Carlos Saura: elogios y muchas controversias detrás de los documentales musicales que el director español filmó en la Argentina
Tango (1988) logró una nominación al Oscar en medio de varios cuestionamientos y Zonda (2015) fue recibido con varios reparos estéticos alrededor de la mirada del director sobre nuestro folklore
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De todos los documentales sobre temas, estilos, expresiones e identidades musicales a los que Carlos Saura consagró parte de su obra como director a partir de 1992, dos estuvieron dedicados a la Argentina. El primero fue Tango (1998), ganadora de una nominación al Oscar en representación de nuestro país que disparó en su momento una controversia enorme. El segundo fue Zonda (2015), una exploración sobre los ritmos y manifestaciones de nuestro folklore, estrenado en nuestro país con una respuesta dispar, dividida entre la valoración y los cuestionamientos.
El caso de Tango, protagonizado por Miguel Ángel Solá y Mia Maestro, dejó abiertas algunas profundas divisiones entre las entidades del quehacer cinematográfico y artístico local, así como más de una querella personal muy encendida. Por entonces, la elección de la representante oficial del cine argentino en la competencia para el Oscar al mejor film extranjero estaba a cargo de un jurado con representantes de un conjunto de instituciones: SADAIC, Argentores, Directores Argentinos Cinematográficos, el Sindicato de la Industria Cinematográfica Argentina, La Asociación Argentina de Actores, la Asociación de Cronistas, La Cámara Argentina de la Industria Cinematográfica y la Asociación de Productores Independientes de Medios Audiovisuales, entre otros.
Una votación por mayoría simple dejó como ganadora (y película elegida) a Tango. Pizza, birra, faso, de Adrián Caetano y Bruno Stagnaro, y El faro, de Eduardo Mignogna, quedaron en minoría tras el sufragio. Cuando se produjo el veredicto, la productora Lita Stantic renunció a la presidencia de ese virtual jurado al preguntarse si a la parte argentina de esa coproducción con España le pertenecía el control artístico de la película, como lo indican las reglamentaciones de la Academia de Hollywood. Stantic dijo que no estaba en contra de la película, sino de la falta de documentación que certificara ese control creativo.
Del otro lado, voces como la del productor y director Héctor Olivera avalaron la decisión alrededor de una película que, según varias entidades, tenía un 70% de producción argentina (representada sobre todo a través de Argentina Sono Film) y 30% española. “La película es netamente argentina, desde los músicos hasta el director de arte. Salvo el director, claro, pero no hay que cometer el error de pensar que es el director quien le da la nacionalidad a un film”, señaló.
Finalmente se impuso el criterio mayoritario y Tango quedó entre las cinco nominadas, pero la controversia siguió hasta el mismo día en que se entregaba el Oscar al que aspiraba esta producción, el 21 de marzo de 1999. Saura decidió no viajar a Los Ángeles, enojado con los productores argentinos de la película y en apariencia hasta molesto con ellos desde el momento que ni siquiera fue invitado al estreno en Buenos Aires, según comentaron medios españoles.
El Oscar a la mejor película extranjera de ese año quedó en manos de la italiana La vida es bella, pero el debate sobre los criterios para la elección anual de la representante oficial argentina para la competencia por el máximo premio de Hollywood quedó abierta y se profundizó todavía más al año siguiente, cuando la película animada Manuelita ganó la votación. Esa cuestionada elección precipitó cambios de fondo: a partir de ese momento empezó a abrirse el camino de una reforma profunda que culminó con un conjunto de nuevas reglas vigentes hasta hoy, sobre todo la decisión de confiar la elección anual de la película argentina del Oscar al voto mayoritario de los integrantes de la Academia del Cine de nuestro país.
Una década y media después, olvidado el tiempo de aquellas discusiones, Saura volvió a la Argentina para dedicarse a su nueva producción documental, en este caso alrededor del folklore. Convocó, entre otros, a artistas de distintos estilos y generaciones como Jairo, Liliana Herrero, Juan Falú, Pedro Aznar, Lito Vitale, el Chaqueño Palavecino, El Chango Spasiuk, Soledad Pastorutti, Jaime Torres, Horacio Lavandera, Vitillo Abalos, Gabo Ferro y Peteco Carabajal, y registró sus actuaciones en un galpón de la Boca, único escenario de toda esta producción. A ellas, Saura le agregó sendos tributos a Mercedes Sosa y Atahualpa Yupanqui, más la presencia de los bailarines Koki y Pajarín Saavedra. Así se concibió Zonda, estrenada en los cines de nuestro país a fines de mayo de 2015.
El documental recibió elogios por su talento para atrapar en plenitud el talento y la expresividad de los artistas convocados. Pero más fuertes resultaron los reparos a algunas elecciones formales decisivas resueltas por Saura. Sobre todo la de quitarle a la música y a los músicos el contacto con su entorno y restarle así un elemento clave de su identidad. Recluir a un grupo de talentosos músicos dentro de un espacio cerrado convierte, desde esta mirada, a este documental en una mera curiosidad dirigida al ojo turístico. Ni Tango ni Zonda están disponibles hoy en las plataformas de streaming activas en la Argentina.
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