Crítica de Doble discurso: sátira sobre el engranaje político disfrazada de comedia romántica
Julieta Cardinali, Diego Peretti y Rafael Ferro protagonizan uno de los estrenos de la semana, el film escrito y dirigido por Hernán Guerschuny
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Doble discurso (Argentina/2023). Guion y dirección: Hernán Guerschuny. Fotografía: Nicolás Trovato. Música: Loishka. Edición: Laureano Rizzo. Elenco: Diego Peretti, Julieta Cardinali, Rafael Ferro, Víctor Laplace, Jorge Suárez, Mónica Raiola. Duración: 113 minutos. Distribuidora: Digicine/Amazon Prime Video. Calificación: apta para mayores de 13 años. Nuestra opinión: regular.
La nueva apuesta del realizador y guionista Hernán Guerschuny (El crítico, Una noche de amor) intenta cubrir, bajo un mismo paraguas, diversos tópicos, géneros y tonos, con el escenario político como punto neurálgico de tres ideas de personajes más que roles con peso, de conceptos más que de propuestas narrativas originales, de clichés y analogías ceremoniosas más que de microrrelatos fluidos.
Doble discurso comienza con Cyrano de Bergerac como subtexto. Diego Peretti interpreta a El Griego, un consultor de imagen que trabaja para candidatos políticos utilizando su don para la persuasión, para encantar a través de la palabra. Sin demasiadas sutilezas, se nos presenta como un arquetipo de hombre siempre convincente, un lector avezado, un intelectual con facilidad para monologar. Debido a esto, es convocado por Ricardo Prat (Rafael Ferro), un candidato a presidente que busca limpiar su imagen, pero que carece de los recursos para argumentar con solvencia y remontar un panorama poco alentador para su campaña sobrevolada por causas de corrupción.
Entre ellos se encuentra Camila Hewell (Julieta Cardinali), una periodista que expuso episodios de acoso de Prat y que, en pos de conservar su reputación de comunicadora ecuánime, indaga en otros hechos que involucran a ese candidato que dice querer lo mejor para la gente. Para abordar ese triángulo, Guerschuny toma y abandona de manera cíclica los pormenores de la comedia romántica, con ecos a La verdad acerca de perros y gatos de Michael Lehmann y a la argentina Me casé con un boludo de Juan Taratuto. Así, esa subtrama se desarrolla con cierta predictibilidad. El Griego canaliza su amor por Camila, quien fuera su compañera en la universidad pública -un mundo al que el protagonista decía pertenecer, pero del que se termina alejando- a través de la figura de Prat, quien en simultáneo busca conquistar a esa mujer mediante la elocuencia de esa cruza de ilusionista con fantoche.
A medida que el engaño avanza, Doble discurso va perdiendo el rumbo con un guion que se empantana cuando deja la frescura de esos intercambios entre Peretti y Cardinali (el pasado que los une es una atractiva arista que la película explora de modo rasante, desperdiciando la química entre los actores), para mostrar cómo es el entramado político en época de campaña. Por lo tanto, no faltan personajes que son avatares de figuras que dialogan con nuestra coyuntura, recreaciones de los diferentes compromisos de los candidatos (el acto de promesa, el acto para desmentir lo que informan los medios, etcétera), y el clímax con el debate que tiene una vuelta de tuerca precedida por diálogos didácticos y redundantes.
Además, Doble discurso -que se estrenará en Amazon Prime Video el viernes 4 de agosto-, en su afán de exponer un determinado eslogan, termina cayendo en su propia trampa con un final en el que se pretende fusionar el lado más abyecto de la política con un revival de ese comienzo menos sombrío, en el que la comedia romántica parecía el mejor género en el que anclarse. Por otro lado, Guerschuny no ahonda en sus personajes por fuera del rol que tienen que cumplir en su maquinaria. Como ejemplo está la relación entre El Griego y su pequeño hijo, vínculo que es explorado solo cuando al film le sirve para otros propósitos, relación supeditada a otros relatos en el que se nos machaca el contraste de los ideales con la realidad más insoslayable.
Al querer cubrir todas las bases, Doble discurso se desenfoca rápidamente, y luego da un manotazo de ahogado que recuerda a la suprema Nueve reinas de Fabián Bielinsky, pero sin su ritmo y con una postura sermoneadora, citas a mujeres célebres, y una autoconsciencia que la despoja de todo charme. Como excepción, nos encontramos con esos pasajes menos intrincados y forzados en los que despunta el potencial de la dupla Peretti-Cardinali, que lamentablemente es abandonado en ese fútil camino a la construcción de personajes grotescos con los que se busca esbozar una crítica a la política que se queda siempre en la superficie.
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