Contacto en Francia
La directora presenta un documental
Con numerosos documentales, reportajes y libros en su haber, la cineasta francesa Marie-Monique Robin se halla en Buenos Aires para el estreno de "Escuadrones de la muerte: la escuela francesa" (que aquí se estrenará mañana), un documento fílmico que, como ella lo señala en un diálogo con LA NACION, "pone en descubierto la participación de los militares franceses en la génesis de la llamada Operación Cóndor y en el adiestramiento de los oficiales argentinos y chilenos basado en el modelo que el ejército de Francia aplicó en Indochina en 1954 y en Argelia en 1957".
Mirada propia
La realizadora explica que su film fue concebido primero como "una mirada a la Operación Cóndor, pero luego el proyecto fue tomando vuelo, ya que tras una ardua investigación pude entrevistar al ex presidente de facto Reynaldo Bignone; al ex ministro del Interior Albano Harguindeguy, y al ex jefe del II Cuerpo de Ejército Ramón Genaro Díaz Bessone, que me hablaron acerca de los entrenamientos realizados en Francia por un grupo de oficiales argentinos. Esto me sirvió para comprobar que lo aprendido en aquel país fue trasladado aquí en una de las épocas más nefastas de la historia reciente".
-¿Cuánto tiempo le llevaron la investigación y la realización de este documental?
-Estuve investigando aquí, en Chile, en los Estados Unidos y en Argelia y, paralelamente, leí libros y revistas acerca del tema. Esta tarea me demandó dos años de trabajo, a los que se les debe sumar uno más de rodaje. Mi intención era clarificar esta problemática, que creo que es muy desconocida para el común de la gente, y poner en descubierto aspectos de los años de terror en la Argentina y en Chile, países que vivieron los rigores de las dictaduras militares en los años setenta y ochenta.
-¿De qué manera financió su película?
-Rodar documentales no es fácil ni tan económico como se presume. Yo ya venía con una filmografía muy extensa, lo que me permitió realizar "Escuadrones de la muerte: la escuela francesa", que lentamente contó con capitales de la televisión de mi país. El costo del documental fue de 300.000 dólares, cifra muy alta para un producto que no cuenta con una gran masa de público ni con el interés de los distribuidores. Pero finalmente logré mi propósito, que culmina ahora con su proyección en Buenos Aires. Para mí, el documental fue siempre una necesidad vital de plantear y replantear todo tipo de temáticas políticas y sociales. Pero ahora deseo encarrilarme hacia los films de ficción, que en definitiva son historias de vida. Mientras tanto, disfruto de ésta, mi octava visita a Buenos Aires, con el agregado de que mi documental puede mostrarse a su público.
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