Carnada nada en aguas conocidas, pero un condimento dramático consigue aportarle un golpe de originalidad
El film británico, que narra las desventuras de un grupo de mujeres a merced de un hambriento tiburón, pone el foco en los conflictos que afloran dentro de esta tensa convivencia en alta mar
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Carnada (Something in the Water, Gran Bretaña/2024). Dirección: Hayley Easton Street. Guion: Cat Clarke. Fotografía: Niels Reedtz Johansen. Música: Nainita Desai, Harry Peat. Edición: Pani Scott. Elenco: Hiftu Quasem, Natalie Mitson, Nicole Rieko Setsuko, Lauren Lyle, Ellouise Shakespeare-Hart, Tashani Bent, India Jean-Jacques, Chloe Marshall, Laura Costa, Grace Franzl. Duración: 96 minutos. Calificación: apta para mayores de 16 años. Distribuidora: BF Paris. Nuestra opinión: buena.
Cinco chicas, compañeras desde la secundaria, se encuentran en una isla paradisíaca para celebrar el casamiento de una de ellas. El día previo, y a modo de “despedida de soltera”, el grupo decide llevarse a la novia a una isla cercana en un bote a motor de dudosa preferencia. ¿Qué puede salir mal? Todo. Desde terminar en el agua por una maniobra imprudente que rompe el casco de la embarcación, hasta ser acechadas por un tiburón sádico y demasiado hambriento para andar eligiendo presa. Ah, una está herida y otra no sabe nadar.
En Carnada, el realizador Hayley Easton Street sabe que está nadando en aguas demasiado conocidas como para quedarse tan solo con el conflicto: chicas vs. tiburón. Así que decide dotar el thriller de una subtrama en torno a la relación entre el grupo de amigas. Si bien tampoco con esto descubre la pólvora, al menos dota al producto final de un devenir atractivo para matizar entre sustos.
Se puede comenzar con la historia de la pareja de Meg (Hiftu Quasem) y Kayla (Natalie Mitson), de hecho la película inicia con ellas, un año antes de los acontecimientos. En una noche en la que las chicas pasean tomadas de la mano, son atacadas por un grupo intolerante a ese tipo de manifestaciones de amor. Si bien es Kayla la que las desafía y provoca el incidente, Meg es la que se lleva la peor parte, con una andanada de golpes que la deja con trastornos psicológicos y bien lejos de su supuesto amor.
Ya en la isla, y pasada la incomodidad del primer encuentro, las dos mujeres deciden “deponer las armas” en pos de la felicidad de su amiga. Como es de esperarse, los eventos posteriores las volverán a unir.
El resto tampoco se queda atrás, porque conforme va avanzando la trama comienzan a surgir diferencias de personalidad entre ellas, que se acentúan luego del hundimiento del bote. La interacción de las cinco en torno a fantasmas del pasado nunca expuestos, por momentos incluso hacen olvidar la amenaza omnipresente del tiburón, el agua o las condiciones climáticas. Y no está mal.
Mientras se agrupan para sobrevivir, flotando en la inmensidad de un mar donde son prácticamente invisibles, cada una irá encontrando su destino, conforme a las exigencias de un guion. Que, de todos modos, dosifica los golpes de efecto apelando a numerosas situaciones que hasta incluyen una muerte fuera de cuadro. Algo bastante poco frecuentado en este tipo de producciones.
Sin apartarse de los códigos del género ni aspirar a ser algo que no es, Carnada -que cambia la perspectiva en relación a su más adecuado título en inglés Something in the Water- resuelve algunas limitaciones con creatividad. La falta de presupuesto será subsanada con planos cerrados, alternados con tomas aéreas que muestran la inmensidad y soledad del mar (y que resultan especialmente atractivos cuando el tiburón nada hacia sus presas), mientras que la disparidad en las actuaciones se notará bastante poco gracias a la sucesión de angustias presentes. El resultado tiene su atractivo, porque si bien esta película no viene a reinventar nada, lo que hace, lo hace bien.
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