Christopher Nolan: las audacias de un director obsesionado con el tiempo y admirador de la obra de Jorge Luis Borges
El realizador británico estrena este jueves su decimosegunda película, Oppenheimer, basada en la historia del científico estadounidense que jugó un rol fundamental en el desarrollo de la bomba atómica.
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En Nueva refutación del tiempo, Jorge Luis Borges citaba la sucesión de momentos indivisibles del filósofo David Hume para penetrar en “un mundo de impresiones evanescentes, sin la arquitectura ideal del espacio, un caos, un sueño, un laberinto infatigable”. Es decir: un mundo hecho de tiempo. Ese mundo es el que habita la obra cinematográfica de Christopher Nolan, un cineasta obsesionado con el tiempo. No es casualidad que, cuando le preguntaron qué libros se llevaría a una isla desierta, el director de Interestelar respondió: “La obra completa de Jorge Luis Borges, un escritor que admiro tremendamente”.
“El tiempo es el tema más cinematográfico que hay, porque antes de que existiera la cámara de cine los humanos no podíamos ver el tiempo en reversa, acelerado o desacelerado”, explicaba al director de El origen y El caballero de la noche. Nolan imaginó una bala que se despegaba de la pared en la que estaba incrustada y viajaba por el aire de nuevo al cañón del arma de la que había sido disparada; esa idea fue la semilla que germinó Memento, la primera obra del director cuyo tema central es el tiempo. Memento es la subversión de los tropos del cine negro clásico, esas historias de detectives, misterios y una femme fatale. El detective que personifica Guy Pearce solo tiene memoria a corto plazo: la película va y viene en el tiempo, con escenas en blanco y negro y otras a color intercaladas, que distinguen distintos momentos temporales, como también sucede en Oppenheimer.
Estrenada en el año 2000, fue más que la primera muestra de maestría técnica de Nolan para contar una historia de suspenso. Fue, también, una de esas películas permeables a lecturas políticas, culturales y sociales sobre el espíritu de una época: el de la amnesia colectiva en las puertas de bienvenida al siglo XXI. Vaticinó la tiranía de las imágenes como documentos que pueden ser manipulados para alterar la percepción histórica de los hechos. El protagonista solo puede actuar a través de los tatuajes, notas y fotografías que produce. “No creas en sus mentiras”, dice una fotografía con la imagen de un personaje en el que no sabe si confiar o no. Décadas más tarde, el momento en el que el personaje se encuentra con esa advertencia se convirtió en un meme. La gracia del meme es que se puede reemplazar al personaje de la película por la imagen de algún político en campaña, por el de algún amor traicionero o el de cualquier persona cuya palabra no tuviera mucho valor.
El gran truco para esculpir en el tiempo
El sublime cineasta soviético Andrei Tarkovsky, director de La infancia de Iván y Solaris, sostenía que el sentido del tiempo era inherente a la percepción de cualquier director sobre la vida; la edición y el ritmo presente en una película expresan la filosofía del cineasta sobre la vida. Tarkovsky sostenía que eran diferenciables autores como Bresson, Bergman, Antonioni y Kurosawa de las películas de Hollywood, porque que todas se sentía editadas por la misma persona: “Son indistinguibles”. Una idea similar pensaba Shakespeare cuando escribió que el tiempo marca distintos pasos con distintas personas. Las películas de Nolan llevan sus características temáticas, formales, estéticas, con la directriz autoral de los grandes nombres del cine.
Quentin Tarantino admitió que tuvo que verla tres veces para entender la construcción temporal de la que, según él, es la “segunda mejor película de la década pasada”: Dunkerque. Tres historias (una en tierra, otra en el aire, otra en el mar) para narrar los mismos acontecimientos de algunos héroes anónimos en aquella derrota inglesa con sabor a victoria. “Quería experimentar con el tiempo”, admite el director de la producción bélica que fue un éxito de taquilla y premios. La música de Hans Zimmer, también alabada por Tarantino, es como el incesante tictac de un reloj premonitorio del caos en las costas francesas.
La fragmentación temporal característica de sus películas también se manifestó como una manera de ilustrar la mente de sus atormentados personajes. Batman inicia es un ir y venir que desarrolla los motivos trágicos detrás de la doble personalidad de Bruce Wayne. Pero también sirve al relato para presentar al personaje diametralmente opuesto: el sombrío mentor que interpreta Liam Nesson. La narración no-lineal es también la característica de El gran truco, la historia de los magos cegados por la obsesión que compiten por sorprender al público. Ese “reloj psicológico” que advertía Albert Einstein (curiosamente: el creador de la teoría de la relatividad es uno de los personajes secundarios en Oppenheimer) al decir que cuando uno está con alguien querido parecen dos minutos, pero cuando uno se sienta arriba de una plancha caliente parecen dos horas. Como en Oppenheimer, en El gran truco el peligro del desarrollo científico está en ese viejo dicho que sostiene que el invento puede reventar al inventor.
El cine como la máquina para crear sueños en el tiempo
En “El jardín de los senderos que se bifurcan”, Borges hablaba sobre una “serie infinita de tiempos, en una red creciente de tiempos paralelos, divergentes y convergentes (…)”. En El origen, Nolan explora el mundo del inconsciente. El personaje de Leonardo DiCaprio, como si fuera Matrix, puede invadir los sueños de otras personas. En esa película, entre homenajes a 007 y 2001: Una odisea del espacio, monta el mayor de los asaltos: el cine como un dispositivo para germinar ideas en la audiencia. Uno de los temas musicales más reproducidos en YouTube de esa película es, justamente, “Time”.
Para Marx, el hombre era apenas la carcasa del tiempo, porque el tiempo es todo y el hombre es nada. En Tenet, quizás la película más compleja y rebuscada en la filmografía del director británico, el protagonista ni siquiera tiene nombre. Hay edificios que explotan, se reconstruyen y vuelven a explotar. Personajes que corren en reversa y situaciones que van y vuelven en el tiempo. Nolan admitió que, más allá de las cualidades cinematográficas de jugar con el tiempo en pantalla, siempre se sintió atraído por la sensación del tiempo: “Todos envejecemos mientras perdemos cosas, otras se nos escurren y otras avanzan sin nosotros”.
¿Cómo miden el tiempo las películas de Nolan? En la novela Los sueños de Einstein, el físico Alan Lightman escribió que el tiempo “también se medía por los latidos del corazón, los ritmos de la somnolencia, el sueño (…) y la duración de la soledad”. En Interestelar, un padre realiza un viaje por el espacio para salvar a la humanidad de la extinción, pero para llevar adelante la misión tiene que abandonar a su hija sin saber por cuánto tiempo no va a poder reencontrarse con ella. Otro novelista, un dramaturgo francés llamado Jean Giraudoux, sentenció que las personas que nos están esperando se destacan mucho menos que las que nosotros estamos esperando.
Si antes las distancias eran mayores porque el espacio se medía por el tiempo, entonces en Interestelar hay personajes que esperan, que sufren en soledad, que quieren recuperar el mañana y no pensar tanto en los rostros queridos (sobre todo en el rostro que falta) porque en el futuro no parece haber espacio posible que se pueda habitar. Matthew McConaughey es el astronauta que sueña reencontrase con su hija. “Si el tiempo es la imagen de lo eterno, el futuro vendría a ser el movimiento del alma hacia el porvenir. El porvenir sería a su vez la vuelta a lo eterno. Es decir, que nuestra vida es una continua agonía”, decía el autor argentino de El libro de arena.
T.S. Eliot concluía su poema “Cuatro cuartetos con la siguiente frase”: “Solo con tiempo se conquista el tiempo”. En el mundo de los relojes de Interestelar, de nuevo en tándem con la música de Hans Zimmer que parece marcar un porvenir inevitable como si fuera un metrónomo, los personajes buscan la respuesta científica para escapar del laberinto en el que están atrapados. El viaje hacia la conquista de territorios inexplorados. En la película, quizás la más poética de toda la obra de Nolan, está contenida una idea simple solo en apariencia. La posibilidad de comunicarnos a través del lenguaje de las películas, de los libros, de las bibliotecas infinitas que compartimos con otras personas a través del espacio (y el tiempo). Aun con esas personas amadas que pueden no estar. Como decía Borges en El oro de los tigres: “Solo perduran las cosas que no fueron del tiempo”.
Dónde encontrar las películas de Christopher Nolan:
- Memento: para alquilar Apple TV+.
- El gran truco: HBO Max.
- Batman inicia: HBO Max.
- El origen: para alquilar en Movistar Play, Google Play, Apple TV+.
- Interestelar: Prime Video, HBO Max, Movistar Play, Claro Video.
- Dunkerque: HBO Max.
- Tenet: HBO Max, Prime Video.
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