Cómo es Llamen a Joe, la película sobre “el abogado del rock” y el famoso fallo Bazterrica que sentó jurisprudencia
La primera película de Hernán Siseles pone el foco en un personaje muy especial, Joe Stefanolo, que logró una sentencia histórica de la Corte Suprema y que fue el abogado de muchísimos músicos, como Andrés Calamaro, Pipo Cipolatti y Andy Chango, entre otros
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La de Albino “Joe” Stefanolo es una historia que merece ser contada. Es un abogado nada convencional que ha aparecido mucho en los medios, pero no uno mediático, vale la pena aclararlo. Ha defendido a buena parte de los rockeros argentinos a lo largo de muchos años, e incluso puede ostentar el orgullo de haber conseguido que la Corte Suprema de Justicia declarara la inconstitucionalidad de la persecución del delito de tenencia de estupefacientes para consumo personal en el célebre “Fallo Bazterrica”, una sentencia bisagra que se estudia hace años en la carrera de Derecho por haber sentado jurisprudencia.
Más conocido como Joe, siempre ha llamado la atención por su informalidad (con la barba tupida y el pelo largo, estuvo siempre más cerca del look de un músico de heavy metal o rock progresivo que de la prolijidad de la mayoría de los abogados) y sobre todo por haber tenido una clientela célebre -además de Gustavo Bazterrica, gran guitarrista de Los Abuelos de la Nada, Fito Páez, Andrés Calamaro, Litto Nebbia-. Hoy también vela por los derechos de músicos que dan sus primeros pasos profesionales como Kiddo Toto, el seudónimo artístico de Lorenzo Ferro, quien se hizo conocido por haber protagonizado la película de Luis Ortega, El Ángel.
A este abogado excepcional en más de un sentido está dedicado el documental Llamen a Joe, recién estrenado en el Bafici. Todavía quedan dos funciones de la película, que además marca el debut en la dirección de Hernán Siseles, periodista (Rolling Stone, Los Inrockuptibles, Haciendo Cine), guionista y realizador audiovisual: el jueves 27 a las 19,30, gratis en el Anfiteatro del Parque Centenario, y el domingo 30 a las 21,35, en la sala 1 de El Cultural San Martín.
Siseles pensó por primera vez en este proyecto hace unos años, cuando se cruzó con Stefanolo por la calle después de haberlo entrevistado para un documental de la señal VH1 sobre Luca Prodan, uno de los personajes del rock que atraviesan la vida del singular abogado. “Por mi trabajo como periodista, pero también por mi condición de fan, me interesan la historia y la evolución del rock en la Argentina -explica el director-. Conocemos bastante el recorrido de sus protagonistas músicos, pero no tanto de sus personajes laterales, desde managers y empresarios de discográficas hasta plomos y artistas visuales. En ese sentido, me parecía muy interesante abordar la historia de Joe, a quien ya muchos conocían como ‘el abogado del rock’. Yo provengo de una familia de abogados, con lo cual todo ese mundo judicial, la zona de Tribunales e incluso la jerga de los abogados me resultan cercanos y atractivos”.
El proceso de producción del documental fue largo. Unos diez años a lo largo de los cuales Siseles fue escuchando las numerosas historias que le contó Stefanolo, tomando notas y grabándolo, a veces registrando también esas charlas en video. “En el medio de ese proceso escribí un perfil sobre Joe bastante extenso para la revista Rolling Stone -recuerda ahora el realizador-. Hasta que finalmente conseguimos la financiación y empezamos con la producción de la película propiamente dicha. Yo nunca había dirigido un documental, por eso me acerqué a Néstor Frenkel, un especialista en el género que por suerte se entusiasmó y terminó colaborando en el desarrollo del proyecto”.
Uno de los desafíos de la producción fue coordinar tiempos con Joe, que fiel a su perfil de outsider sigue sin usar teléfono celular. Su gran aliada para organizarse es Graciela, esposa y receptora de todos los mensajes de los clientes. “Todo aquel que lo necesita, sabe que lo puede encontrar en el estudio de la calle Tucumán dos días por semana. Y él está. Puede tardar más o menos en atender, pero siempre está”, asegura Siseles. “Creo que Joe es un personaje de otro tiempo -agrega-. El dato de que no usa celular parece anecdótico, pero al ver la película terminada y notar que casi no aparecen celulares a pesar de estar hecha en esta época, le puedo dar más valor. Lo mismo con su modo de recorrer la ciudad, siempre a pie o en transporte público. O el modo de recibir a potenciales clientes en su estudio, sin cita previa. Son hábitos que se corren de los estereotipos que podemos tener de los abogados”.
Siseles cuenta que tuvo absoluta libertad para trabajar. Más allá de los testimonios que reúne la película -Gustavo Bazterrica, Andrés Calamaro, Pipo Cipolatti, Andrea Prodan, Joaquín Levinton, Andy Chango, Geniol- y que van delineando al personaje a través de recuerdos que siempre están teñidos de cariño, la mirada cómplice del director seguramente fue importante para que la relación fluyera en un marco de confianza mutua. “En ningún momento Joe me dio opiniones o directivas sobre cómo hacer la película. Ni sobre cómo retratarlo. Ni siquiera me preguntaba. Me fue abriendo las puertas de algunos espacios, me compartía algunas de las actividades que tenía por delante y me permitía trabajar libremente. Yo también le proponía algunas situaciones, y si él se sentía cómodo, avanzábamos”.
En Llamen a Joe no hay una investigación exhaustiva alrededor de cada una de las causas judiciales en las que intervino Stefanolo ni un foco específico sobre sus relaciones con los músicos para los que trabajó. “Por eso la búsqueda de archivo tampoco fue tan minuciosa -dice Siseles-. Algunas causas importantes que llevó Joe ni siquiera están en la película, porque sentí que requerían un tratamiento mucho más profundo y en otro tono. Cromañón, por ejemplo. O el asesinato de las abuelas de Fito Páez. El archivo en este documental funciona básicamente para ubicarnos en los distintos climas de época de las historias que se cuentan”.
El tono de la película es, en consecuencia, distendido, desacartonado y condimentado por un humor ligero al que Stefanolo se plegó sin problemas. “La imagen de Joe cautiva y encierra un misterio -sostiene Siseles-. La etiqueta de ‘el abogado del rock’ sirve para entender algunas cosas, pero no alcanza para definirlo. Su figura dista bastante del estereotipo del abogado, pero tampoco tiene un estilo de vida rockero. Está bastante lejos de eso, de hecho. Lo más interesante es el modo en que se relaciona con esos dos mundos tan diferentes (la justicia, el rock) sin problemas y el consenso que hay sobre sus cualidades personales y profesionales, tanto en el ambiente de la música como en el de los abogados. Lo que más sorprende es su sensibilidad, su apoyo y su militancia en las causas que lo movilizan, su costado melómano y el artista latente que vive en él”.
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