Cuando el mal se vuelve angustiante cotidianidad
El secundario en 1982, como metáfora de la sociedad
La mirada invisible (Argentina-España-Francia/2010). Dirección: Diego Lerman. Con Julieta Zylberberg, Osmar Núñez, Marta Lubos, Gaby Ferrero y otros. Guión: Diego Lerman y María Meira, basado en la novela Ciencias morales, de Martín Kohan. Fotografía: Alvaro Gutiérrez. Dirección de arte: Yamila Fontán. Presentada por Distribution Company Argentina. Duración: 97 minutos. Calificación: sólo apta para mayores de 16 años.
Nuestra opinión: muy buena
Corre 1982 y la Guerra de las Malvinas está muy cerca de convertirse en una dura realidad. Los alumnos del Colegio Nacional de Buenos Aires dejan transcurrir, ajenos a la tragedia, los monótonos días entre libros de texto, exámenes y preocupaciones de adolescentes. Entre ellos se desplaza María Teresa, una preceptora que vigila con ojos escrutadores a esos muchachos que ven en ella a un ser desprovisto de calidez y de humanidad. Sexualmente reprimida, se obsesiona por aplicar a cualquier precio las reglas más severas y así, comienza a esconderse en los baños de los varones para sorprender a los que fuman y delatarlos ante Biasutto, el jefe de preceptores. Poco a poco, María Teresa hace de ello un hábito oscuramente excitante, una rigurosa vigilancia tan inflexible como cotidiana.
El director Diego Lerman logró, con indudable capacidad, dejar fuera de campo las funestas persecuciones y los horrores de la dictadura militar para apuntar directamente a esos protagonistas que recorren un micromundo de delaciones y de maldades.
Trailer de La mirada invisible
Narrado de una manera tan minimalista como exhaustiva -elementos destacados en la novela original-, el film logra un clima casi siniestro en torno de esa mujer que, desde su soledad, se transforma en alguien dispuesto a la dictadura más atroz para conseguir algo de lo que siempre careció: la humildad y la comprensión. El realizador, que ya había dado indudables muestras de su talento en Tan de repente y en Mientras tanto , logró aquí una metáfora de los años más duros de la reciente historia argentina. Y lo hizo con enorme calidad tanto artística como técnica, ya que la labor de Julieta Zylberberg logró, sin duda, encarnar con enorme fervor a esa María Teresa deshumanizada, en tanto que Osmar Núñez, como Biasutto, logró imponer su capacidad actoral a ese preceptor digno exponente de una etapa de terror y persecuciones. La excelente fotografía y la impecable dirección de arte son otros puntos sobresalientes de este film que obliga a la reflexión por el camino de una cotidianidad tan simple y, a la vez, tan angustiante.
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