Una escritora tiene una vida perfecta pero se siente vacía y decide dejar todo atrás para viajar y cumplir tres deseos con los que siempre soñó. Con esa premisa, un libro conmovió a millones de lectores de todo el mundo, incluyendo a Julia Roberts, quien de inmediato supo que quería llevarlo al cine. No fue una tarea fácil y la película fue destrozada por los críticos, pero terminó demostrando que la simple historia de una persona era suficiente para enamorar a la audiencia. Lo que nadie sospechó fue que Comer, rezar, amar era sólo el comienzo de una travesía increíble.
A los 34 años la estadounidense Elizabeth Gilbert tenía todo lo que siempre había soñado: un marido, una casa y una carrera como periodista y escritora. Sin embargo, se sentía sola y abatida, luego de varios tratamientos para quedar embarazada y la sospecha de que en realidad nunca había estado realmente enamorada de su esposo, a quien le perdonaba malos tratos y desatenciones.
Una madrugada de 2003, tirada en el piso de su baño llorando sin parar, le pidió ayuda a Dios y, para su sorpresa, obtuvo una respuesta. Sintió que una voz le decía: "Andá a la cama a dormir, por favor". Una epifanía módica, casi satírica, que la inspiró a contar lo que le pasaba y, tal vez, a ayudar a otras. Así que se propuso cumplir tres deseos que nunca había podido realizar: aprender italiano, encontrar a Dios en un ashram de la India y regresar a Bali, en donde años antes un curandero balinés le había ofrecido una vez enseñarle todo lo que sabía.
Así planeó un viaje de un año fuera de su casa, habló con su editora y consiguió que le costeara los gastos comprándole el libro autobiográfico que escribiría en ese tiempo. El plan era tan sencillo como aterrador: perderse en el mundo para reencontrarse consigo misma.
No fue una travesía fácil pero se dejó sorprender por los acontecimientos. Si bien su intención fue mantenerse célibe en esta odisea, en Roma redescubrió el poder del sexo y, para no romper su promesa, se concentró en sus manjares: un helado perfecto, el genial café italiano y el éxtasis de probar espárragos y duraznos frescos.
En la India enfrentó el reto de reconectarse con su espiritualidad y descubrir el poder del canto y la meditación en la vida del ashram y en Bali rastreó al curandero, mientras le tocó ayudar a una joven familia a reconstruir su casa. Allí, sin esperarlo, se volvió a encontrar con el amor con un brasileño llamado Felipe.
Al regresar tenía listo el libro y su título: Comer, rezar, amar. En su primera edición tuvo de portada una imagen que en su momento disgustó a Gilbert pero que terminó volviéndose icónica: la palabra "comer" hecha con pasta, "rezar" con un rosario y "amar" con pétalos de flores. Parecía un rejunte de lugares comunes sobre el universo femenino. Sin embargo, de alguna manera capturó la esencia del libro.
Ver esta publicación en InstagramUna publicación compartida por Elizabeth Gilbert (@elizabeth_gilbert_writer) el
En 2006, la gran aventura de Gilbert terminó, a los pocos días de editada, en la lista de los libros más vendidos hasta volverse un fenómeno boca a boca principalmente entre mujeres. Fue traducido a 30 idiomas y sedujo nada menos que a Oprah Winfrey, uno de los nombres más poderosos de la TV de los Estados Unidos.
Una amiga le recomendó a la conductora el libro y cuando Winfrey lo empezó a leer, simplemente no pudo parar. De inmediato lo sumó a su "club de lectura", una iniciativa que garantiza que cualquier título sea leído por millones, pero fue más allá: armó dos programas de The Oprah Winfrey Show totalmente dedicados a Gilbert y su historia, con ella como protagonista. Nacía, así, un fenómeno.
No fue, claro, casual el suceso: cuando partió hacia Italia, Gilbert llevaba una década escribiendo en diferentes revistas y portales. De hecho, un artículo sobre el mundo de los bares atendidos por mujeres bailando fue la inspiración de la película Coyote Ugly y ya había sido distinguida con varios premios por sus cuentos, pero jamás había tenido este suceso.
Julia Roberts se enamoró de la historia
Otra lectora que cayó bajo el hechizo de Comer, rezar, amar fue Julia Roberts. La diva del cine estaba cansada de los papeles que le ofrecían en ese entonces y se obsesionó con la historia de la escritora. Así que se puso ella misma el proyecto al hombro y recorrió el mundo rodando el film bajo la dirección de Ryan Murphy .
Y es que, al igual que tantos lectores, la actriz se vio interpelada por el texto: "En un momento de mi carrera, cuando tenía veintipico de años, estaba perdida, no me gustaba ninguno de los guiones que leía y decidí esperar hasta que llegaran proyectos que valieran la pena. Me tomé dos años, no trabajé, viajé mucho y sencillamente me dediqué a vivir. Creo que todos pasamos por algo así alguna vez en la vida. Claro que mi personaje sufre una crisis existencial mucho más fuerte de lo usual, pero todos sufrimos una variación o una versión de algo así. Definitivamente puedo sentir empatía y compasión por esta persona que estaba sufriendo y por la manera en que decidió resolver su angustia".
"Nunca trabajé tanto como en esta película. Pero valió la pena. La filmamos de manera cronológica y para mí esa fue una decisión importantísima. Era necesario hacerlo así porque yo no tengo la habilidad suficiente para mostrar todos esos cambios en el personaje sin la continuidad del relato. Seguimos cada línea de la historia tal como fue escrita", reveló la actriz de Mujer bonita.
A pesar de la presencia de una estrella como Roberts y el apoyo de Winfred, a los críticos no les convenció el film: cuando se estrenó en 2010 criticaron su tono cursi, su trama y su excesiva duración, de más de dos horas y 20 minutos. Pero nada de todo esto importó en la taquilla: Comer, rezar, amar recaudó 204 millones de dólares en venta de entradas con un presupuesto de sólo 60 millones, y confirmó así el buen olfato de la actriz sobre lo que el público quería. Además, esta producción consolidó la carrera en los Estados Unidos del español Javier Bardem , quien se puso en la piel de Felipe.
El suceso de la película no hizo más que darle una nueva vida a Comer, rezar, amar, que terminó de explotar como fenómeno cultural: el canal de cable Home Shopping Network, por ejemplo, logró ratings récord en los Estados Unidos con ciclos dedicados a la venta de productos que aparecen en el libro, desde pasta hasta adornos; las agencias de viaje armaron paquetes con los destinos de la novela y el hotel Four Seasons sumó una experiencia oficial en Bali, que incluye una consulta personal con el propio curandero de Gilbert, Ketut Liyer.
Gilbert disfrutó del suceso y de su nuevo amor, pero la fama le trajo algunos problemas porque el Departamento de Seguridad Nacional pronto descubrió que el brasileño no tenía los papeles en regla para vivir en los Estados Unidos. Así que debió casarse de compromiso. Luego, contó esa aventura y todo lo que le siguió al éxito de la película, en su libro Committed: A Skeptic Makes Peace with Marriage. Pero las cosas no terminaron allí.
Para sorpresa de muchos, en 2016 la escritora anunció su separación de Felipe. El motivo: se había vuelto a enamorar, pero esta vez de su mejor amiga. Lo anunció en su perfil de Facebook, en donde también contó que su flamante amor tenía cáncer de páncreas e hígado y que eso la movilizó a contar su verdad.
"Es mi mejor amiga, sí, pero siempre ha sido más grande que eso. Es mi modelo, mi compañera de viajes, mi fuente de luz más confiable, mi fortaleza, mi confidente. Dicho en pocas palabras, ella es mi persona. No es que simplemente quiera a Rayya, es que estoy enamorada de Rayya y no tengo más tiempo para negar esa verdad. El pensamiento de estar algún día en una habitación de hospital con ella, sosteniendo su mano y viendo cómo se desvanece sin haberle permitido a ella o a mí misma conocer el alcance de mis verdaderos sentimientos por ella... Bueno, ese pensamiento era impensable", escribió.
Ver esta publicación en InstagramUna publicación compartida por Elizabeth Gilbert (@elizabeth_gilbert_writer) el
Gilbert y su novia se casaron en junio de 2017 y la escritora compartió imágenes de la ceremonia, en las que Rayya está visiblemente débil pero feliz. Juntas compusieron una canción, "Happy Home". "La letra la escribí pensando en mi amor por ella y en un concepto de la mitología china llamado ‘el inmortal lejano’, un ser divino que había llegado a la tierra para encarnarse en un cuerpo humano’", reveló. Rayya murió algunas semanas después.
Más notas de Julia Roberts
- 1
Shakira reveló el sorprendente rol que desempeñó Chris Martin tras su separación de Gerard Piqué: “Él estuvo ahí”
- 2
El mal momento que lo tocó vivir a China Suárez a pocos días de Navidad
- 3
Claudia Villafañe: su mejor rol, por qué no volvería a participar de un reality y el llamado que le hizo Diego Maradona horas antes de morir
- 4
John Goodman, el actor de Los Picapiedra, luce irreconocible tras su gran cambio físico