Cannes: la ausencia de Diego Maradona tiñó la presentación del documental sobre su vida
CANNES. Más allá de haber dirigido varias películas de ficción (El guerrero, Far North, Ali and Nino) e incursionado también en el mundo de las series (Mindhunter), el londinense Asif Kapadia es reconocido como uno de los mejores documentalistas de la actualidad. Sus retratos sobre dos figuras talentosas que murieron demasiado jóvenes como el piloto brasileño Ayrton Senna y la cantante inglesa Amy Winehouse le valieron los máximos premios posibles.
Amy, por ejemplo, tuvo su estreno mundial en Cannes 2015, fue vendida a Netflix y al año siguiente terminó ganando nada menos que el Oscar. ¿Seguirá Diego Maradona el mismo camino? Por lo pronto, anoche tuvo su estreno mundial con una función de gala en la Sala Lumière, aunque a último momento -para decepción de Kapadia y de los organizadores del festival- el astro argentino no viajó a la Costa Azul porque prefirió quedarse en México para someterse a una intervención por una lesión en un hombro. El ahora director técnico de Dorados de Sinaloa sí había venido a Cannes en 2008 para acompañar el film Maradona by Kusturica generando un interés similar o incluso superior al de cualquier estrella de Hollywood.
Pese a que la ausencia del protagonista le quitó brillo a la alfombra roja (si estuvieron especialistas cercanos a Maradona que dieron aportes fundamentales a la película como el preparador físico Fernando Signorini o el periodista Daniel Arcucci), el film ya es un éxito de crítica y de ventas con inminentes lanzamientos en salas de Reino Unido, España y Francia. Además, HBO ya la adquirió para Estados Unidos; y Directv, para América Latina.
Las más de dos horas de película se concentran en su época de esplendor y derrumbe en Nápoles (1984-1992). Si bien hay un prólogo de unos cinco minutos sobre sus muy humildes orígenes en Villa Fiorito y una coda sobre sus intentos de recuperarse de la adicción a la cocaína, casi todo el relato está enfocado en su llegada al Napoli luego de su frustrante paso por Barcelona y cómo logró que un equipo casi quebrado en lo económico y acostumbrado a pelear por no descender en lo futbolístico terminara ganando dos campeonatos italianos superando a los poderosos del norte (Juventus y Milan) y hasta la copa de la UEFA en el plano europeo.
Con la típica estructura de surgimiento, apogeo y caída, Kapadia construye con su habitual solvencia y potencia un arco narrativo que tiene varios hallazgos: las imágenes en muchos casos inéditas tomadas en su intimidad por dos camarógrafos entre 1981 y 1987, el amor apasionado y desbordante de los habitantes de la ciudad hacia su ídolo (su "dios"), la relación cada vez más cercana y peligrosa con la camorra napolitana, los estragos de la droga en su vida personal y los excesos de su vida nocturna, la creciente tensión con el presidente del club, Corrado Ferlaino, su larga historia de encuentros y desencuentros con Claudia Villafañe, el conflicto con Cristiana Sinagra por una paternidad que el astro tardó 18 años en reconocer y la vendetta de la que fue víctima tras eliminar por penales con la selección argentina a Italia en la semifinal del Mundial de 1990.
Pese a que no escapa a todas esas cuestiones controvertidas (ni siquiera al conflicto de Malvinas), Kapadia construye un relato noble y equilibrado desde la admiración, el respeto, sin excesos amarillistas. Por supuesto, la película también tiene en su inevitable didactismo para una audiencia internacional muchas imágenes (en general planos cortos) de sus hazañas deportivas y varios de sus "grandes éxitos", como el segundo gol a los ingleses en México 1986 con relato de fondo a cargo de Víctor Hugo Morales que, incluso en la siempre solemne función de gala, se gritó y se aplaudió como si fuese una cancha de fútbol.
Además de los testimonios clave de Signorini, Arcucci, Gonzalo Bonadeo y varios especialistas extranjeros (todos en off, ya que nadie aparece en cámara), también hay confesiones del propio Maradona, entrevistado para la película en varias ocasiones. De todas formas, el mayor hallazgo del documental es la intensidad de la narración, la sensación de home movie, de cinéma verité, de estar siempre cerca de los hechos, con esa mezcla de caos, furia, desenfreno y urgencia en la vida real que contrastaba, dentro del campo de juego, con una combinación única de inteligencia, elegancia, plasticidad, habilidad y talento.
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