Cannes: Leonardo Sbaraglia pisó la alfombra roja junto a Pedro Almodóvar, Penélope Cruz y Antonio Banderas
CANNES. Dolor y gloria es la sexta película de Pedro Almodóvar que compite por la Palma de Oro. Además inauguró el Cannes -fuera de concurso- en 2004 con La mala educación e integró dos veces el jurado oficial (en 2017 incluso fue el presidente). Está claro que el realizador manchego es un favorito no solo del festival sino de toda la cinefilia francesa: aquí sus películas suelen tener mejores críticas y hasta más espectadores que en España.
Almodóvar ya ganó en Cannes el premio a mejor guion por Volver y el de mejor director por Todo sobre mi madre ¿Será Dolor y gloria, quizás la película más personal, más visceral de toda su carrera, la que le dé finalmente la Palma de Oro que tanto se le ha negado y al mismo tiempo tanto merece? Lo cierto es que el film ha sido recibido con excelentes críticas y con la veneración con que aquí siempre se ha tratado a Pedro, quien estuvo acompañado en la alfombra roja previa al estreno en la Sala Lumière por el protagonista Antonio Banderas , el argentino Leonardo Sbaraglia , Penélope Cruz y un amplio séquito de intérpretes, técnicos y productores.
"La impresión que hay es que Cannes y yo siempre hemos vivido una historia de amor, pero en absoluto ha sido así. Mujeres al borde de un ataque de nervios, Tacones lejanos y ¡Átame! fueron rechazadas porque no sabían si mis primeras comedias desmadradas eran buen cine o no. Por un tiempo dejé de mandar mis películas a la selección. La prensa francesa cree que estoy loco por ganar la Palma de Oro, pero no es el caso. La aceptaré encantado de la vida si eso ocurre, pero ni mi cine ni mi vida van a cambiar por eso", indicó hoy.
La nueva película narra la historia de Salvador Mallo (Banderas como una suerte de alter-ego almodovariano), un director que ha conocido épocas de gloria y hoy está prácticamente retirado, mientras lucha -entre otros flagelos- contra insoportables dolores en la espalda y la cabeza que lo han sumido además en una profunda depresión que lo ha inmovilizado en más de un sentido. A partir de la presentación en la Filmoteca de Madrid de una copia restaurada de Sabor, un film suyo rodado 32 años atrás y revalorizado como un clásico, se reencuentra con Alberto Crespo (Asier Etxeandia), a quien no había visto desde aquel caótico rodaje. A pesar de las viejas peleas, ambos empiezan a compartir algunos proyectos laborales (como un monólogo escrito por Salvador que Alberto monta solo en un teatro off), pero también el uso de heroína.
Dolor y gloria es una historia dura y emotiva, poderosa e intimista a la vez, que aborda cuestiones como la degradación física, la vejez, la relectura y resignificación de distintos momentos clave de la vida personal (desde las experiencias iniciáticas de la infancia hasta la forma de lidiar con la muerte de la madre) y la posibilidad de reencontrarse con los demás y con uno mismo. Si esta descripción parece propia de un libro de autoayuda, lo cierto es que Almodóvar aborta estas temáticas con sutileza, austeridad emocional, múltiples matices y una inteligencia que ubican a Dolor y gloria entre las mejores películas de su dilatada carrera que ya supera las cuatro décadas.
Como dato de color, la película tiene múltiples conexiones con la Argentina: desde el esencial papel de Sbaraglia (un ex amante de Salvador en su juventud) hasta una participación especial de Cecilia Roth, el diseño de Juan Gatti, la dirección de arte de María Clara Notari y hasta un fragmento de La niña santa, de Lucrecia Martel, que los protagonistas ven en televisión. En principio, no habrá que esperar demasiado para que los cinéfilos argentinos descubran estos y otros guiños: Dolor y gloria tiene el estreno previsto en nuestro país para el próximo 13 de junio.
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