Camino al Oscar: Sian Heder, la directora de Coda, habla sobre la película que se perfila para los premios de la Academia
El film, ganador del festival de Sundance, cuenta la historia de una adolescente oyente en busca de su identidad en su familia sorda; desde este jueves, se encuentra disponible en las salas locales
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“Si fuera ciega te dedicarías a la pintura”, le espeta Jackie a su hija Ruby cuando la chica admite que su cosa favorita en el mundo es cantar y que se está preparando para ingresar al conservatorio de música con la ayuda de su profesor de música. El conocido reclamo de la madre de una hija adolescente que está haciendo todo lo posible por diferenciarse de sus padres cobra un sentido algo distinto en Coda: señales del corazón, el film estrenado este jueves en las salas argentinas. Es que la historia que cuenta la película que se llevó todos los premios en el festival de Sundance y se perfila como una de las posibles candidatas para los premios Oscar 2022, está centrada en los Rossi, una familia como cualquier otra aunque los padres y el hijo mayor sean sordos y la hija menor sea la única oyente. Ruby, interpretada por la actriz británica Emilia Jones (Locke & Key) es esa Coda (Child of Deaf Adults, hija de adultos sordos) a la que hace referencia el título. Una adolescente tímida que resulta tener una voz prodigiosa y muchas bellas canciones encerradas en su interior listas para salir.
“Esa línea es importante y la charlamos bastante con Marlee (Matlin, la actriz sorda ganadora del Oscar que interpreta a Jackie) porque en ese momento no se trata de ser una persona oyente o sorda. Se trata de diferenciarse de tus padres y la necesidad de ellos de conectar con sus hijos y apoyarlos y lo que sucede entre los personajes luego de ese intercambio es la frustración y tristeza de Jackie porque su hija eligió un camino en el que no puede hacer nada por ella. ‘No la puedo ayudar con esto’, le dice a su marido”, detalla Sian Heder, la directora y guionista del film que tomó a la exitosa película francesa La familia Bélier como punto de partida pero que, lejos de otras remakes, es un relato íntimo y personal.
“Si hubiese sentido que solo era una nueva versión de la película original no la habría hecho. En su momento cuando la vi pensé que había suficiente potencial ahí para hacer mi propio film si me informaba sobre la comunidad de sordos y sus familias para colaborar con ellos en la narración. Era una oportunidad de mostrar su mundo de una manera que no se vio antes en la pantalla y al mismo tiempo contar mi propia historia. Yo, como Ruby, crecí en una familia muy unida y eso hizo que me resultara muy difícil separarme de ellos cuando llegó el momento de ir a la universidad. Mis padres eran inmigrantes y tenían la idea de funcionar siempre como una unidad frente al mundo. Y esa contradicción que experimenta la protagonista cuando, más allá del amor que siente por su familia, tiene que alejarse para encontrar su propia identidad fue la mía también”, explica la directora que eligió la zona en la que creció, un pueblo de pescadores en Massachusetts, para ambientar la historia de Ruby, la chica que ama cantar aunque nadie la escuche y que descubre un mundo más allá de ser la intérprete y puente de su familia con los oyentes.
Conmovedora y específica respecto a las comunidades que retrata Coda también es un cuento universal sobre los lazos entre padres e hijos, el crucial momento de la inminente independencia de los segundos y sus roles más allá del círculo familiar. “En Sundance cuando se estrenó la película muchos hijos adultos de inmigrantes se acercaban con lágrimas en los ojos para decirme que no esperaban ver su propia historia en la pantalla. Las escenas en el consultorio médico y en la reunión sindical de los pescadores impactan más allá de la comunidad de sordos”, resume Heder en referencia a dos pasajes fundamentales en la película que además demuestran su tono y el talento de su elenco. Además de Matlin, Coda cuenta con otros dos intérpretes sordos -los excepcionales Troy Kotsur y Daniel Durant-, en los papeles del padre y el hermano mayor de la protagonista.
Una de las primeras escenas del film muestra a Ruby junto a sus padres en una consulta médica, ella obligada a “traducir” al lenguaje de señas las indicaciones del doctor sobre la vida íntima de sus apasionados padres. Y luego hacer lo mismo, bajo protesta, en una reunión de pescadores desesperados por conservar su modo de vida. “Todos los hijos de inmigrantes nos identificamos con ese sentimiento de culpa de ya no querer asumir esa responsabilidad por tus padres. En el caso de Ruby se trata de correrse del lugar de ser la representante, la voz y el oído de su familia. Y al mismo tiempo de resistirse a dejar ese lugar de poder y control que su capacidad de oír le otorga en su vínculo con ellos”, profundiza Heder, que desde el comienzo del proyecto tomó algunas decisiones que separaron a la película de las habituales elecciones narrativas del cine independiente norteamericano.
“Tenía que encontrar un equilibrio entre los elementos de la historia que son reconocibles como un típico relato de pasaje de la infancia a la juventud, un clásico que vimos muchas veces, y el hecho de que el 40 por ciento de la película está hablada en lenguaje de señas, sin música de fondo que modifique el impacto del silencio en esas escenas. Eso podía resultar muy ajeno e incómodo para muchos por eso quise armar un paquete que fuera reconfortante para el público. Una manera de hacer ‘lo desconocido’ más familiar, como un modo de establecer la empatía con los personajes. Viéndola podés pensar: ‘Conozco esta historia’. Y al mismo tiempo nunca vimos en pantalla a una familia sorda sentada alrededor de la mesa durante la cena. Es, de alguna manera, un truco para que el espectador conecte con esta familia y una cultura completamente diferente a la suya. Además quería que la película fuera entretenida, quería que el público se riera y no que fuera una lección sobre cómo tratar al otro. Mi deseo era que los espectadores compartieran el viaje de los Rossi y salieran del cine un poco más abiertos a su mundo”, concluye la realizadora que con Coda: señales del corazón definitivamente cumplió su objetivo.
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