Cuál es la tajante decisión que el director Denis Villeneuve tomó en el rodaje de Duna: “Es como una droga”
El realizador reveló que hay un artículo terminantemente prohibido durante la filmación de sus películas
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El director Denis Villeneuve es uno de los autores más valiosos del Hollywood actual. Al frente de las dos entregas de Duna, Villeneuve se consolidó como un realizador capaz de llevar adelante imponentes proyectos cinematográficos, sin perder de vista la calidad de sus títulos, y logrando notables números en la taquilla. Y sumergido en rodajes en los que trabajan decenas de personas, el realizador confesó cuál es una de sus medidas más importantes.
Durante una charla con Los Angeles Times, Villenueve explicó: “El cine es un acto presencial. Cuando un artista pinta, debe estar absolutamente focalizado en los colores que utiliza en sus lienzos. Lo mismo sucede con un bailarín cuando hace una maniobra. Y cuando sos un director, tenés que hacer eso mismo con tu equipo, porque todos deben focalizarse y estar conectados enteramente con el presente, escuchándose los unos a los otros, y conectándose entre sí”. Y dicho eso, el realizador reveló: “Así que los celulares están prohibidos en mis rodajes, desde el día uno. No se permiten. Porque cuando vos decís ´corten´, no querés ver a nadie agarrar su teléfono y chequear su cuenta de Facebook”.
Con respecto a su uso personal de celular, Villeneuve concluyó: “Hay algo adictivo con respecto al hecho de que podés acceder a cualquier información, a cualquier canción, a cualquier libro. Es impulsivo. Es como una droga. Y me tienta mucho desconectarme, sería como respirar aire fresco (…). Nos comportamos como circuitos de Inteligencia artificial. Estamos desconectados los unos de los otros, y la sociedad se derrumba de algún modo. Es aterrador”.
Otro director que tomó la misma medida en sus rodajes, es Christopher Nolan. El autor de Oppenheimer también tiene prohibido de manera terminante el uso de celulares en sus filmaciones, porque considera que eso distrae a los miembros del equipo técnico.
La importancia de Duna
Estrenadas en 2021 y 2024, el díptico cinematográfico de Duna fue un verdadero batacazo en la taquilla. El autor de la novela original, Frank Herbert, escribió la pieza en los antiautoritarios años 60. Su historia sobre el surgimiento de un líder religioso nos dice que hay que terminar con los líderes religiosos, que todos los mesías son falsos y que del encuentro de fe ciega y política surge el totalitarismo. Por eso tiene un héroe complicado: Paul combate al mal en estado puro, el fascismo encarnado por los Harkonnen, pero lo hace al frente de un ejército de fundamentalistas –cuya cultura está inspirada en la musulmana– sobre los que ejerce un mando mesiánico. Su principal batalla es contra la tentación del poder absoluto, de la que no sale victorioso y por eso es un personaje fracturado. En las películas, estas contradicciones se potencian porque, a diferencia de Herbert, vivimos en la era del choque de civilizaciones, entre el Occidente democrático y el Medio Oriente teocrático. Si hubiera que decidir a cuál de los dos representa mejor el protagonista de Duna: parte 2, a pesar de sus dudas y su liderazgo renuente, habría que decir que al segundo. Es un logro del film haber preservado los rasgos de este antihéroe complejo que, en lugar de una admonición contra la tiranía, pueden ser apresuradamente tomados como una justificación del fundamentalismo islámico.
Si bien la segunda parte de la saga se muestra más dinámica que su predecesora o, al menos, está más densamente poblada de batallas y peleas a muerte, no constituye un despegue demasiado radical de lo que ya habíamos visto: comparte muchos de los méritos y desperfectos de la anterior. Estos últimos pueden resumirse en una grandilocuencia operística que quiere convalidar la dimensión épica de la historia pero que también puede sentirse pomposa e impostada.
Además de un elenco descomunal, la mayor virtud de esa secuela es también el atributo más notable de la filmografía de Denis Villeneuve desde que, tras múltiples dramas y policiales, se reinventó como un realizador de ciencia ficción: no hay nadie mejor para conjurar el exotismo y singularidad de una cultura desconocida.