Como el mar retrata sin golpes bajos las complejidades de la maternidad
El largometraje de Nicolás Gil Lavedra cuenta con dos grandes trabajos de la coguionista, Zoe Hochbaum, y de Sofia Gala Castiglione
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Como el mar (Argentina-Uruguay/2024). Dirección: Nicolás Gil Lavedra. Guion: Zoe Hochbaum y Gustavo Gersberg. Fotografía: Germán Nocella Sedes. Edición: Eliane Katz. Música: Hernán González Villamil, Nicolás Molla. Elenco: Sofía Gala Castiglione, Zoe Hochbaum, Carmen Maura. Distribuidora: Star Distribution. Duración: 84 minutos. Nuestra opinión: buena.
Cómo recuperar el tiempo perdido es una de las temáticas de Como el mar, el largometraje de Nicolás Gil Lavedra coescrito por Gustavo Gersberg y la coprotagonista del film, la talentosa Zoe Hochbaum, cuyo eje es la manera en la que Paula (Sofía Gala Castiglione, en otro gran trabajo) intenta, precisamente, revisitar su pasado de la manera menos dolorosa posible para perdonarse a sí misma y para poder, de ese modo, construir una vida menos turbulenta. Como manera de readaptarse a la cotidianidad y no enfrentar los coletazos de sus acciones, Paula miente porque lo considera correcto, no tanto para ella sino para quien se nos presenta en el inicio del film como su hermana Azul (Hochbaum), una adolescente que es sobreprotegida por Paula hasta que la muerte de su madre, Teresa, las obliga a reconstruir su relación desde otro lugar.
El conflicto que plantea Como el mar podrá tener algunos pormenores intrincados pero, gracias a la dirección intimista de Gil Lavedra y a un guion medido, logra esbozar un relato sensible sobre los cambios abruptos fruto de viejos engaños. Por una cuestión azarosa, Azul descubre fotos de Paula embarazada y, al cuestionarle sobre el paradero del bebé, se le revela que ella misma es hija de quien creía su hermana y que Teresa fue su abuela. La joven, sin la posibilidad de distanciarse de su mamá, le plantea su deseo de conocer a su padre, con quien Paula tuvo una relación breve en una escapada adolescente a Cabo Polonio. Su mamá acepta, con el peso de quien sabe que ocasionó un daño que, en ese viaje entre tenso y reparador, buscará subsanar.
Cuando se detiene en la lucha interna de Azul, Como el mar adquiere potencia, sobre todo al focalizar en cómo el redescubrir la identidad puede ser un proceso angustiante, que tiene su correlato en otra batalla: la que entabla Paula con sus inseguridades, con el temor a perder a su hija por tantos años de mentiras. Los intercambios entre madre e hija se producen en un contexto plácido, con Uruguay como punto neurálgico, con la naturaleza como testigo del acercamiento paulatino de esa madre y a esa hija que saben que, si desean alcanzar la armonía, deberán pasar la etapa más compleja, la de los reproches y las preguntas sin restricciones. Asimismo, la película se beneficia de esa falta de pretenciosidad para abordar las aristas de la maternidad, aristas que se reflejan en el rostro de Paula, personaje que Gala Castiglione interpreta de manera conmovedora, especialmente en los instantes donde las conversaciones sobre el pasado familiar cobran otro cariz cuando Azul convierte su dolor en rebeldía.
Por lo tanto, aunque por momentos Como el mar descansa en la belleza de sus locaciones y nos priva de algunas escenas más ricas entre sus protagonistas, su fuerte también reside en lo no dicho, en lo que se transmite con la mirada, con el llanto contenido, con los abrazos, como aquellos que da la tía Mecha (interpretada por la gran Carmen Maura) en una de las paradas que hacen Paula y Azul para que esta última pueda rearmarse desde otro lugar y empezar desde cero.
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