¿Cuántos estrenos de cine son demasiados?
Hoy comienza el último mes del año. Cuando se cuenten los estrenos cinematográficos de 2017 se llegará a una cifra muy impresionante; de hecho, hasta el momento vamos más de 400, o más de 450, o casi llegando a los 500. Las diferencias de criterio explican las diferencias en los números: se puede discutir si tal película, exhibida en sólo dos horarios por semana en tal sala debe considerarse un "estreno". O si una ópera exhibida en un fin de semana en un cine amerita una crítica. O si algunas películas argentinas son estrenos de 2017 o de 2016 (porque a veces se estrenan “técnicamente” y luego "de verdad”, cuando tienen un lanzamiento más grande, o en otro lugar). Son cuestiones que tienen que ver con fuertes cambios tecnológicos y con el nuevo mapa del mercado en la distribución y la exhibición, que modifican muchos parámetros y afectan listados, lógicas, presupuestos y mucho más.
Tenemos como ejemplo a un cinéfilo porteño que estuvo muchos años obsesionado con relevar los estrenos en tablas y con documentación, y que este año ha abandonado la titánica tarea ante la creciente imposibilidad de mantener un criterio claro. Le venía pasando cada vez más en el último lustro, y ahora ya era demasiado: ¿para qué ordenar lo que se vuelve a desordenar con una mínima puesta en duda de un estatus? Pero más allá de lo que pensemos como "estreno cinematográfico" o al que le neguemos estatus de tal, es un dato real que en muchas semanas de esta temporada hubo más de siete estrenos de cine. Es decir, más de una película por día, lo que también puede calcularse con la cantidad de estrenos que hubo hasta el momento –incluso con la cifra más baja– y los días que van de este 2017. Por otro lado, hubo no pocas semanas de diez lanzamientos en la cartelera o incluso más: cuatro de los cinco jueves de noviembre fueron así.
Ante estas cifras, el espectador promedio –esa entidad preciada e inasible– dirá que apenas se enteró de unos veinte o treinta títulos estrenados en cines en el año. Quizá menos que eso. Y no se lo podría achacar a estar desatento: los estrenos que se hacen visibles para el público en general son, con muy pocas excepciones, los grandes lanzamientos, los llamados “tanques”, esas películas que ostentan mayormente marcas reconocibles y se presentan, prepotentes, con centenares de copias en todo el país. El resto de los estrenos –o los pseudoestrenos– son otra cosa, a otra escala, mucho más pequeña, mucho menos comparable. Antes de la década de 1970, las películas solían estrenarse en una sala del “centro” y luego seguían su camino a las salas “de cruce” y después iniciaban su recorrido más allá de la Capital. Pero en los 70 empezó a aparecer un cartelito en los avisos publicitarios de las películas, que rezaba “y simultáneos”, lo cual era una novedad y se consignaba como tal en una nota en la revista Primera Plana, con interpretaciones muy significativas. Hoy en día, los grandes tanques se lanzan con por lo menos 300 copias, y si uno anda por la calle distraído es muy probable que tropiece con una vereda rota y caiga en una de las muchas (¿demasiadas?) funciones de alguno de ellos.
Es muy fácil encontrar una función de Rápidos y furiosos 8 en la semana de su estreno, y es muy difícil encontrar una función de más de la mitad de las películas estrenadas en 2017, de esas que pocos registran. Son pocas las funciones y/o los lugares de exhibición de aproximadamente la mitad de los estrenos del año, y esas películas suelen lanzarse solamente en la ciudad de Buenos Aires y quizás en algún cine de la zona norte del Gran Buenos Aires, y con suerte en dos o tres ciudades grandes del interior. Los estrenos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires son muchos más que los del resto del país, lo que marca mayor una dificultad de acceso a la variedad del cine en la mayor parte del territorio.
Como decíamos, en un año con un número gigante de lanzamientos, el espectador promedio se conectó con un porcentaje menor al diez por ciento del total de películas estrenadas. La inmensa mayoría de los estrenos de cine van dirigidos a un público más interesado, y hay unos dos centenares de películas que dialogan ya con minorías súperespecializadas. Unas pirámides de consumo nada alentadoras, híperconcentradas, tan distintas a las que Primera Plana podía mostrar en los años 70… Sí, es cierto, ahora hay posibilidades de acceso hogareño a una variedad asombrosa de títulos, y hay mutaciones constantes que reconvierten las formas de relacionarnos con las pantallas, las nuestras o las compartidas. Pero de todas maneras es difícil encontrarle el lado positivo a que pocas personas, más allá de los críticos y los periodistas cinematográficos, se enteren de la inmensa mayoría de las películas que se presentan tenazmente semana a semana.
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