Claude Lelouch: "Cahiers du Cinéma fue lo peor que pudo pasarle al cine"
El gran realizador francés está en la Argentina para agradecer el primer premio de su carrera, que ganó aquí hace 52 años
MAR DEL PLATA.- Es uno de los realizadores más amados por el gran público y una de las máximas firmas del cine francés. Claude Lelouch, recordado por Un hombre y una mujer, Vivir por vivir, La aventura es la aventura, Los unos y los otros y Los miserables, entre muchas otras, filmó y continúa haciéndolo hasta el día de hoy, cuando totaliza 47 trabajos para la pantalla grande: "Mi próxima película la voy a hacer con un teléfono celular", confiesa en diálogo con LA NACION, recién llegado para inaugurar la 32» edición del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, encuentro que en los dorados sesenta le brindó su primer premio internacional por Una chica y los fusiles, uno de las cuatro títulos que -asimismo- esta edición marplatense proyecta en su homenaje. "Tengo mucha gratitud por ese premio, luego vinieron el Oscar y la Palma de Oro de Cannes, pero el primer premio es importante. Vine a agradecer ese galardón 52 años más tarde", asegura.
-¿Qué recuerdos tiene de aquel Festival de Mar del Plata que le brindó su primer premio internacional?
-Era mi primera película en ser seleccionada por un festival, en 1965, yo tenía alrededor de 25 años, y llegué a Mar del Plata. Fui a la proyección de Una chica y los fusiles y recuerdo algo muy extraño, porque al principio en la sala no había nadie y la gente iba llegando tarde y al final de la función estaba completa la platea. Era un ambiente muy adorable y luego de tres días volví a París y cuando llegué me dijeron que había ganado el premio al mejor director. ¡Pero nunca recibí la estatuilla porque ya me había ido!
-¿Su viaje a la Unión Soviética de joven tuvo influencia posterior en su cine?
-Mi viaje fue en 1957 a Moscú y me convirtió en un director de cine. La televisión canadiense había organizado un concurso con diez mil dólares de premio a la primera persona que llevara las primeras imágenes embalsamadas de Lenin y Stalin en el mausoleo del Kremlin. Escribí al Partido Comunista francés y fui en una comitiva de 30 comunistas franceses que habían sido invitados. Me entrené para filmar con una cámara escondida que desmonté para llevarla en piezas separadas y remontarla ahí. Como hacía ruido, le dije a un compañero: "Cuando me rasque la cabeza necesito que empieces a toser de fondo para cubrirme". Filmé esas imágenes, pero, por sobre todas las cosas, pude presenciar el rodaje de Pasaron las grullas, de Mikhail Kalatózov. Ese día yo me pregunté: "¿Quién es el actor principal, la cámara o el protagonista?", y decidí que fuera la cámara.
-Luego de Un hombre y una mujer, que ganó dos premios Oscar, Hollywood se rindió a sus pies, pero no continuó su vínculo con el cine norteamericano.
-Es verdad que después del éxito de Un hombre y una mujer los productores me ofrecieron de todo, incluso un film con Steve McQueen y Marlon Brando. Fui a Hollywood, pero me di cuenta de que el film es del productor y no del director: cada actor tenía que tener el mismo número de planos y el mismo número de réplicas, además de que la historia tenía que terminar bien. No podía hacer mi película, sino la de ellos y no acepté. Cuarenta y siete veces produje las cuarenta y siete películas que hice hasta ahora, así soy un hombre libre.
-El público lo ama, pero la crítica fue esquiva desde el comienzo, por ejemplo Cahiers du Cinéma, que ya había hablado muy mal de sus primeras películas.
-Cuando se estrenó Un hombre y una mujer vino Francois Truffaut y me dijo: "Claude, tu película es la primera de la Nouvelle Vague que es un éxito y queremos hacer un número especial en Cahiers du Cinéma", pero le respondí que no era hijo de la Nouvelle Vague aunque me enseñó todo lo que no tenía que hacer. Truffaut no lo tomó bien y a la semana siguiente tuve un artículo demoledor en Cahiers du Cinéma sobre esta película. Cahiers fue la peor cosa que le pudo pasar al cine.
-Cuando uno nombra a Claude Lelouch es inevitable recordar melodías de sus películas.
-La vida es como el jazz, está el tema y luego las variaciones, y yo hago cine como otros hacen jazz. La música se hace antes de la película, entonces entran como un actor principal más. De hecho uso la música en audio directo durante las escenas y los actores la escuchan. La primera persona a la que le cuento una película es Francis Lai y luego le pido a él que me cuente esa historia en notas musicales.
-En la Argentina todos le van a hablar de Los unos y los otros y la participación de Jorge Donn en la película.
-Llegó porque Nuréyev no quiso hacer la película y no quería danzar el Bolero... con la coreografía de Béjart. Conocí a Jorge Donn y fue la persona más amorosa que conocí en toda mi vida. La noche que rodamos el Bolero... en la Torre Eiffel creo que es única en la historia de la danza. Nunca agradeceré lo suficiente a los que me dijeron no porque así encontré a los que me dijeron sí. Mi próxima película se llamará Sí y no porque somos el resultado de esas dos palabras. Cuando hago una película busco despertar el sentimiento, me dirijo al corazón antes que al intelecto.
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