuatro bodas y un funeral fue una experiencia surreal, desde cómo fue el rodaje hasta el éxito que tuvo y que jamás esperamos"
Hugh Grant
La comedia romántica se estrenó en el Festival de Cine de Sundance y luego en tan solo cinco salas comerciales del Reino Unido en marzo de 1994. El éxito fue tal, que la distribuidora Rank Film decidió expandir el lanzamiento, como debió haber sucedido desde un principio. En ese punto, fue Grant quien se puso la promoción al hombro en los Estados Unidos, donde cautivó a la prensa que le otorgó el mote del “nuevo galán de la comedia romántica”.
Por entonces, se destacó como el actor era “muy divertido” con los periodistas, a quienes cautivó instantáneamente. El film de Newell terminó posicionándose en la cima de la taquilla norteamericana, con una recaudación de 4 millones de dólares que en pocas semanas ascendieron a 52. Su impacto cultural también fue destacado por The Guardian: “Es una película que influenció al género de la comedia romántica en el Reino Unido como ninguna otra, que estuvo presente en panegíricos, en los cortes de pelo inspirados en Carrie… Su éxito no fue solo comercial”.
Por otro lado, Grant no solo hizo las paces con Curtis sino también con Newell, con quien volvió a trabajar al poco tiempo con la coming of age Una insólita aventura, película coprotagonizada con el recordado Alan Rickman, con quien ya había trabajado en Sensatez y sentimientos, quien había declinado interpretar a Charles en Cuatro bodas y un funeral, un film bisagra para Grant, quien dio el salto a Hollywood con suma velocidad.
“El éxito del film fue surreal, toda la experiencia lo fue, desde cómo fue el rodaje hasta cómo, de un momento a otro, nos decían que estaba liderando la taquilla”, remarcó el actor. Newell, por su parte, destacó cómo la proyección en los Estados Unidos ayudó enormemente a la película. “Gracias a eso dejó de ser una película británica pequeña y llegó a una audiencia mayor”.
Cuando se le preguntó por el secreto del éxito, el realizador no dudó en volver a los inicios del proceso, cuando encontró el guion de Curtis y vio potencial. “La gente amó el grupo de amigos del film, y salía de la sala sintiéndose boyante, es esa clase de película, y siempre va a tener un significado enorme en mi vida”.
Cuatro bodas y un funeral, de Mike Newell, está disponible en Prime Video.
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