Cielo rojo sangre: la historia detrás de la película de terror que es furor en Netflix
La producción alemana tuvo una historia de origen interesante que derivó en un relato que mezcla el cine de vampiros con el thriller, y que sale airosa de la combinación de múltiples géneros y tonos
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Como la mayoría de las ideas, la del largometraje Cielo rojo sangre llegó mediante un pensamiento. En este caso, fue un pensamiento que asaltó de repente al actor, director y guionista alemán Peter Thorwarth, quien se encontraba en pleno vuelo cuando comenzó a concebir, sin saberlo, lo que sería su exitosa producción de terror para Netflix.
Estrenado el 23 de julio, el film se posicionó de inmediato en los primeros puestos de los elegidos por la audiencia y permaneció en ese lugar por varias semanas consecutivas, resistiendo la incorporación de nuevos títulos a la plataforma. El motivo de su permanencia es la combinación de factores que Thorwarth sabía, a priori, irresistibles, y con una influencia titilando constantemente: Del crepúsculo al amanecer, la película de Robert Rodríguez con guion de Quentin Tarantino, una de las favoritas del cineasta alemán. *ATENCIÓN: esta nota tiene spoilers*.
“Me preguntaron por qué querría hacer algo así”, le contó el realizador al portal Daily Dead. “Como hice muchas comedias, me decían que haga un drama o una película de terror, una cosa o la otra, por eso me costó mucho financiarla”, explicó. El film es, sin dudas, la respuesta rebelde de Thorwarth -entre cuyos créditos se encuentra el guion de La ola- a quienes buscaban ponerle una nomenclatura a un proyecto que estaba cobrando forma. Finalmente, como prueba el resultado, Cielo rojo sangre es una película que no le teme ni a los cambios de tono ni a la amalgama de géneros. Si bien su ambición la vuelve despareja por momentos, es lo que hace que ese relato convulsionado funcione.
Si bien Del crepúsculo al amanecer es la película que Thorwarth cita como su fuente de inspiración, lo cierto es que es muy difícil escindir su producción de Terror a bordo, esa maravillosa locura de David R. Ellis en la que un avión estaba invadido por serpientes a las que Samuel L. Jackson en clave héroe carismático intentaba combatir para salvar, en primer lugar, al testigo de un crimen. Como consecuencia de su premisa, Terror a bordo abraza el absurdo y no lo suelta, y también elude la búsqueda pretenciosa de lo novedoso. Entretenimiento puro e incesante. Para Ellis no había nada de malo en ello. En Cielo rojo sangre se juegan cartas similares, aunque su director y guionista (junto a Stefan Holtz) no descansa tanto en el humor negro sino que trabaja tres relatos en paralelo con un abordaje más sombrío.
Por un lado, la relación madre-hijo entre Nadja (Peri Baumeister) y su pequeño Elias (Carl Anton Koch), quienes viajan de Alemania a Nueva York para que la mujer reciba un tratamiento ante un estado de salud que parece frágil. El cineasta se toma gran parte de su metraje -estamos ante una película de más de dos horas de duración- para esbozar, con los flashbacks también como recurso, ese vínculo inquebrantable. Por otro lado, está el hecho ineludible al que deberán enfrentarse: el secuestro de ese avión por un grupo terrorista liderado por Berg (Dominic Purcell, de Prison Break), en el cual también empiezan a gestarse diversas internas.
A diferencia de Terror a bordo, aquí la persona que se rebela para proteger a su hijo y al resto de los pasajeros no es un agente del FBI con charme como el que interpretaba Jackson: es Nadja, esa mujer que busca pasar inadvertida hasta que ya no puede hacerlo. En ese momento la película despliega, a la par de su protagonista, su verdadera naturaleza, la razón por la que el proyecto tuvo luz verde eventualmente, su inmersión en el cine de vampiros.
Thorwarth trabaja muy bien los códigos del suspenso hasta esa revelación, que la mujer que en apariencia estaba enferma en realidad es un vampiro que, de no recibir unas inyecciones, comienza a transformarse. Su metamorfosis en el avión es tan aterradora como su historia de origen, a la que el realizador también le dedica su tiempo mediante otro flashback en el que vemos la concatenación de eventos que llevaron a Nadja a ser mordida y a esa sociedad que se mueve en los márgenes, que se oculta de la vista de los mortales. Cuando la mujer se entrega a su condición en ese espacio cerrado que atenta contra ella, Cielo rojo sangre se entrega a la desmesura con esa multiplicación de vampiros, un escenario tan aterrador como el secuestro del avión. La clave, como toda producción ambientada en un lugar sin salida, termina siendo el pánico ante lo inevitable: la muerte o la conversión.
Un viaje en avión del director: el inicio de todo
Según su director, Cielo rojo sangre surgió en un viaje en el que, en un momento de aburrimiento, empezó a jugar con su propia mente. “Estaba en un avión y me puse a mirar por la ventana y a pensar en qué haría si fuera un vampiro en ese contexto. Me tendría que organizar, viajar de noche y, si el avión es secuestrado y se hace de día, lidiar con ese problema”, contó. Y añadió: “Después pensé que el problema no lo tendría yo sino los secuestradores, porque como vampiro tendría mis ventajas. Ese fue el comienzo de todo, y después hablé con mi amigo Stefan [Holtz, su habitual colaborador] y empezamos a escribir diferentes guiones, hasta que llegamos a la conclusión de que la protagonista tenía que ser una mujer que no quisiese ser vampiro, y así arrancamos”.
Esa construcción de las diferentes capas de la historia es lo que permite que la película no se vuelva monótona, sobre todo cuando llega el final y los cabos sueltos deben atarse. ¿Se viene una secuela tras el éxito? Thorwarth se muestra optimista, pero asegura que prefiere cederle la batuta a otro realizador. “Ya hice lo que quería hacer y ahora voy a abocarme a un nuevo desafío. Me gustaría hacer más películas de terror, pero mi próximo trabajo es una comedia negra ambientada en la Edad Media”, adelantó el cineasta que, en esta ocasión, confía en que no tardará 16 años en conseguir que alguien financie sus ideas como sucedió con Cielo rojo sangre. El camino seguramente le resulte menos sinuoso con este éxito bajo el brazo.
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