Crónicas cristianas para el público infantil
"Las crónicas de Narnia: El león, la bruja y el ropero" ("The Chronicles of Narnia: The Lion, the Witch and the Wardrobe", Estados Unidos/2005). Dirección: Andrew Adamson. Con Georgie Henley, Skandar Keynes, William Moseley, Anna Popplewell, Tilda Swinton, James McAvoy y Jim Broadbent. Voces (versión original subtitulada): Liam Neeson, Ray Winstone, Rupert Everett y Michael Madsen. Guión: Ann Peacock, Andrew Adamson, Christopher Markus y Stephen McFeely, basado en el libro de C. S. Lewis. Fotografía: Donald McAlpine. Música: Harry Gregson-Williams. Edición: Sim Evan-Jones y Jim May. Diseño de producción: Roger Ford. Producción de Walt Disney Pictures y Walden Media, presentada por Buena Vista International, con 36 copias en inglés con subtítulos en castellano y con 137 copias en versión doblada al castellano. Duración: 140 minutos. Apto para todo público.
Nuestra opinión: buena
Tras el éxito masivo de la trilogía de "El señor de los anillos" y de las cuatro primeras entregas de la saga de "Harry Potter", Walt Disney intenta transitar senderos similares con "Las crónicas de Narnia", la creación de C. S. Lewis -amigo íntimo y colega en Oxford de J. R. R. Tolkien- que combina aventuras infantiles, una imaginería propia de los cuentos de hadas, referencias mitológicas y claras alegorías bíblicas. Pero lo primero que hay que decir de esta superproducción de 180 millones de dólares de costo y tres años de realización es que resulta bastante más llana y que carece de esa ambición por el gran cine que Peter Jackson le impuso a "El señor de los anillos".
Protagonizada por cuatro niños que -alejados de sus padres- escapan de los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial e ingresan, a través de un ropero encantado, en un universo mágico dominado por la malvada Bruja Blanca y en el que aparecen centauros, minotauros y animales parlantes, "Las crónicas de Narnia" no apuesta tanto al público juvenil y adulto, sino a generar una identificación por parte de los más chicos.
Pese a haber sido dirigida por el también neozelandés Andrew Adamson (responsable de la simpática saga de "Shrek"), "Las crónicas de Narnia" resultan bastante más solemnes y farragosas que aquellos éxitos animados que el realizador ayudó a construir. Pero aun sin alcanzar tampoco la magia de las experiencias de un Harry Potter, hay que indicar que estas vivencias cinematográficas de los hermanos Pevensie son muy fieles al espíritu de este primer libro (segundo en términos estrictamente cronológicos) publicado en 1950. Es difícil, entonces, que esta entrega inicial de la saga vaya a defraudar a los millones de niños que en los últimos tiempos han consumido con voracidad esta serie de siete volúmenes.
Como en cualquier buena fábula de corte fantástico, aquí todo queda reducido, en definitiva, a una lucha entre las fuerzas del bien (lideradas por el sabio león Aslan, verdadero monarca destronado de Narnia) y las del mal (encarnadas en la usurpadora Bruja Blanca, que interpreta Tilda Swinton, y en las horribles criaturas que la secundan).
Alegorías y simbolismos
Mientras los chicos disfrutarán de la odisea de los cuatro niños y de las nobles criaturas que se enfrentan a la Bruja Blanca para derrotarla y terminar con el invierno eterno al que han sido condenados, los adultos podrán ocuparse de otras connotaciones y lecturas a partir de la catarata de referencias, alegorías y simbolismos. Se sabe que C. S. Lewis escribió sus crónicas con el Nuevo Testamento en mente y no es difícil ver en el personaje de Aslan -con su búsqueda ejemplificadora del sacrificio y su posterior resurrección- elementos que lo acercan a la dimensión de Cristo (de hecho, muchos especialistas analizaron sus conexiones con "La pasión de Cristo" y el esfuerzo del estudio Disney por llegar a los millones de evangelistas en el mercado norteamericano).
En el aspecto narrativo, la película maneja, especialmente durante su primera mitad, un medio tono bastante contenido y deja para la larga y espectacular secuencia final (una batalla muy en la línea de "Corazón valiente" y, otra vez, de "El señor de los anillos") buena parte del esperable tono épico y del despliegue de efectos visuales.
Esta vez, el trabajo de la Industrial Light & Magic en el terreno de los efectos especiales no resulta del todo logrado. Si bien hay una elaboración bastante creíble de los animales "digitales" (el león, los lobos, los castores), hay otros pasajes en los que se nota demasiado el montaje de los actores de carne y hueso sobre fondos construidos en computadoras. Así, por momentos la película remite a los clásicos previos a la década del 50 con la por entonces rudimentaria técnica de back-projection. El aporte del fotógrafo australiano Donald McAlpine ofrece el profesionalismo esperable, pero se extraña el delirio y la creatividad que ofreció con su compatriota Baz Luhrmann en "Romeo + Julieta" y "Moulin Rouge".
Así, con su corrección que no deja mucho margen para la sorpresa y con sus carencias, que tampoco la desmerecen demasiado, estas primeras "Crónicas de Narnia" alcanzan un aceptable debut cinematográfico. Quedan todavía seis chances para que sus productores alcancen un nivel superior y puedan estar así a la altura de las expectativas y de la popularidad del original literario.