Coordinadora de intimidad, el rol que nació tras los escándalos por abusos sexuales en Hollywood: cómo se protege a los actores
La directora de casting argentina Tati Rojas cuenta cómo se identifican las escenas íntimas y cuáles son las barreras que se implementan para evitar el roce los cuerpos en las escenas de sexo
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Tati Rojas tiene un trabajo en pleno auge en el mundo de la ficción: es coordinadora de intimidad. Aparte de ser directora de casting y coach actoral desde hace más de dos décadas, su nuevo rol surgió como una necesidad a partir de las acusaciones de delitos sexuales y abusos de poder que sacudieron el mundo del espectáculo. “Ayuda a conseguir una representación de la sexualidad más auténtica”, dice. Entre sus participaciones más destacadas como coordinadora se encuentran la serie Coppola, el representante y el film español Objetos.
Fue en 2017, con el auge del movimiento #Metoo en los Estados Unidos, que se desató una catarata de acusaciones por delitos sexuales contra los poderosos de la industria del cine. El productor Harvey Weinstein -cuya condena por violación en Nueva York fue revocada días atrás por un tribunal de apelaciones, y volverá a enfrentar otro juicio- fue el principal señalado por las actrices más reconocidas de Hollywood. A partir de ese momento, surgió la necesidad de proteger a los artistas -en su mayoría mujeres- de los abusos del pasado que por tanto tiempo se habían mantenido ocultos o en silencio en el mundo de la ficción. Así nació este nuevo rol que “protege a los intérpretes al exponer sus cuerpos: desde una escena en la ducha, un beso, o atravesar una situación de dolor o de violencia”, relata Rojas.
En términos generales, consiste en planear y coreografiar una determinada escena íntima junto con los intérpretes y el equipo técnico. Su finalidad es asegurar el bienestar y comodidad de los actores y todas las personas que participan del rodaje. “Es un rol multifuncional”, destaca la coordinadora, que se encarga de acompañar a los actores en las secuencias (ya sean desnudos, semidesnudos o sexo) para asegurar que se filme de forma adecuada, que todos los partícipes, tanto delante como detrás de cámara, se sientan cuidados, y que las cámaras no muestren más de lo deseado.
Su nuevo camino profesional empezó “casi por casualidad”. Hace tres años, recibió un llamado de la producción de la comedia Mas respeto que soy tu madre, dirigida por Marcos Carnevale: “Querían que coordinara una escena íntima muy simple”, cuenta la especialista. “No era una exigencia de la plataforma, surgió personalmente de las productoras. Cuando me puse a investigar, pensé:” ¿Cómo no lo tuvimos antes?”, reflexiona.
Rojas se formó en el exterior. “Las únicas capacitaciones que existen son anglosajonas”, cuenta. Durante un año se preparó en línea con la inglesa Abigail Kessel -discípula de la pionera en coordinación de intimidad: Ita O’Brien, de la serie Sex Education-. “ La preparación incluyó estudios sobre primeros auxilios psicológicos, comunicación no violenta, sexualidad, métodos de mediación y temas legales. “Tenemos herramientas para decodificar cualquier situación disruptiva y alertar al respecto. Es mucho más compleja que ser coach actoral”, asegura.
Simulación versus realidad
“¿Por qué coordinábamos los bailes y las peleas, pero no se pautaba las escenas de besos? Si bien la mayoría solo lo ve como ‘un beso’, nunca es solo eso, es lo más íntimo que pueden tener los actores en escena, hay intercambio de fluidos”, reflexiona hoy la coordinadora.
A diferencia de lo que se intenta transmitir a los espectadores que están del otro lado de la pantalla o del escenario, “El sexo en pantalla o en una obra no es de verdad”, se apura a remarcar Rojas. “Los besos y las caricias sí lo son. Es un estímulo real. En cambio, el resto lo simulamos”, enfatiza, sobre la importancia de gestionar las escenas íntimas durante todas las etapas del rodaje hasta que el proyecto está finalizado.
Aunque la especialista asegura que “todavía existe cierto desconocimiento” para clasificar qué es intimidad en la ficción, lo usual es que las escenas de “sexo simulado”, “desnudez o semidesnudez” o “violencia” entren dentro de esa categoría. Aunque añade que la clasificación es mucho más extensa: “Cualquier escena que pueda exponer a los actores a un estado emocional elevado, aunque vaya más allá de lo físico, también están incluidas, por ejemplo trauma, histeria, angustia o violencia verbal. El ejemplo más claro es una violación: en que se compromete lo físico, lo emocional y lo psíquico”.
“Cada persona tiene diferentes formas de concebir su propio cuerpo y lo que significa la intimidad”, resalta Rojas, por lo cual la comunicación y límites son esenciales. Entre sus experiencias más alocadas en el set, cuenta: “Una vez, una persona me abordó y me dijo: ’No me molesta andar desnudo, ni ver gente desnuda; al contrario, me gusta’”. En ese caso, debió explicar las reglas sobre “el cuidado del otro”, marcando la diferencia del entorno donde se encontraban. “Sería diferente en una playa nudista, donde todos consensuan andar sin ropa”. Es una regla básica de cualquier escena que incluya desnudos; “Cuando se dice ‘acción’, se destapa. Cuando se dice ‘corte’, se tapa”, afirma Rojas.
En la Argentina, al no estar todavía instalado el rol de coordinador de intimidad, la intervención muchas veces llega tarde -cuando ya empezaron a rodar, o no hay tiempo para ensayar- y no se puede hacer el camino completo. “Al principio hay resistencia, que luego afloja cuando empiezo a trabajar. Me pasó con un director que no quería saber nada, pero después vio que funcionaba y se sintió liberado: se dio cuenta en vivo de lo necesario que es. Pero hay gente que se siente invadida”, cuenta la coordinadora, y resalta: “Si se ensaya y luego se filma, el rodaje es fácil y fluido, e incluso se reducen los tiempos. Y tiempo en cine es dinero”.
El protocolo ideal
El rol de Rojas empieza antes de que se comience a grabar. Primero se reúne con el director para saber cómo se va a rodar; luego pauta el consentimiento y los límites con los intérpretes, y por último se ensaya la escena. Una vez que empieza el rodaje, interviene cada vez que se va a filmar una escena clasificada como “íntima”. Ahí es cuando se encarga de activar el protocolo de set cerrado y verificar su cumplimiento, en que solo pueden estar presentes las personas indispensables para la realización de la escena.
Entonces su función consiste en facilitar la comunicación entre todos los partícipes de un set y asegurar el cumplimento de los protocolos hasta el final del proceso. No está dentro de sus tareas censurar, ni reducir el grado de desnudez o de contenido sexual que aparece en pantalla. Por el contrario, algunos intérpretes, se sienten más seguros y dispuestos para lograr escenas íntimas cuando cuentan con el apoyo de un coordinador de intimidad: “No solo pautamos cómo se va a articular el momento íntimo, sino que también les damos contención emocional”, explica Rojas. “Un actor puede cambiar de opinión respecto de lo que está dispuesto a hacer, por ejemplo, si le puede dar cosquillas que lo besen en el cuello, la escena se modifica, como pasa en la vida real”.
Aparte del set cerrado, existen otras reglas y técnicas para proteger a los intérpretes. Las técnicas de enmascaramiento consisten en el uso de protectores genitales y barreras para evitar el roce los cuerpos y cubrir las zonas íntimas. También cuenta Rojas que se enseña a los intérpretes diferentes poses y movimientos que ayudan a simular algo que no está sucediendo en realidad. “Antes de filmar se hace el chequeo de todo lo acordado previamente”, describe la coordinadora y agrega que durante esa instancia se prohíbe a todos los presentes sacar fotos o filmar con sus dispositivos.
La aplicación del protocolo recién termina en la posproducción cuando las escenas en la pantalla cumplen con lo pautado por los actores. “Eso es lo ideal, acá, en la Argentina, todavía nos estamos adaptando”, cierra.
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