Cry Macho: el regreso más sentimental de Clint Eastwood y la evolución del largo camino del héroe
A los 91 años filmó en plena pandemia su película número 39 como director, un western contemporáneo en el que interpreta a un viejo campeón de rodeo
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“Ya no me veo como a los 20. ¿Y qué? Eso significa que hay tipos mucho más interesantes que puedes interpretar”, dice Clint Eastwood, decidido en este momento de su vida a encontrarle el costado positivo a todo. También a la evolución de su carrera como héroe cinematográfico. En su caso no parece una frase convencional ni un lugar común, sino una declaración de principios hecha y derecha. Basta con reencontrarla en alguna de las pocas entrevistas que aceptó en vísperas de la llegada de Cry Macho, su película número 39 como director, cuyo estreno en la Argentina anuncia Warner para hoy.
A los 91 años, Eastwood no tiene hoy nadie que se le parezca. No hay otro director o actor que a esa edad logre despertar tanto interés global con cada nueva aparición. “Esta es una película extraña en el mundo actual, algo fuera de ritmo”, admitió Eastwood en una conversación con el diario Los Angeles Times desde Carmel, la pequeña localidad costera de California de 4000 habitantes que es su lugar en el mundo y que llegó a gobernar como alcalde entre 1986 y 1988. Allí tiene una propiedad en un club de campo que utiliza, entre otras cosas, para jugar al golf y criar algunos caballos.
No es lo único que lo mantiene ocupado. Dice que toca un rato el piano todos los días (cada nueva película suya incluye en la banda de sonido alguna composición de su autoría) y recibe todo el tiempo la visita de alguno de sus ocho hijos (que tienen entre 24 y 67 años) y sus nietos. Jamás piensa en el retiro, aunque reconoce que todavía no apareció un proyecto que lo entusiasme lo suficiente como para tomarlo como referencia de una próxima película. “Todavía no se filtró nada nuevo frente a mi vista como para entusiasmarme. Pero lo mismo me pasaba antes de Cry Macho. Estoy abierto a que eso vuelva a ocurrir. A que aparezca como siempre una nueva historia que me parezca divertida contar”.
Cry Macho llega a los cines casi en el mismo momento en que se cumplen 50 años del estreno de la primera película de Eastwood como director, Obsesión mortal (Play Misty for Me), filmada justamente en Carmel. Llegó a los cines de Estados Unidos para esta misma época de 1971 y tuvo su lanzamiento en la Argentina en febrero de 1972. Desde entonces, tuvimos la suerte de que la gran mayoría de las casi 40 obras dirigidas por el último gran clásico de Hollywood pasaran por los cines de nuestro país.
Con Cry Macho ocurrirá lo mismo, pero con una novedad. Después de una ventana inicial de proyección en la pantalla grande se espera para muy pronto su llegada al streaming a través de la plataforma HBO Max, la misma que en Estados Unidos tendrá disponible a partir de este fin de semana esta película de manera simultánea a su llegada a la pantalla grande. En la Argentina, en cambio, habrá que aguardar unas semanas. A Eastwood no lo entusiasma esta nueva realidad. “No es mi cosa favorita en el mundo. ¿Cómo va a funcionar esto? No lo sé”, confiesa. Aunque vivió gracias a la televisión su primer reconocimiento con la recordada serie del Oeste Cuero Crudo (Rawhide), Eastwood es un hombre del cine.
“Cuando empecé estaba viviendo en Seattle y un amigo me convenció para que lo acompañara a Los Angeles y fuera con él al L. A. City College –recuerda Eastwood, nacido en San Francisco e identificado toda su vida con la vida californiana-. Empecé a interesarme en la actuación cuando vi a otro amigo en una clase de teatro. Me puse a hurgar en el tema y al principio no me convencía eso de quedar como hipnotizado frente a los demás. Pero con el tiempo me di cuenta de que había una técnica para eso. Y decidí zambullirme en ella. Todo lo demás fue entusiasmo”.
A la disciplina de trabajo hay que agregarle la suerte, agrega Eastwood: “Mi carrera se basó en gran medida en la buena fortuna. Las cosas en mi caso funcionaron siempre así. Estar en el lugar adecuado y en el momento adecuado. Me pasó también al terminar el rodaje de Cry Macho en Nuevo México. Solo pensaba: qué suerte tuve de haber estado allí”.
Cry Macho es un proyecto que Eastwood venía considerando desde 1988, cuando el productor Albert Ruddy se lo propuso. Eastwood pensó que podría dirigirlo y que Robert Mitchum interpretaría al personaje principal, un veterano astro del rodeo y experto criador de caballos que acepta una propuesta de un antiguo jefe, resuelto a recuperar a su hijo adolescente que vive en México junto a su madre.
La idea no prosperó y con el tiempo el proyecto fue considerado por distintas figuras de Hollywood, de Burt Lancaster a Roy Scheider y Pierce Brosnan. Durante un buen tiempo Arnold Schwarzenegger pensó que Cry Macho iba a ser el proyecto ideal para volver al cine después de su experiencia como gobernador de California. Pero nada de eso ocurrió y Eastwood, por fin, después de largas décadas de espera, resolvió tomar la idea en sus manos y se asoció con el veterano Ruddy para hacerla. Usó el guion original de N. Richard Nash, escrito en 1975, con aportes de Nick Shenk, que ya trabajó con Eastwood en Gran Torino y La mula.
La acción transcurre en 1979 y se concentra en ese peculiar viaje de regreso a Texas compartido por el anciano y el muchacho a través de zonas rurales de Texas. Cry Macho es también una alusión a las peleas de gallo de las que el chico participa con la intención de ganar algún dinero. Y una suerte de alegoría sobre quienes se dedican a hacer ostentación de su virilidad.
El gallo aparece a lo largo de toda la película, pero la producción tuvo que recurrir a 11 ejemplares distintos. “No son los animales más versátiles del mundo”, ironizó Eastwood. A propósito de animales, es la primera vez en casi 30 años, desde Los imperdonables (1992), que Eastwood se sube a un caballo. La película tiene todo el aspecto visual de un western contemporáneo, con su gran estrella luciendo de nuevo el clásico sombrero de los cowboys. Su personaje, Mike Milo, forma parte de ese mundo como antiguo campeón de rodeo.
“Cuando volví a montar, la adiestradora no estaba muy convencida. Me decía que tuviera cuidado, porque tenía miedo de que yo terminara con mi trasero en el suelo. Pero si tratas a tu caballo como a un amigo, él sabrá cuidarte. Y así ocurrió”, cuenta el actor, que también se da el gusto como en los viejos tiempos de estamparle un puñetazo en la cara a uno de los malos de turno. “Puede que no sea tan bueno como antes dando golpes, pero fue divertido hacerlo”, comenta.
El rodaje completo de Cry Macho se hizo en plena pandemia. Comenzó el 4 de noviembre de 2020 en Albuquerque (Nuevo México) y se extendió hasta el 16 de diciembre en otros lugares cercanos, como el condado de Socorro y la pequeña y pintoresca ciudad de Belén, de atmósfera similar a la de los pueblos mexicanos. El elenco también muestra esa característica bilingüe: Rafo, el muchacho que acompaña a Eastwood en el viaje de regreso a Estados Unidos, está interpretado por el joven mexicano Eduardo Minnett, figura de la telenovela La rosa de Guadalupe. A él se suman sus compatriotas Natalia Traven y Horacio García Rojas, junto a la chilena Fernanda Urrejola. La única figura angloparlante destacada es la de Dwight Yoakam, un conocido cantante country que tiene una carrera paralela como actor.
El Covid-19 nunca fue una preocupación para el nonagenario Eastwood. De hecho, el único inconveniente que recuerda alrededor de los contagios fue la situación que afectó a una de las niñas que aparecen en la película como nietas de uno de los personajes centrales. “Le hicieron una prueba y resultó ser un falso positivo. Después de todo, podíamos contar con ella en el elenco. Estaba tan eufórica que fue uno de los días más felices del rodaje”, contó Eastwood, famoso también por sus métodos rápidos de filmación y por saber más que cualquier otro de sus colegas lo que significa la economía de recursos y el ahorro de tiempo y dinero en esas cuestiones. Más que preocuparse por su condición de persona de riesgo frente al Covid- 19, Eastwood estaba atento a las posibles demoras en sus siempre eficientes planes de rodaje por la posible aparición de algún caso. Eso no ocurrió y Cry Macho se filmó en algo más de un mes.
La película puede verse a partir de la larga evolución en el camino del héroe que el cine de Eastwood viene mostrando desde los comienzos de su carrera, algo que se hace cada vez más claro en su larga y extraordinaria trayectoria como director. Esa obra es una de las más estudiada por los analistas del cine, algo que al propio Eastwood parece no interesarle demasiado.
“Yo no soy una persona que se dedica al autoanálisis. Pero a veces miro en retrospectiva a mis personajes, como Harry el Sucio, y me pregunto sobre sus sentimientos. Y veo que cada uno de ellos no hace otra cosa que repetir cosas que surgen de la vida. Cosas que has visto, escuchado, sentido y vivido”, admitió hace poco el realizador.
En ese recorrido, Cry Macho muestra el costado más sentimental de un héroe que a esta altura de la vida no podría mostrarse tan endurecido como en el pasado. Todo lo contrario. Uno de los muchos estudiosos de la obra fílmica de Eastwood, William Beard, observa en uno de los ensayos de su libro Persistence of Double Vision (2000) que la tradicional mirada del héroe invulnerable, referente de una comunidad y faro de conducta frente a la debacle de las instituciones, empieza de a poco a mutar hacia otro personaje igual de heroico, pero con mayores responsabilidades y compromiso mucho más afectivo.
Y dice que ese nuevo perfil se expresa de manera real o metafórica en el lugar de padre o protector (auténtico o sustituto) que empieza a asumir en películas de la década del 80 y continúa con mucha claridad más adelante. En ese sentido, Cry Macho parece seguir una línea que empieza a insinuarse en títulos como Honkytonk Man y Bronco Billy, que también forman parte de ese mundo contemporáneo marcado por el espíritu del western o las historias clásicas que transcurren en el camino.
A Eastwood no le interesan esas reflexiones. Prefiere ir hacia adelante a partir de su propia inspiración. “Simplemente es divertido encontrarse con un personaje adecuado para tu edad. Y que no hace falta esforzarse para mostrar que uno es mayor. Nunca pensé en dirigir y actuar como si se tratara de un deporte intelectual. No quiero pensar demasiado en estas cosas. Si lo piensas demasiado corres el riesgo de desarmarlo y llevarlo hasta un punto en que al final no te gusta”, reconoce en la charla con Los Angeles Times.
Todos creían que Eastwood le había dicho adiós a la actuación en La mula; tuvo que volver del pasado un viejo proyecto para que cambiara de opinión. A los 91 años encontró otro “tipo interesante” para personificar. Un nuevo ejemplo (¿ahora sí el definitivo?) del eterno camino de un héroe cada vez más y más humanizado.
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