Cannes: cuatro títulos destacados de directores muy disímiles
Ken Loach, Corneliu Porumboiu, Mati Diop y Jessica Hausner se suman a la lista de consagrados que ya se presentaron
CANNES.- El inglés Ken Loach y el rumano Corneliu Porumboiu se sumaron a la lista de favoritos de una Competencia Oficial que ya había tenido películas muy elogiadas, como Dolor y gloria, de Pedro Almodóvar.
Sorry We Missed You, de Ken Loach.
Dos veces ganador de la Palma de Oro con El viento que acaricia el prado (2006) y con Yo, Daniel Blake (2016), el combativo cineasta británico que está a punto de cumplir 83 años describe (a partir de un sistema de entregas a domicilio en camioneta que el conductor debe aportar y mantener cumpliendo además un rígido y exigente cronograma que no admite la menor dilación) esta época de "überización". La empresa consigue los clientes, aporta la aplicación y la organización interna. El resto está completamente tercerizado. Una tendencia que en la Argentina se puede ver, por ejemplo, en el auge de Pedidos Ya, Rappi o Glovo. Los protagonistas del film son los integrantes de una familia de clase media pauperizada: los Turner. La madre, Abbie (Debbie Honeywood), que cuida ancianos a domicilio (léase cocinarles, limpiar, cambiarles los pañales), debe vender el auto para que el padre, Ricky (Kris Hitchen), pueda comprar la van necesaria para ingresar en esa compañía de entrega de correo privado. Está el rebelde hijo adolescente (Rhys Stone), al que le interesa mucho más el grafiti callejero que asistir al colegio, y la más pequeña (Katie Proctor), de 11 años, que absorbe el clima cada vez más enrarecido y sufre. La dinámica de ese querible grupo humano está descripto con humor, simpatía y encanto, mientras que las desventuras cotidianas de Ricky en sus repartos exponen el desamparo, las presiones y los peligros que sufre un autónomo sin contrato ni cobertura. Una historia que sintoniza como pocas con estos tiempos en que la precarización laboral hace que el trabajador tenga todas las obligaciones, corra todos los riesgos y no goce de los derechos y beneficios que alguna vez tuvo.
La Gomera (The Whistlers), de Corneliu Porumboiu.
El realizador rumano de títulos como Bucarest 12:08, Policía, adjetivo, Cae la noche en Bucarest y El tesoro cambia por completo de rumbo y de registro con un atrapante e ingenioso thriller rodado en parte en Rumania, pero que transcurre también en La Gomera del título, enclave de las islas Canarias, y en Tailandia. Tráfico de drogas, un botín multimillonario, traiciones cruzadas entre gánsteres y policías, una femme fatale, un lenguaje impensado (conformado por silbidos) y múltiples referencias cinéfilas al film noir francés y a los westerns de John Ford son las piezas de un complejo rompecabezas que solo puede armarse llegando hasta el final. Porumboiu recicla, pero luego subvierte y resignifica los elementos del cine de género en un film lleno de virtuosismo y buenas ideas.
Atlantique, de Mati Diop.
Nacida en Francia, pero de origen senegalés, Diop es nada menos que la primera mujer negra en competir en la principal sección de Cannes. Esta ópera prima inspirada en su propio corto documental de 2009 narra la historia de amor (¿imposible?) entre una bella joven llamada Ada (Mama Sane) y Souleiman (Ibrahima Traore), un obrero de la construcción que -al igual que sus compañeros- lleva cuatro meses sin cobrar su sueldo. Hay un problema adicional, y no menor: en diez días ella se casará con Omar (Babacar Sylla), un ricachón por el que no siente absolutamente nada, pero que es el candidato ideal para su familia. En principio, el film es otra épica romántica que reivindica el amor genuino por sobre los matrimonios arreglados en un drama de lucha, empoderamiento y liberación de la mujer. Nada que no se haya visto en múltiples oportunidades, sobre todo en el cine africano reciente. En la segunda mitad apuesta por una veta más de género (la investigación de un joven policía interpretado por Amadou Mbow sobre la presencia o no de Souleiman durante un ataque incendiario) y por elementos fantásticos (o fantasmales) que es mejor no adelantar. El drama de los inmigrantes (en este caso emigrantes) ilegales a España también se cuela de forma tangencial en un relato que maneja varias líneas argumentales, varias de ellas inquietantes.
Little Joe, de Jessica Hausner.
La directora austríaca de Lovely Rita, Hôtel, Toast, Lourdes y Amour fou aborda el tema de la manipulación genética de las plantas con resultados no demasiado convincentes. En la línea del primer David Cronenberg y algunos elementos que remiten a El resplandor, de Stanley Kubrick, y La invasión de los usurpadores de cuerpos, de Don Siegel, la realizadora austríaca cuestiona los efectos que este tipo de experimentos (que tienen un trasfondo comercial) pueden generar en los seres vivos. Más allá de una sofisticada y virtuosa puesta en escena con planos hiperestilizados, la película nunca llega a fascinar ni conmover demasiado. Los personajes resultan bastante anodinos; el tono es frío; la forma es artificiosa; los elementos ligados al género de terror no funcionan; se desperdicia un buen elenco encabezado por Emily Beecham y Ben Whishaw, y la alegoría apocalíptica y la simbología se repiten una y otra vez.
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