Cuando nadie lo esperaba, una pequeña película inglesa que tardó años en encontrar productores y que tuvo un rodaje acelerado porque su presupuesto se redujo a pocos días de haber comenzado, se convirtió en un suceso global que reposicionó al cine británico, convirtió a Hugh Grant en uno de los galanes de la década y llevó a millones de mujeres a cortarse el pelo como Andie MacDowell. Esta es la historia de Cuatro bodas y un funeral, que en poco tiempo cumplirá 25 años y que podría tener una secuela con su elenco original.
Hugh Grant, un actor más del montón
Todo comenzó como una idea del guionista Richard Curtis, quien hasta ese entonces sólo había trabajado en programas cómicos para la televisión pero sentía que no podía ir al cine porque no encontraba historias en donde su generación pudiera ver reflejados sus tribulaciones y conflictos. "Escribí la película pensando en cómo podría explicarle a mi madre algo que ella nunca entendió: por qué nunca me había casado pero aún así era feliz", explicó Curtis. Una vez que tuvo más clara la idea, se la presentó a su productor de TV, Duncan Kenworthy, quien quería probar suerte en la gran pantalla.
"Todo lo que uno escribe, todo lo que uno pone en esas páginas no tienen sentido hasta que no das con el intérprete indicado. Son palabras y páginas muertas hasta que no llega la persona indicada y las dice", aseguró Curtis sobre su primer guión, que hoy es considerado una verdadera joya en el género y la inspiración para muchos otros films. Y esa persona sería alguien totalmente inesperado.
Y es que cuando su agente le contó que había un casting para una película que incluía cuatro bodas y un funeral, Hugh Grant era un verdadero fracaso, sin papeles relevantes en su haber y sin ninguna perspectiva de alguna vez ser parte de un gran elenco. De hecho, en ese momento estaba desempleado y para poder vivir le enseñaba a la actriz francesa Juliette Binoche a mejorar su pronunciación del inglés, un empleo por el que le pagaban por hora y con el dinero en la mano al terminar cada jornada. "Era, básicamente, como un plomero", aseguró al respecto el intérprete.
Sin embargo, luego de probar a 70 aspirantes para el rol de Charles -para muchos, la quintaesencia de un adulto inglés de la década del 90- cuando Grant leyó "las páginas muertas" que había escrito Curtis de repente esas palabras cobraron vida. Pero no fue una elección inmediata, ya que a los 33 años el intérprete parecía más joven y, según el guionista, era demasiado apuesto para el papel.
Un rodaje acelerado
"El casting llevó más de un año porque nos costaba encontrar al elenco justo pero también porque no teníamos el dinero necesario. No había dinero ni había interés pero nunca nos desalentamos. Rodar una película es costoso pero sentarse a hablar es barato, así que tuvimos muchísimas reuniones y castings hasta que convencimos a los estudios Working Title. Y eso realmente nos salvó: en ese año pulimos muchísimo el guión y entendimos mejor a los personajes", completó Kenworthy.
Pero los inversores sabían que la única manera en la que la cinta podría generar ganancias era si era exitosa en los Estados Unidos y si luego podía ser adquirida por una cadena como HBO. Sin embargo, esa audiencia había sido tradicionalmente hostil a las propuestas inglesas y, sobre todo, a la crudeza de sus historias. Y en este caso, la cinta tenía muchísimas escenas de sexo pensadas para hacer reír y aún más insultos, por lo que hubo que hacer algunos ajustes. En un comunicado enviado por fax, los estudios le detallaron a Kenworthy que "de ningún modo" podía haber diálogos que hablaran de erecciones de sacerdotes durante las ceremonias y que, en el caso de un orgasmo, preferían "que la protagonista no grite mucho".
No sólo eso: el título de la película también fue motivo de debate. "No se me ocurra algo que aterre más a un hombre que la posibilidad de asistir a cuatro bodas, eso va alejarlos de los cines y nos llevará a la bancarrota", dijo uno de los ejecutivos. Pero Curtis se mantuvo firme en su posición y no ofreció ninguna alternativa.
Pero tener un estudio que apostara por el film no era garantía de un gran presupuesto. De hecho, la película se rodó en sólo 36 días en el verano boreal de 1993, que fue inusualmente caluroso y húmedo. Todo el elenco sufrió trabajando a contrarreloj con el maquillaje corrido y sin tiempo para hacer varias tomas. Para colmo de males, originalmente contaban con cuatro millones de dólares pero a quinto día de grabación se le quitó un millón y medio.
El éxito que nadie vio venir
Los problemas de presupuesto obligaron, además, a usar las técnicas tradicionales de rodaje y edición que estaban quedando obsoletas a comienzos de la década del 90. "No usamos computadoras ni nada digital a lo largo de todo el proceso. Creo que parte de su encanto es el talento del director, Mike Newell, en hacer una comedia con el formato de un drama, con esos planos y esas escenas", aseguró Curtis.
A pesar de la confianza que se tenía el equipo, todo indicaba que esta pequeña producción tendría una modesta performance en la taquilla y sólo podía aspirar a no perder el poco dinero invertido y ser adquirida por un canal de televisión. Nadie imaginó jamás lo que sucedería pero el debut fue muy accidentado. Su premiere internacional fue en el festival Sundance, que se realiza en Salt Lake City, en donde la mayor parte de la población son mormones practicantes. La cena que abre la película está llena de insultos y motivó que más de 30 personas en la sala se levantaran de inmediato y se fueran, para horror de los productores y del mismo Curtis, quienes entraron en pánico. Pero cuando la película terminó recibió una ovación de pie y los diarios y revistas la destacaron como lo mejor del encuentro.
Así, las buenas críticas y las recomendaciones boca a boca convirtieron un estreno modesto en un éxito de taquilla sin precedentes para un film británico y mucho menos para una comedia romántica, un género que aún no había explotado. Y ahí los productores decidieron invertir once millones de dólares en promoción y marketing de la cinta, casi cuatro veces más que lo que costó rodarla. El fenómeno fue total y llegó hasta la banda de sonido, que se posicionó varias semanas como uno de los discos más vendidos en el país e instaló en todos los charts la canción "Love is all around", del grupo escocés Wet Wet Wet.
Un mes más tarde llegaría a los cines ingleses y con una consigna que se le ocurrió a Curtis: que a la premiere todos -esto es, actores, equipo técnico, invitados y público- asistieran vestidos como si fueran a una verdadera boda. "Hoy suena romántico pero te aseguro que muchos al sacar sus trajes y vestidos del placard habrán dicho ‘¡Maldición! ¡Qué gordo estoy!’".
Entre los invitados se destacaba una morocha que cautivó a todos: era la modelo Elizabeth Hurley, novia del por entonces ignoto protagonista, quien sorprendió con un vestido negro de Versace que se volvió un ícono de la moda
Con la película, Grant se volvió de la noche a la mañana una estrella de cine y quedó en deuda con Curtis y Kenworthy, con quienes volvió a formar trío en las exitosas Un lugar llamado Notting Hill y Realmente amor, aunque ninguna tuvo el impacto de esta primera obra.
El legado
No es exagerado decir que Cuatro bodas y un funeral también cambió la industria cinematográfica inglesa, ya que le dio la confianza necesaria para explorar nuevos géneros que tradicionalmente sólo eran cubiertos por producciones estadounidenses, demostró que el humor inglés no era de nicho y que podía animarse también a las historias de amor. Además, fue pionera en popularizar las comedias románticas.
Pero las consecuencias del éxito de la película no terminaron ahí. El peinado de Andie MacDowell, quien se había dejado rulos cortos, se volvió una sensación y mujeres alrededor del mundo llegaron a las peluquerías con imágenes del póster de la cinta para imitarlo, creando una tendencia estética que se volvió icónica de la década del 90 y que convirtió a la actriz en una referente en el mundo de los productos de belleza.
Promocionada por ese entonces como "la película inglesa más grande de la historia" -un mote exagerado pero que calzaba bien con el suceso que por entonces se vivía-, Cuatro bodas y un funeral podría tener un cuarto de siglo después una continuación. "Tuvimos una reunión en lo de Richard Curtis en la que Andie MacDowell volvió a verse con Hugh después de mucho tiempo. Fue muy emocionante. Hablamos de la posibilidad de una secuela pero no sé si la habrá; es un gran film pero las nuevas generaciones quizá no la tienen tan presente", le reveló en junio a The Sun atrás Anna Chancellor, una de sus actrices.
En 2019 también veremos una serie inspirada en la historia, esta vez producida por Mindy Kaling y con historias independientes en cada temporada, en las que se mostrará a diversos personajes a lo largo de sus vidas.
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