Con la llegada a Netflix de Slam, todo por una chica, repasamos lo mejor de Nick Hornby en cine
El estreno del film italiano es una excelente excusa para analizar las mejores películas basadas en la obra del autor inglés
Siempre está presente la idea de dos ovejas, una masticando un carrete de fílmico y otra un libro, mientras se preguntan cuál es mejor: si la película o la novela. Y si bien esa imagen sigue siendo la sinopsis más perfecta sobre la absurda comparación que se establece a la hora de hablar sobre adaptaciones fílmicas, es innegable que hay autores que tuvieron la suerte de tener films que le hicieron justicia a su obra. Y ése es el caso de Nick Hornby, el escritor inglés dueño de una obra literaria imprescindible. Por este motivo y con el estreno mundial de Slam, todo por una chica, repasamos las mejores películas basadas en sus libros, algunos de sus guiones originales y las historias que aún no llegaron a la pantalla grande.
Educación temprana: Slam, todo por una chica
Hace poco tiempo Netflix compró para su catálogo este film que adapta la quinta novela de Hornby. La historia es la de Sam, un skater de 16 años que se enamora de Alicia, una joven con la que comparte un vínculo ideal. Pero la relación se desgasta y cuando Sam decide seguir adelante con su vida sin atarse a ningún compromiso, su novia le revela que está embarazada. A partir de ese momento él deberá asumir sus deberes como padre e intentar llevar adelante un noviazgo que parece destinado al fracaso. En la cronología de Hornby, Slam se encuentra justo en la mitad, marcando un quiebre en su universo y abandonando cierto tono engañosamente ligero que caracterizó a sus libros previos. Luego de En picada, el escritor contó este amargo relato en el que lejos de los protagonistas adultos que se negaban a crecer (entendiendo el crecer según el canon social de lo que se supone que es madurar), aquí el eje es un joven que debe asumir demasiado pronto una responsabilidad no deseada, pero sí aceptada. Y la película del director Andrea Molaioli captura con corazón la inseguridad de su protagonista, su miedo a lo desconocido y su desprolijo, pero conmovedor proceso de aprendizaje como papá.
La capilla sixtina de Hornby: Alta fidelidad
Para muchos fue el ritual de iniciación, el primer paso dentro del mundo de Hornby. La película protagonizada por John Cusack (un fan declarado del inglés, que ofició aquí como productor y coguionista) enamoró a hombres y mujeres que se sentían irremediablemente identificados con la crisis de un personaje que se repartía entre su amor por los discos y la profunda angustia de no entender en qué consistía una relación de pareja a los treinta y pico. Por ese motivo, Rob se propone un recorrido para descubrir por qué sus cinco grandes romances del pasado lo abandonaron. Y esa excusa le permite a la película trasladar las pasiones que Hornby plasmó en su novela original: los Top Five interminables, la alegre melancolía de recordar a esas personas que nos rompieron el corazón (y que probablemente podrían volver a hacerlo si les diéramos la oportunidad), el amor por la música y la siempre confiable sabiduría de Bruce Springsteen, el único faro al que vale la pena seguir. Alta fidelidad, la película y el libro, son para muchos el punto más alto en cuanto a las ficciones de Hornby, y si bien eso es muy relativo, es innegable que basta con ver este film (o leer esta novela) para enamorarse de la sensibilidad del autor inglés.
Cambiar significa mejorar: Un gran chico
Hay algo muy loable acerca del film Un gran chico y es el desafío que representaba meterse con un libro cuyos capítulos eran narrados de forma alternada entre el niño del título y el adulto que lo conoce, y cómo cada uno de esos episodios hablaba no solo sobre la sensibilidad de cada uno de ellos, sino también sobre cómo estas dos criaturas tan opuestas se percibían mutuamente. Los hermanos Chris y Paul Weitz, que habían realizado hacía solo tres años una gran película injustamente subvalorada como American Pie, se tiraron de cabeza al mundo de Hornby y sus neuróticos protagonistas, logrando aprobar un examen que parecía imposible.
Los directores de esta película sabían a la perfección que el éxito de una adaptación no consiste en trasladar al pie de la letra lo que sucede en el libro, y que de esa forma solo se obtiene una triste copia en movimiento del escrito original, que solo conduce al tedio y que priva al film de tener una propia razón de ser. Lo que se propusieron los Weitz fue seguir los pasos de Francois Truffaut cuando, en su artículo La adaptación literaria en el cine, concluyó que “el único tipo de adaptación válida es la adaptación del director, es decir, la que se basa en la reconversión de ideas literarias en términos de puesta en escena”, y el mejor ejemplo de cómo los Weitz respetaron eso fue con la escena final de Un gran chico. Ese momento, si bien tiene poco que ver con el cierre del libro, le permitió a los directores darle un sentido punto final a la historia de Will (Hugh Grant) y Marcus (Nicholas Hoult), comprendiendo que cine y literatura son medios distintos con lógicas narrativas muy diferentes. Repitiendo el mismo ejercicio de Joe Wright en el final de Expiación, deseo y pecado (cambiando el cierre de la novela de Ian McEwan para reemplazar una obra de teatro infantil por una entrevista televisiva), los hermanos Weitz consiguieron una emotiva despedida que no necesitó respetar la literalidad de la novela para ser fiel a sus personajes. Y de esa forma, ambos lograron una gran película basada en un gran libro.
Las mujeres según Hornby: Enseñanza de vida
El film dirigido por Lone Scherfig fue la segunda experiencia de Hornby en la escritura de un guión cinematográfico (la primera fue una versión de Fiebre en las gradas protagonizada por Colin Firth). Basada en las memorias de Lynn Barber, Enseñanza de vida cuenta la historia de Jenny (Carey Mulligan), una joven estudiante inglesa que se enamora de David (Peter Sarsgaard), un hombre que la lleva a conocer otro mundo que en la superficie tiene ver con un nuevo y moderno estilo de vida, pero que en el fondo se vincula con inquietudes de la propia protagonista. En la fascinante Londres de los sesenta, Jenny verá cómo su vida, su educación y la percepción de su familia puede cambiar con la llegada de David. Se trata de una historia en la que Hornby trabaja un personaje femenino encantador, logrando construir a una heroína que se potencia gracias al enorme trabajo de Mulligan.
Las mujeres como protagonistas no necesariamente abundan en la bibliografía del autor, pero cuando una de ellas aparece lo hace con fuerza, carisma e independencia, caracterizándose principalmente por vivir sus decisiones con total libertad. Katie, la primera gran mujer en la obra de Hornby y la protagonista de su tercera novela, Cómo ser buenos, demostraba la facilidad con la que el inglés podía construir personajes femeninos menos acomplejados que sus pares masculinos. Esa misma forma de entender a las mujeres, el autor la continuó trabajando no solo en sus siguientes libros, sino también en los guiones que le tocó escribir y Jenny es un excelente ejemplo de eso. Ella atraviesa un camino que jamás anticipó y logra salir de él enriquecida gracias a un conocimiento adquirido. Es evidente que a Nick le interesan las historias de mujeres independientes y cómo ellas pudieron romper tabúes en décadas pasadas. Enseñanza de vida reúne ambos temas e incluso anticipa futuros trabajos del autor como el guión de Brooklyn e incluso la que al día de hoy es su última novela, Funny Girl, protagonizada por una aspirante a Lucille Ball que logra ser la protagonista de una exitosa sitcom. Las mujeres de Hornby no se arrepienten, sino que aprenden a vivir con los dolores que las atravesaron para capitalizarlos y mejorar sus experiencias.
Un inglés en Estados Unidos: Amor en juego
A priori podría decirse que esta película de los hermanos Farrelly tiene muchos puntos en contra. Ante todo porque busca adaptar una novela protagonizada por un inglés amante del fútbol, algo que muchos pueden presuponer que poco tiene que ver con un norteamericano fanático del baseball. Pero los directores logran trasladar ese mundo y si bien no consiguen un resultado tan sólido como el de otros films de su carrera, no por eso ésta deja de ser un título con grandes momentos. Aquí el protagonista es Ben (Jimmy Fallon), un fan acérrimo cuyo amor por los Boston Red Soxs condiciona y pone en jaque la relación que establece con Lindsey (Drew Barrymore), una mujer totalmente ajena al mundo del deporte. El film, que termina siendo superior a la versión previa protagonizada por Colin Firth, funciona ante todo por la química de sus protagonistas y porque más allá de las diferencias culturales, los problemas que surgen en una pareja cuando uno de los involucrados es un apasionado del deporte (o de los videojuegos, o del cine, o de lo que fuere) no son muy distintos en Inglaterra, Estados Unidos o Kuala Lumpur. Y rebelarse ante el supuesto cánon cultural que parecía ofrecer la novela, para tergiversarlo y reversionarlo en los Estados Unidos fue el mayor logro de esta película.
De yapa: Juliet, desnuda, el próximo proyecto
En 2009, Hornby publicó Juliet, denuda. El libro empieza con Duncan, un hombre obsesionado con un músico llamado Tucker Crowe, que luego de un disco perfecto desapareció del mapa y no volvió a componer. La mujer de Duncan, algo hastiada por el fanatismo que su pareja tiene con el artista, decide escribirle al propio Tucker y desarrolla con él un inesperado vínculo. Juliet, desnuda es un libro amargo, en el cual la mirada del autor para con el melómano empedernido es mucho menos idealizada de la que tenía para con el Robb de Alta fidelidad. Acá los hombres obsesionados con la música son algo más insoportables y menos simpáticos, al punto en el que Hornby pareciera incluso construir una autocrítica desde la perspectiva de Annie, la novia del protagonista. Esta novela pronto llegará a los cines, ya que hace pocas semanas comenzó a filmarse su adaptación protagonizada por Chris O´Dowd (Duncan), Rose Byrne (Annie) e Ethan Hawke (Cameron).
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