Criaturas celestiales: el crimen que conmocionó a Nueva Zelanda y que inspiró el film que catapultó a Peter Jackson y Kate Winslet
La película sobre la cruel muerte de una mujer por parte de su hija y su amiga puso sobre el mapa hace 30 años al director y la actriz; además resucito el interés por las verdaderas asesinas, que aún estaban vivas
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En 1994 Peter Jackson, conocido entonces por clásicos de culto del cine gore como Bad Taste (1987) y Muertos de miedo (1992), sorprendió al mundo con una pequeña película sobre la folié a deux de dos adolescentes cuya insana devoción mutua terminó con el asesinato brutal de la madre de una de ellas. Criaturas celestiales tuvo un paso por la taquilla discreto, pero fue venerada por la crítica y supuso un punto de inflexión en la carrera de un Jackson que acabaría tocando el cielo de Hollywood gracias a sus adaptaciones de J.R.R Tolkien y además significó el debut cinematográfico de dos estrellas: Melanie Lynskey, protagonista de Two and a Half Men y Yellowjackets, y Kate Winslet, una de las mejores actrices de su generación. Cuando se incorporaron al rodaje, ninguna de las dos conocía los detalles de uno de los sucesos más turbios de la historia criminal de Nueva Zelanda.
Linskey y Winslet se metieron en la piel de Pauline Parker y Juliet Hulme, dos adolescentes de 15 años muy distintas entre sí. Parker era de origen humilde, hija de un pescadero y la dueña de una pensión, una muchacha huidiza y huraña que en las fotos del colegio siempre parece intentar ocultar su rostro. Hulme era altiva y luminosa y vivía en una casa señorial, su padre era el rector del Canterbury College de Christchurch y su madre una consejera matrimonial. Estaba acostumbrada a una vida cosmopolita mientras Pauline nunca había salido de su pueblo. Las unían las diferentes enfermedades que habían sufrido: Pauline osteomielitis y Juliet tuberculosis, dolencias que las habían mantenido encamadas durante largos períodos de tiempo en los que habían dedicado a leer y cultivar un mundo interior plagado de personajes creados por su imaginación.
El flechazo fue instantáneo. A medida que la fascinación entre ambas crecía, se iban desvinculando del exterior y fortaleciendo su unión. Sustituyeron lo que consideraban un par de existencias grises por un riquísimo universo de fantasía al que llamaron “el cuarto mundo” y que definían como “el paraíso sin cristianos”. Allí los dioses eran estrellas de la época, como el cantante de ópera Mario Lanza y el actor y director Orson Welles y ellas no eran Juliet y Pauline sino Deborah y Gina. Eran inseparables. Pauline pasaba la mayoría de los días y muchas noches en casa de Juliet.
Cuando esta recayó de la tuberculosis y estuvo ingresada en el hospital durante cuatro meses, se escribieron a diario. Soñaban con ser escritoras y trasladarse a Hollywood. Vivían su amistad con ensimismamiento hasta que los padres de Juliet le anunciaron su separación. Su madre tenía un amante y se iba a vivir con él a los Estados Unidos, mientras que su padre volvería a Inglaterra y a ella la enviarían a Sudáfrica con su abuela “por su salud”. El primer pensamiento de Juliet y Pauline fue viajar juntas, algo que fue rechazado de plano por los padres de ambas.
Ninguno de los progenitores valoró la descabellada opción de que Pauline se trasladase a África, pero las dos focalizaron su odio en Honorah Parker quizás porque ella era quien más cuestionaba la intensidad de su amistad. Incluso la había llevado a un psiquiatra, alarmada por su aspecto cada vez más demacrado. El especialista concluyó que su actitud se debía a su “apego homosexual” a Juliet. “Ojalá pudiera morir”, escribió en su diario. “¿Por qué no pudo morir mamá? Docenas de personas están muriendo todo el tiempo, miles, así que ¿por qué no madre, y padre también?”, escribió Pauline. 72 horas después de aquella entrada en su diario, Honorah Parker estaba muerta.
El 22 de junio de 1954 invitaron a Honorah a un picnic que habían improvisado en el parque, merendaron té y galletitas y dieron un paseo. Cuando pasaban por una zona con poca visibilidad, Pauline sacó del bolso un ladrillo que Juliet había agarrado en su casa y golpeó a su madre en la cabeza cuarenta y cinco veces mientras su amiga la sujetaba para impedir que huyese. La agredieron con tanta virulencia que el ladrillo se partió a la mitad. Ensangrentadas y fingiendo histeria, llamaron a la policía y dijeron que Honorah se había caído y golpeado con una piedra, algo que desmentía su rostro, tan desfigurado por los golpes que resultaba irreconocible.
La investigación fue breve. La policía no tardó en encontrar en casa de Pauline los diarios que cada día completaba meticulosamente: “Deborah (Juliet) llamó y decidimos utilizar un ladrillo en una media en lugar de un palo Discutimos el asesinato en profundidad. Me siento muy emocionada, como si estuviera planeando una fiesta sorpresa. Así que la próxima vez que escriba en el diario, mamá estará muerta. Qué extraño, y sin embargo qué agradable”, había escrito.
El caso monopolizó la atención del país. ¿Por qué dos adolescentes aparentemente normales habían cometido un crimen tan atroz? La opinión pública se dividió entre quienes creían que eran “dos chicas precoces y de mente sucia”, como afirmaba la fiscalía, o bien estaban locas y eran unas enfermas merecedoras de misericordia, como sostenía la defensa. La planificación que mostraban sus diarios echó por tierra aquella defensa. “No están incurablemente locas, son incurablemente malas”, sentenció el fiscal. Durante el juicio mantuvieron una actitud provocadora con constantes cuchicheo y risas entre ellas. “Parecían muy satisfechas consigo mismas”, escribe Peter Graham en Anne Perry and the Murder of the Century, donde también afirma que ambas veían el asesinato como una simple solución a sus problemas.
La prensa encontró en su historia un paralelismo con la de Leopold y Loeb, los célebres asesinos que inspiraron La soga de Alfred Hitchcock. Cuando se subieron al estrado afirmaron que se consideraban a sí mismas criaturas celestiales debido a su acceso al Cuarto Mundo y, por lo tanto, estaban exentas de las normas de la ley.
El jurado tardó menos de media hora en condenarlas. Como eran demasiado jóvenes para mandarlas a la horca, cada una pasó cinco años en la cárcel. Fueron enviadas a prisiones distintas y no se les permitió tener contacto. Consiguieron la libertad con la condición de que jamás volviesen a verse. Juliet fue liberada primero y abandonó el país a los pocos días para reunirse con su madre en Gran Bretaña. Pauline permaneció en libertad vigilada hasta mediados de la década de 1980 y después desapareció.
Un estreno y una verdad revelada
Durante 40 años fueron invisibles, pero en 1994, la película de Peter Jackson reavivó el interés por su truculenta historia de amistad y muerte. La investigación de los periodistas sacó a la luz un secreto que muy pocos conocían. Juliet Hulme se había escondido a la vista de todos. Oculta bajo el nombre de Anne Perry, se había convertido en una escritora de novela negra muy prolífica y respetada por sus obras de ficción criminal victoriana protagonizadas por dos detectives: Thomas Pitt y William Monk.
Perry, o sea Hulme, era entonces una atractiva sexagenaria que residía discretamente en Portmahomack, en el noreste de Escocia. Poco tiempo después, el NZ Woman’s Weekly también encontró a Pauline Parker. Sorprendentemente estaba a tan solo 900 kilómetros de Juliet. Había cambiado su nombre y trabajaba en un establo. Ambas se habían convertido en cristianas devotas y ninguna de ellas había formado una familia. Parker se negó a hablar con la prensa, pero sí lo hizo su hermana Wendy, que declaró que llevaba una vida monacal sin televisión ni radio y no había visto Criaturas celestiales. “No tiene ningún contacto con el mundo exterior, es una reclusa, en realidad, es una católica romana devota y pasa gran parte de su tiempo en oración”. Su existencia había sido discreta: estudió para ser bibliotecaria y jamás contó nada de su vida en su entorno. “Ha llevado una buena vida y está muy arrepentida por lo que ha hecho”, afirmó.
Al contrario que Parker, Anne Perry sí accedió a hablar de su crimen con la prensa. Y según declaró años después su hermano, cuando un periodista la llamó para preguntarle si ella era realmente Juliet Hulme se sintió aliviada, “Me alegro de que todo haya salido a la luz. No tengo nada que temer”, respondió según aquel relato. Aunque rechazó al principio conceder entrevistas sobre el tema y consideraba la película de Jackson “una basura” aunque no la había visto, finalmente rompió su silencio. En 1998, habló con EL PAÍS sobre lo que había significado ser descubierta por la opinión pública.
“En ese momento pensé que todo regresaba de nuevo, que mi vida se iba a arruinar para siempre. Fue uno de los peores momentos de mi existencia”. Sin embargo, sus ventas no solo no se resintieron sino que su popularidad se incrementó. Después de todo, ¿quién puede contar mejor un crimen que alguien que cometió uno? Hasta su muerte en 2023 mantuvo que había hecho “aquello” (nunca hablaba directamente de ello) para evitar que su amiga se suicidase. “Me sentía obligada hacia Pauline. Ella se mataría, era mi certeza, y yo sería la responsable de su muerte si no accedía a sus deseos”, aseguró. “Me encontraba muy sola y carecía de la fortaleza suficiente para hacer frente a la situación”. No constan en ninguno de los miles de documentos del juicio las tendencias suicidas de Pauline y la hermana de esta las niega categóricamente. También afirmó que jamás había vuelto a ver a Pauline, algo sobre lo que existen muchas dudas, y que apenas recordaba algo de aquellos días. También negó que hubiera algo sexual o romántico en su relación.
“Ningún remordimiento”
Anne Perry falleció en 2023. Recientemente, su hermano Jonathan Hulme, que trabajó como su ayudante durante los últimos 20 años de su vida, consideró que tenía que aportar luz a la historia del crimen y de la relación de Juliet con Pauline, a la que él considera “un personaje un poco oscuro e insensible”. “Fui su hermano durante 79 años y su asistente personal durante 22 y me considero en una posición única para hacer una contribución significativa, especialmente porque nos acercamos al 70 aniversario de ese infame caso”, declaró. “Era un personaje complejo y, sin duda, una escritora de talento. Pero seguía habiendo en ella un poso de deshonestidad y egoísmo. Ella no se consideraba a sí misma como una psicótica o una loca, pero para mí, al verla, estaba claro que lo era”.
Antes de volver a Inglaterra, donde ambos se reencontraron, ella había intentado establecerse en los Estados Unidos. “Fue a América, a Los Ángeles. Toda la vida había soñado con que las dos iban a ir a Hollywood, donde serían aceptadas y famosas. Fue una fantasía absoluta, pero mi hermana trató de hacerla realidad”. También afirmó que su hermana sabía que había hecho algo mal y que aceptó ir a prisión, pero “no recuerdo que ella, en ningún momento, expresara mucho remordimiento”.
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