Cuando el amor es un monstruo
Llega Balada triste de trompeta, la película de Alex de la Iglesia sobre el humor y el horror
Balada triste de trompeta es una película grotesca, excesiva, barroca y violenta. Así la definió la prensa especializada tras su estreno en el Festival de Venecia del último año, en el que su director, Alex de la Iglesia, fue recompensado con el León de Plata a mejor director y una Osella al mejor guión.
Según él mismo confesó al diario El País , la idea de la película surgió del siguiente pensamiento: "Me gustaría rodar una película sobre un payaso asesino. Pero ¿por qué se convierte en asesino? Por algo que le pasó en el pasado a su padre, que murió construyendo la cruz del Valle de los Caídos. Pensamiento automático: la historia surge a borbotones... Una lucha a muerte, por venganza".
"La película es una historia de amor que discurre por el camino del humor; es una película de terror, con monstruos y con situaciones trágicas. Es una mezcla de géneros como las que suelo hacer, pero sobre todo es una historia de amor salvaje -explica De la Iglesia-. Antonio de la Torre es el payaso tonto y Carlos Areces es el payaso triste. Antonio se supone que es encantador y luego descubres que es una mala bestia. Resulta terrible que las cosas que nos dan miedo son las que nos resultan más interesantes. Y Carolina Bang es la trapecista por la que luchan los dos, el amor loco", completa.
La historia, escrita por el propio director, tiene un prólogo en un circo durante la Guerra Civil, atenazado por falangistas y republicanos. De inmediato pasa a 1973, en pleno franquismo, cuando Luis Carrero Blanco era presidente de España (el atentado en el que perdió la vida aparece recreado en el film) y Raphael todavía disfrutaba el éxito del tema del título cuya letra conmueve hasta la locura a uno de los payasos protagonistas.
"La historia es una historia personal. La cuento desde mi punto de vista, lo que para mí fueron aquellos años de mi infancia. La sensación que tengo es de que fueron una pesadilla, una alucinación. La recuerdo como una época de mucha violencia y hostilidad, en que las cosas ocurrían y no sabías por qué ni cómo; algo que conformó mi carácter y mi manera de ver el mundo", dice Alejandro de la Iglesia Mendoza, al que todos conocen por la versión abreviada de su nombre y apellido.
Un día, mientras el entonces niño Alejandro estaba en el colegio de jesuitas de Bilbao, un tiroteo que ocurría allí cerca cambió su vida. Un enfrentamiento entre la policía y la ETA dejó agujeros de bala en la cortina metálica y sangre auténtica en el suelo del negocio en el que De la Iglesia había comprado golosinas y figuritas. De la Iglesia recuerda este hecho con frecuencia, como "una payasada".
"Un Berlanga punk", así se define él mismo, en directa alusión al autor de clásicos del cine español, como Bienvenido, Mr. Marshall, El verdugo y Plácido . "Berlanga metió un puño en mi corazón y lo arrancó de cuajo, mientras con la otra mano me hacía burla. Y yo me reía y lloraba en el cineclub de la universidad y no sabía que esa película, Plácido , me acompañaría en sueños toda la vida", escribió a la muerte de su maestro.
"Del Valle de los Caídos sólo puede caerse", parece ser el lema elegido por De la Iglesia para Balada triste de trompeta , que pasado mañana estrenará aquí Distribution Company. El film compitió por 15 premios Goya de la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de España, entidad que el autor de El día de la bestia presidió hasta mayo último, cuando renunció por sus polémicas declaraciones sobre la propiedad intelectual y la piratería en Internet.
Muchos pensaron que por esa actitud, sus pares, en su gran mayoría de acuerdo con la flamante regulación conocida como ley Sinde (que pena al internauta), lo castigaron otorgándole sólo dos estatuillas a su película (maquillaje-peluquería y efectos especiales).
Las cumbres del exceso
"Creo que los personajes tienen que ascender a una cumbre para descubrir las verdades. No sé si es algo que me ha salido de El imperio contraataca o del Monte Rushmore de Intriga internacional, de Hitchcock. De pronto, estos dos payasos se ven en un lugar puro y se dicen la verdad, y en el momento en que la dicen se van al infierno –asegura–. El circo siempre es el mismo: somos los payasos los que cambiamos."
De la Iglesia, que este año terminó de rodar La chispa de la vida, con José Mota y Salma Hayek (ver recuadro), lamentó no haber podido filmar en el monumento franquista en el que transcurren las instancias decisivas de su film. Uno, porque es difícil llevar payasos a las alturas, pero también porque el sitio, ubicado a 60 kilómetros de Madrid, del que se cree que en su construcción podrían haber muerto hasta 27.000 prisioneros republicanos, está en peligro de derrumbe.
Sin embargo, el autor de obras como La comunidad y Crimen ferpecto se las arregló bastante bien para recrearlo al estilo Hitchcock, con escenografías armadas en los estudios de la Ciudad de la Luz y la ayuda de la animación en 3D, que todo lo puede. Esas secuencias ya fueron catalogadas como memorables.
"El camino del exceso conduce al palacio de la sabiduría –insiste De la Iglesia, en relación con su tendencia a subrayar lo abyecto–.Toda la vida me gustó exagerar. Personalmente, me gusta lo sutil, pero como director, no. Como espectador me gusta un cine diferente, pero como director me gusta el exceso; lo suelo explicar con la comida: me gusta lo muy quemado y lo muy salado, lo tostado por fuera y lo muy cocido por dentro. Una película demencial como ésta tiene que estar bien hecha", afirma.
Ultimos toques a La chispa de la vida
En su nueva película, La chispa de la vida, cuya edición final tiene lugar en estos días, Alex de la Iglesia cuenta la historia de un publicista de ficción, basado libremente en la historia real del creador de uno de los eslóganes de la Coca-Cola en la década del 80, el que da título a la película.
Aquí, Roberto Gómez (interpretado por el comediante José Mota) es un publicista desocupado con una situación económica desesperada. Ya nadie valora su éxito pasado. Todo cambia cuando sufre un accidente en las obras de restauración del anfiteatro romano de Cartagena, al caerse accidentalmente sobre un grueso alambre. El hombre queda empalado de tal manera que ni los bomberos ni los médicos se ponen de acuerdo en cómo rescatarlo sin matarlo en el intento. Lo absurdo y dramático del suceso provoca el interés de los medios de comunicación, atractivo que el protagonista decide aprovechar con su experiencia como publicista para convertirse en un circo mediático. Para lograrlo, contrata a un representante.
La idea es simple: vender exclusivas a los canales de TV y solucionar para siempre el futuro económico de su familia (Salma Hayek interpreta a su esposa).
Pero lejos de De la Iglesia poner a los medios como el origen de todos los males. "Criticarlos es como criticar a la lluvia o el mal tiempo. Es algo que está ahí; hay que vivir con ello", dice con ironía, sobre el guión escrito por el norteamericano Randy Feldman, recordado por Sin escape, Tango & Cash y Noche infernal, entre otras.
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