Cannes 2019: Elton John y Egerton lloraron abrazados, tras la proyección de Rocketman
CANNES.- Si 2018 fue el año de Bohemian Rhapsody con Rami Malek ganando hace menos de tres meses el premio Oscar por su interpretación de Freddie Mercury, todo parece indicar que, siempre en el terreno de las biopics musicales, 2019 será de Rocketman y de Taron Egerton en la piel de Elton John . Si este actor británico de 30 años terminará o no levantando también la estatuilla dorada es algo que se sabrá recién el 9 de febrero próximo, pero el estreno mundial tuvo esa emoción y esa espectacularidad que solo la sociedad entre Cannes y Hollywood puede regalar.
Primero fue la alfombra roja con los mismísimos Elton John (coproductor del film) y Bernie Taupin (autor de la mayoría de las letras que hicieron famoso al cantante) acompañando al equipo de Rocketman: el director Dexter Fletcher, Egerton, Richard Madden (que interpreta al seductor, tiránico y manipulador manager John Reid) y Bryce Dallas Howard, entre otros.
Bohemian Rhapsody vs. Rocketman
Tras varios minutos de ovación con Elton John y Egerton llorando abrazados, llegó la fiesta de gala en la playa del Carlton, donde cantaron a dúo (y con el astro al piano) el tema Rocketman. Ya más tranquilos, esta mañana fue el turno de la conferencia de prensa en la que, inevitablemente, volvieron las comparaciones con Bohemian Rhapsody.
"No me molesta que asocien a ambas películas, de hecho me alegra. Bohemian Rhapsody fue un fenómeno global y la actuación de Rami Malek, uno de los intérpretes más talentosos de nuestra generación, fue asombrosa, pero también es cierto que nuestro film es distinto, es un musical que apuesta a la fantasía, que se toma licencias, que no está narrado en forma cronológica", indicó Egerton, visto en la saga de Kingsman.
En cambio, el director Darren Fletcher sí fue un poco más duro en la comparación con Bohemian Rhapsody, film en el que trabajó durante las últimas tres semanas de rodaje en reemplazo del despedido Bryan Singer: "Esa era una biopic para todo público; esta es realmente una para adultos, una historia emotiva que celebra a un gran artista y de la que nos sentimos orgullosos, pero que no esconde los errores, las caídas, las carencias y es totalmente abierta y honesta respecto del sexo y las drogas".
Egerton preparó el papel con un asesor de lujo: el propio Elton John. "Pasamos mucho tiempo juntos y hoy puedo decir orgulloso que somos amigos. Le pregunté de todo y habilitó a que mostráramos todo... o casi (risas). Elton es un fenómeno global, sus canciones iluminan momentos de nuestra vida y retratarlo fue una enorme responsabilidad, pero verlo feliz y conmovido tras la première mundial es la mayor recompensa de mi carrera", aseguró.
La película -que se estrenará en la Argentina el próximo 30 de mayo- comienza con Elton John yendo disfrazado de Diablo a una reunión de Alcohólicos Anónimos. "Soy adicto al alcohol. A la cocaína. A las pastillas. En verdad a todas las drogas. Y al sexo. Y soy bulímico. Y shopaholic (comprador compulsivo)". Así, Rocketman se desmarca desde el primer minuto de los lugares comunes de la biopic oficial y celebratoria (que igualmente lo es) para mostrar las múltiples facetas de un hombre que, si bien triunfó en todo el mundo y a los 25 años ya era multimillonario, debió luchar contra una historia familiar aterradora, los prejuicios de las diferentes épocas, la timidez y la soledad. Trauma que lo llevaron (como admite más de una vez el protagonista) "a consumir todas las drogas existentes" y a desayunar con vodka mientras los demás se servían café.
La narración va y viene en el tiempo (desde la traumática infancia con padres no particularmente afectivos y en varios momentos directamente hostiles hasta su relación artística y de amistad de toda la vida con Taupin (Jamie Bell), pasando por varias de sus grabaciones en estudio y recitales). Pero lo que hace particularmente distinta a Rocketman de otras biopics son sus números musicales. No estamos hablando de pasajes en los que Egerton toca el piano y canta (que los hay) sino de largas, ambiciosas y creativas escenas con multitudes bailando en coreografías construidas en varios casos a puro plano secuencia y que bien podrían haber sido concebidas por Baz Luhrmann.
En Rocketman, como no podía ser de otra manera, todo es ampuloso, exagerado, artificioso, extravagante, cursi y, en varios pasajes, ridículo (a la Austin Powers) y fascinante. Es un crowdpleaser con todas las letras, lleno de picos emotivos, con interpretaciones de 20 de los temas más populares de su carrera (punto para Egerton) y con fuertes contrastes entre el Elton John público con coloridos vestuarios, botas con plataformas y gigantescos anteojos y el hombre muchas veces abatido, deprimido, consumido por los efectos de la droga en la intimidad. En definitiva, una fábula sobre los excesos de rock, los peligros de la fama y una épica sobre la fuerza de voluntad para la redención personal.
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