Cómo es el impactante nuevo documental de Michael Moore que arrasó en Toronto
TORONTO.- De un lado, una atrapante y poderosa fábula musical sobre las posibilidades del amor entre el éxito y el fracaso. Del otro, un alegato político con pretensiones de alcance masivo que llega más lejos de todo lo conocido sobre Donald Trump, su administración y el futuro de Estados Unidos. Todo casi a la misma hora, apenas una muestra de cómo desde el cine se observa el mundo de todos los días, más ficticio o más real, con muchos puntos de conexión en el medio.
Esto es apenas una muestra de todo lo que puede ofrecer en solo un rato el inmenso Festival de Cine de Toronto (TIFF 2018), que puso en marcha hoy su segunda jornada con dos platos fuertes matutinos, las primeras proyecciones para los representantes de la industria y la prensa especializada de la cuarta remake del gran clásico musical de Hollywood Nace una estrella, dirigida y protagonizada por Bradley Cooper y con Lady Gaga como gran atracción, y Fahrenheit 11/9, el nuevo documental de Michael Moore .
La versión 2018 de Nace una estrella ratificó las elevadas expectativas que la película trajo desde su estreno mundial en Venecia, hace apenas una semana. Y aquí, como corresponde al lugar en el que tradicionalmente empiezan a jugarse las cartas de cada nueva temporada de premios, ya aparecieron las especulaciones sobre futuras candidaturas para los intérpretes (Gaga sobre todo), los rubros técnicos y las canciones.
Nace una estrella es por sobre todo un relato convincente y muy empático sobre la agonía artística de una estrella de country rock (Cooper) que supo disfrutar de la fama y el simultáneo encumbramiento de una joven cantante (Gaga) que encuentra cobijo en su colega y desde allí dispara su talento hacia la fama y el reconocimiento en otro terreno mucho más moderno, mientras su mentor recurre cada vez más al alcohol. Hay una historia de amor creíble y genuina detrás de las bambalinas, un retrato tan discreto como descarnado de las necesidades del showbiz, grandes canciones, historias familiares que van del descontento al consuelo y dos protagonistas que sacan provecho de una gran química en la relación que mantienen en la pantalla y de la gran paleta de sentimientos que saben hacer aflorar en el triunfo y la derrota.
Fahrenheit 11/9 es mucho más que el reverso de aquella obra previa en la que Moore deconstruía y cuestionaba las políticas de George W. Bush a la luz de la caída de las Torres Gemelas. El nuevo título, explícita alusión al día en que Trump asumió como presidente de Estados Unidos, es el primer disparador de un nuevo documental político con el que Moore deja atrás la liviana y juguetona ironía de su obra anterior (¿Qué invadimos ahora?, de 2015) y vuelve a mostrarse irritado y sumamente incómodo con la situación de su país. De hecho, el final de la película es un claro llamado a la acción para interrumpir un camino irreversible, según el director, hacia el despotismo y la tiranía.
La película arranca con una descripción al típico estilo Moore del proceso electoral de 2016 que le dio la victoria a Trump, a quien retrata primero con los acordes de la banda de sonido de la película La profecía y luego, ya coronado triunfador, con el aria más conocida de la ópera I Pagliacci, de Leoncavallo. Podemos imaginar de inmediato quién es el que ríe en este caso. Lo que se propone Moore es demostrar, con su calculado trabajo de montaje en el que suele tomar algún caso o dato puntual para inferir desde allí una explicación general o directamente una tesis, es que todos en Estados Unidos, sobre todo sus adversarios, hicieron lo posible para que Trump ganara: desde los medios de comunicación más "liberales" y la TV en su conjunto hasta el propio Partido Demócrata.
Trump cuestiona con dureza en distintos tramos a los Clinton y también a Barack Obama, a quien señala directamente como una suerte de empleado a sueldo de algunas corporaciones. Solo deja a salvo a Bernie Sanders, el candidato que perdió en la interna de 2016 contra Hillary Clinton y que, según cuenta Moore, parece haberse resignado a la manipulación de sus votos en esa ocasión. El documental sugiere que se le escamoteó deliberadamente el triunfo en varios estados para favorecer la nominación de Clinton.
De allí, Moore pasa directamente a describir las tragedias sociales y políticas de la actualidad estadounidense, y cómo la administración Trump no demorará mucho en empeorarlas con la complicidad involuntaria o no de sus predecesores. El documentalista, que vuelve a su hábito predilecto de aparecer constantemente en cámara dialogando con expertos o ciudadanos rasos, concentra su ira en el gobernador de Michigan, Rick Snyder, a quien califica directamente de "criminal" por la contaminación del agua potable en su estado. Sobre todo en Flint, la ciudad natal de Moore.
Ahí se concentra buena parte del extenso documental (más de dos horas) con denuncias de todo tipo y el clásico efectismo de Moore, a quien vemos, esposas en mano, en la sede del gobierno estatal decidido a efectuar un "arresto ciudadano" del gobernador o arrojando agua supuestamente contaminada desde un camión tanque a la residencia de Snyder. Moore siempre logra juntar los extremos. Junto a esas artificiosas manipulaciones consigue momentos de genuino e intransferible dolor cuando recuerda a través del material de archivo los devastadores hechos de Parkland, otra tragedia provocada por la falta de control en el uso de las armas de fuego.
El momento más impactante lo reserva para el final, cuando recurre a viejas imágenes de época para demostrar, según su mirada, que Trump lleva a los Estados Unidos a un camino similar al que eligió Hitler para transformar en su momento a la culta Alemania en un lugar dominado por el totalitarismo nazi. Moore nos quiere advertir, ya convertido en un activista desde el lugar del documental político, que sobran indicios en esa dirección y ya no cabe mirar para otro lado. Maestro del impacto o convencido nostálgico del sueño perdido de una sociedad menos desigual, Moore no deja a nadie indiferente. Lo que es seguro es que Fahrenheit 11/9 está pensada para el mercado doméstico estadounidense y difícilmente llegará en formato cinematográfico a otros territorios.
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