Cannes: la película de Quentin Tarantino gustó, pero generó múltiples polémicas
CANNES.- Recibida con entusiasmo por el público (anoche hubo una ovación de pie durante seis minutos tras la función oficial), por la mayor parte de la crítica (le disputa el primer puesto en las distintas votaciones a Dolor y gloria, de Pedro Almodóvar) y por los medios masivos, que se deleitaron con las imágenes de Quentin Tarantino , Brad Pitt , Leonardo DiCaprio y Margot Robbie transitando la red carpet y las instalaciones del Palais del festival, Había una vez... en Hollywood cumplió con creces con lo que prometía: una combinación perfecta entre cinefilia y glamour.
Sin embargo, Tarantino es una figura que suele generar amores y odios (más de los primeros, obviamente), múltiples controversias con el periodismo (sobre todo el feminista) y un furor que deja en el camino unas cuantas víctimas. Y Había una vez... en Hollywood, por supuesto, no fue la excepción. Repasemos: centenares de personas que tenían sus entradas para la première mundial en la Sala Lumière (en muchos casos viajando especialmente a Cannes para la ocasión y llegando a pagar más de mil dólares en el mercado negro) se quedaron afuera generando un aluvión de protestas, gritos, empujones y corridas. El sitio Deadline hizo un pormenorizado informe al respecto.
En la conferencia de prensa de esta mañana, una cronista del diario The New York Times cuestionó el escaso desarrollo que tiene Margot Robbie como Sharon Tate (que es, de todas maneras, el personaje femenino principal en toda la película) y Tarantino, enfurecido, solo contestó: "Rechazo tu hipótesis". Tras un incómodo silencio, la actriz australiana vista en El lobo de Wall Street, Yo soy Tonya y Las dos reinas tuvo una actitud muy diplomática e indicó: "Creo que los momentos en los que estoy en pantalla alcanzan para honrar -incluso sin demasiados parlamentos- a Sharon y mostrar sus aspectos maravilloso. Un personaje que tiene que ver con la pérdida de la inocencia". En cambio, no se habló del affaire Harvey Weinstein (habitual colaborador de Tarantino en el pasado y quien originalmente iba a lanzar el film que ahora es distribuido por Sony Pictures) ni de las denuncias públicas de Uma Thurman contra el director por ciertos abusos durante el rodaje de Kill Bill.
Otros medios especializados, como IndieWire, cuestionaron otra movida (¿de marketing?) de Tarantino, quien no solo publicó una carta pública advirtiendo sobre los spoilers (por el final) sino que obligó además a que su contenido se leyera antes de todas las proyecciones.
Más allá de las polémicas, Tarantino, Pitt, DiCaprio y Robbie cumplieron con todos los rituales del "día después": asistieron temprano al photocall oficial y luego participaron de una conferencia de prensa que duró apenas media hora y tuvo mayoría de preguntas y comentarios celebratorios.
En la charla con la prensa Tarantino habló del fenómeno "insondable" de Charles Manson y su culto en el que participaron tantos jóvenes (en especial mujeres): "Investigué muchísimo y, cuanto más profundizaba, más oscuro me parecía todo. Justamente el costado tan perverso, satánico y violento es lo que lo hizo fascinante para tantas generaciones". Por otra parte, confirmó que no habló con Roman Polanski (marido de Tate en aquel momento e interpretado en la película por Rafal Zawierucha) para que el realizador de origen polaco le contara su versión de los hechos. "De todas maneras, soy un fan de su cine y, muy especialmente, de El bebé de Rosemary", aseguró.
DiCaprio, por su parte, indicó que el film es "una carta de amor de Quentin hacia la industria del cine con la que creció, sobre todo con esa gente que quedó un poco en los márgenes, pero hizo aportes valiosos". Pitt, como ocurre en este tipo de presentaciones, habló maravillas de la experiencia de trabajar por primera vez con DiCaprio: "Fue fácil, estimulante y muy divertido", concluyó.
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