Los actores hablaron con LA NACION sobre Jerry & Marge Go Large, el film de David Frankel que se estrena este viernes en Paramount+
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Luego de cuatro décadas de un trabajo que le apasionaba (o al menos eso creyó por mucho tiempo, demasiado tiempo), Jerry (Bryan Cranston) se jubila, aunque no precisamente por iniciativa propia. Su esposa Marge (Anette Bening) y sus hijos le organizan una cena celebratoria y le regalan una lancha para que disfrute de días de pesca en un presente en el que no tiene que organizarse según los dictámenes del reloj. Jerry observa el regalo y disfraza su melancolía de gratitud. Algo no cuadra. En ese momento, advierte que jamás imaginó una vida sin estar abocado a su trabajo, y que todos los ojos iban a estar puestos en qué haría con su tiempo libre.
Tras concluir con los agradecimientos de rigor, el hombre ingresa a una casa de la que estuvo ausente por años con una resignación que solo nota su esposa. Marge, observadora nata, comprende que no será sencillo para Jerry estar sin un propósito, que en su cotidianidad el término ocio es casi una mala palabra. Los ojos de la mujer se ponen vidriosos cuando ella misma mira la lancha y logra predecir, aunque sin decirlo, el destino que esta tendrá: el olvido.
Esa secuencia de Jerry & Marge Go Large, la comedia que estrena este viernes la plataforma de streaming Paramount+, no es larga ni estridente, pero se vuelve memorable gracias a sus protagonistas, quienes interpretan al matrimonio en el que se centra el film de David Frankel con la fuerza de lo gestual como motor. El realizador de Marley y yo vuelve, en cierta forma, al planteo de aquel largometraje, solo que esta vez se focaliza en una pareja de otra generación. Sin embargo, hay una esencia que hermana ambas películas: el deseo de narrar una historia extraordinaria que se erige en esos simples -pero decisivos- momentos en los que la vida cambia de rumbo y uno se desorienta.
Así cómo en Marley y yo ese cachorro que llega a la casa de los Grogan era un símbolo del paso del tiempo y todo aquello que va quedando en el camino y en ¿Qué voy a hacer con mi marido? se aborda el doble filo de la comodidad matrimonial, en Jerry & Marge Go Large Frankel utiliza otro MacGuffin para reflejar una etapa de transición, y el puntapié es una historia real, adaptada por el guionista Brad Copeland (Arrested Development) de un artículo del periodista del Huffington Post, Jason Fagone.
En la nota en cuestión se narraba cómo el matrimonio de Jerry y Marge Selbee descubría una laguna matemática en un juego de lotería llamado WinFall. Si bien Jerry -quien había sido analista de una empresa de cereales- advierte el error primero e intenta ocultárselo a su esposa mientras empieza a ganar dinero, luego la suma a su plan. De esta forma, ambos empiezan a realizar viajes en carretera con sospechosa frecuencia para jugar en una lotería de Massachusets. Esos road trips le devuelven a Jerry un sentido para levantarse por las mañanas.
Marge no se equivocó cuando miró esa lancha y supo que su marido jamás la usaría, pero lo que nunca pudo prever era que ella misma iba a aceptar la propuesta de formar parte de ese raid lúdico que duró nada menos que nueve años. Los Selbee ganaron una fortuna (27 millones de dólares, para ser exactos) debido a esa falla en el juego, pero nunca lo utilizaron para sí mismos. Por el contrario, el plan fue siempre el de revitalizar la ciudad de Michigan, para reforzar una comunidad que ya estaba consolidada, pero que necesitaba apoyo, ya sea para organizar un festival como para mejorar una librería cuyo dueño no tenía dinero suficiente para mantenerla en pie. Los pequeños gestos. Es eso mismo lo que le atrae a Frankel y lo que retrata, una vez más, con dos actores extraordinarios que construyen, dentro de esta biopic, su propia comedia romántica, o “comedia de rematrimonio”, un género que parece extinto. Porque, en medio de esas apuestas con triunfo asegurado, la relación de más de 60 años de Jerry y Marge logra eludir lo rutinario y se resignifica en su derrotero.
En diálogo con LA NACION vía Zoom, Cranston y Bening hablaron sobre cómo fue trabajar juntos, qué tiene de especial este proyecto y de un tema ineludible: el regreso del actor al universo Breaking Bad con su inminente aparición como Walter White en el tramo final de su spin-off, Better Call Saul.
-Al ver la película pensaba en cómo es una historia sobre el sentirse vivo. ¿Consideran que esa es una de las temáticas del film?
-Annette Bening: Me encanta eso, me encanta que digas que la película es sobre el sentirse vivo. Sí, me gusta mucho. Creo que esa es la razón por la que quisimos hacerla, porque reafirma la vida en ese sentido, trata sobre una pareja “normal” del Medio Oeste de los Estados Unidos, están casados desde siempre, viven en una pequeña ciudad. Jerry trabajó mucho por años, ella crió a los hijos, es una excelente ama de casa, en esa casa completamente inmaculada...
-¿Los conocieron a los Selbee en algún momento?
-A.B.: Sí, con Bryan los visitamos y por eso pudimos saber cómo eran, cómo vivían. Creo que cuando Jerry descubre la falla en la lotería y empiezan a ganar este dinero y a compartirlo con los demás, eso los hizo sentirse vivos, es una manera muy linda de decirlo, porque en realidad ellos no tuvieron ganas de comprarse cosas, no se volvieron codiciosos, los hizo sentirse vivos y además pasaron un gran tiempo juntos.
-Bryan Cranston: Es que estaban concentrados en vivir una experiencia emocionante y no en vivir una experiencia financiera, eso era clave para ellos. El dinero no era importante, para nada. En una escena de la película le preguntan a Jerry si le gusta la plata y él responde que sí, pero que no tanto como otras cosas de la vida.
-¿Y qué los hace a ustedes sentirse vivos en su cotidianidad?
-B.C.: ¡El oxígeno, la comida y el agua! (risas) No, hablando en serio... Considero que, en realidad, hay que pasar la oscuridad, tenés que protegerte de eso, especialmente en estos tiempos que vivimos. Tenés que poder dejar entrar en tu alma la bondad, y ver la bondad de la gente, ser paciente y tolerante. A veces eso nos pone a prueba y a veces nos inunda la información, pero las noticias y la información no te vuelven necesariamente una persona sabia, te informan, pero no es una prescripción para una vida feliz. Entonces, te tenés que monitorear y rodear de gente que piense similar a vos, de espíritus afines que te apoyen y que quieran vivir una vida saludable.
-Hay que seguir en movimiento...
-B.C: Sí, siempre estar enfocado, con la mente sana. Es la única manera.
-¿Cómo fue trabajar juntos? ¿Cuánto se divirtieron?
-B.C.: Oh, fue un infierno…
-A.B.: Sí, la verdad que sí... (risas)
-B.C.: Fue un pequeño infierno trabajar con Annette. ¿Esto lo sacamos de la entrevista? ¿Paramos ahora y lo borramos, sí? (risas). Entre nosotros, yo siempre digo lo mismo: no te tiene que gustar la persona con la que trabajás, pero eso hace que tu experiencia sea más fácil, que tu experiencia sea mejor. Yo trabajé con algunas personas que fueron agradables y nada más, personas a las que no volví a ver nunca más después del rodaje y eso está bien. En cambio, lo bueno es que con otros colegas decís: “Wow, son excelentes”. Me pasó eso mismo, que realmente conectamos y que quería que nos volviéramos a encontrar. La gama de experiencias que uno tiene en un set es muy amplia. Porque no nos olvidemos de que también están esas personas a las que no querés volver a ver nunca más en tu vida (risas).
-Annette, ¿cómo lo describirías a Bryan como compañero?
-AB: Es una persona muy divertida, es entretenido trabajar con él, tiene un humor natural, es algo que le sale fácil. Nos divertimos mucho en el rodaje. Como actriz, puedo asegurar que las jornadas de rodaje se pueden hacer muy largas y duras, no importa el proyecto.
-¿Y qué pasó en este caso?
-AB: En este caso estábamos haciendo una comedia maravillosa, pero también se sentían las largas horas. Lo bueno es que tenía a alguien al lado como Bryan que me entendía, y que además cobraba un rol de líder que ayudaba a encontrarle el tono a las escenas. Entonces, me presentaba para trabajar siempre agradecida de estar ahí. Me parece que eso mismo se trasladó a la película. Disfruté mucho a Bryan como compañero de trabajo, respeto su visión de las cosas, tiene un sentido de la responsabilidad muy grande que admiro. Lo que sí puedo decir es que a veces llevaba su mezcal al set [de su firma Dos Hombres, fundada en 2019 junto a su colega de Breaking Bad, Aaron Paul], pero solo tomó en la mitad de la filmación, no fue abrumador para el resto, se contuvo (risas). Bebió algunas veces.
-BC: Es que lo hice para celebrar, es importante celebrar, por eso llevaba el mezcal al rodaje (risas).
-Bryan, en Argentina Breaking Bad y Better Call Saul tienen una base de fanáticos muy fuerte. ¿Qué podés decir sobre el regreso de Walter White?
-Mirá, fue todo rápido. Filmamos en la oscuridad de la noche, nos llevaron en avión, nos metieron en una camioneta y nos llevaron a un bed and breakfast, y no nos dejaron irnos. Fuimos al set y era como estar en una cápsula, no sabía dónde estaba. Y eso fue todo.
Dónde verla. Jerry & Marge Go Large está disponible en Paramount+.
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