Boogie Nights: una épica porno que avergüenza a Mark Wahlberg y que llevó a Burt Reynolds a querer golpear al director
El film sobre “la era dorada” del cine para adultos se convirtió en el primer gran éxito en la carrera de Paul Thomas Anderson
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“Hago películas adultas, exóticas, y pienso que debajo de esos pantalones hay algo maravilloso”, asegura Jack Horner (Burt Reynolds), cuando intuye que Eddie Adams (Mark Wahlberg) tiene el talento necesario como para convertirse en una estrella. Y aunque el joven se muestra dubitativo, el desprecio de su madre le alcanza para huir hacia una realidad mejor, convirtiéndose en el actor porno más grande de su generación.
Si bien Boogie Nights hoy es considerada una obra maestra, esta película le supuso un verdadero reto al director Paul Thomas Anderson, que lidió con la vergüenza de muchos de sus actores y, que incluso, lo llevó a casi enfrentarse a los puños con Reynolds, su gran estrella.
Con sabor a revancha
A mediados de los noventa, Paul Thomas Anderson buscaba ganarse un lugar en la industria, disfrutar la libertad creativa y contar historias que lo apasionaran. Pero cuando realizó su ópera prima, las cosas no salieron como él esperaba: estrenada en 1996, Hard Eight se presentaba como un atrapante policial, pero detrás de cámara Anderson no había tenido el control total de las decisiones. Desencantado con esa experiencia, buscó entre sus viejos proyectos una nueva historia que contar, y así se reencontró con uno de sus films de sus épocas de estudiante.
The Dirk Diggler Story era un cortometraje que había hecho en 1988, sobre una estrella de porno y su camino al éxito. El realizador decidió volver a esa trama, convirtiendo a ese personaje en el centro de una historia sobre la industria del porno en los años setenta, un eje que le iba a permitir reflexionar sobre el cine, la llegada de nuevas tendencias y la reivindicación de una sensibilidad pasada. Pero lejos de pensar en un proyecto pequeño, él quería llevar adelante una ambiciosa épica, que durara cerca de tres horas y que fuera calificada prohibida para menores de 18 años.
Como una suerte de declaración de principios, el director iba en contra de los cánones comerciales de Hollywood, con un film notablemente extenso y de una restricción etaria que, para los productores, implicaba un suicidio en términos de recaudación. Pero Anderson pretendía dejar su firma en Hollywood, y el mundillo del porno parecía ser el camino indicado.
Un mundo reglas propias
John Holmes fue uno de los grandes actores del cine pornográfico que, durante los años setenta y ochenta, protagonizó centenas de films hasta morir por un cuadro vinculado al HIV. Y tomando esa figura como inspiración, Anderson escribió la historia de su personaje de ficción, Dirk Digler. Se trataba de un joven que lograba una carrera meteórica dentro del porno a medida que encontraba en ese mundo una familia adoptiva que abrazaba su talento, frente a una madre que una y otra vez le repetía que estaba destinado a ser un fracasado.
Con el objetivo de conocer a fondo el mundo del cine para adultos, procurando evitar una historia plástica, basada en estereotipos y prejuicios, el realizador se acercó a Ron Jeremy (uno de los grandes intérpretes de la industria), y le pidió que lo guíe dentro de ese ámbito. Jeremy estuvo de acuerdo y de ese modo, ambos pasaron cerca de un año juntos, visitando infinidad de rodajes, en los que conoció en la intimidad a estrellas, técnicos y productores de largometrajes pornográficos. De esa forma, el director se sumergió en el drama detrás de la frivolidad que parecía reflejar ese mundo, con las luchas personales dentro de un universo que tenía sus propias reglas.
Un elenco ideal
Uno de los ingredientes más atractivos de Boogie Nights es su amplio elenco, integrado por actores y actrices que se comportan como una familia y que muestran en cámara una química no muy común para un equipo tan grande. Este título reúne a un numeroso grupo de nombres reconocidos, y otros que muy pronto iban a recibir fama y prestigio. Inicialmente, Anderson quería a Leonardo Di Caprio para el rol principal, pero él debió rechazarlo porque había asumido el compromiso de filmar Titanic. Sin embargo, el actor le recomendó a un exmúsico que estaba dando sus primeros pasos en la interpretación, un joven conocido como Marky Mark que ahora buscaba que lo llamaran por su nombre real, Mark Wahlberg, y que las publicidades en ropa interior que había hecho para Calvin Klein quedaran de una buena vez en el olvido.
El cantante con aspiraciones de actor no estaba demasiado interesado en el proyecto en un primer momento. Y es que, luego del fracaso estrepitoso de Showgirls, una propuesta centrada en un mundo donde el sexo era eje no parecía una buena idea sumarse a una historia de una temática ligeramente similar. Pero en una entrevista, Wahlberg contó por qué cambió de parecer: “En la industria había entusiasmo por ese guion. Entonces decidí leerlo. Y me alcanzó con las primeras 35 páginas para darme cuenta que quería conocer a ese director. Entonces pensé que este tipo o realmente quería mostrarme sin calzoncillos o quería ponerme al frente de un drama muy serio”. Y si bien en algún momento se barajaron otros nombres como el de Christian Bale, Ben Affleck, Matt Damon o Ethan Hawke, finalmente Wahlberg obtuvo el rol.
Para el resto del elenco, Anderson convocó a varios intérpretes con los que volvería a trabajar repetidas veces en el futuro, como Luis Guzmán, Don Cheadle, William H. Macy, John C. Reilly, y Phillip Seymour Hoffman (sobre el que confesó escribir su personaje, pensando en él como única opción). El director también reclutó a Juliane Moore para componer a una actriz porno que lucha con su exmarido, quien no le permite ver a su hijo (una historia basada en la experiencia de la estrella porno Veronica Hart). Alfred Molina, Thomas Jane y Heather Graham completaban uno de los elencos más perfectos que tuvo alguna vez un film en Hollywood.
Pero Anderson sabía que todos esos interpretes en la piel de sus respectivos personajes, necesitaban la guía espiritual de un actor sólido que le diera vida a Jack Horner, el director porno que, en muchos aspectos era el gran padre de esa familia de ficción.
Burt Reynolds, entre el desprecio y la consagración
El actor Burt Reynolds tenía 60 años cuando Boogie Nights llegó a su vida. A lo largo de su carrera profesional, los éxitos comerciales le sobraban, pero no así el prestigio. Y aunque el carisma de Reynolds en pantalla era innegable y títulos como La violencia está en nosotros lo confirmaban como un intérprete de carácter, Hollywood siempre lo trató como un buen mozo sin más aspiraciones que las de hacer ficciones sin mucho vuelo.
De algún modo, Reynolds compartía con Jack Horner, el director porno de Boogie Nights, esa necesidad de reconocimiento por parte de la industria. Aunque en carpeta estuvieron los nombres de Jack Nicholson, Bill Murray y Warren Beatty, Anderson veía en Reynolds la opción perfecta, pero él se negaba una y otra vez. Al veterano actor no le interesaba una ficción anclada en el mundo del cine para adultos, y rechazó el papel en siete oportunidades. La última vez que el realizador intentó convencerlo, Reynolds reaccionó de forma efusiva y, en ese momento, Anderson le dijo que si lograba trasladarle ese temperamento a su Jack Horner, una nominación al Oscar iba a ser un hecho. Reynolds no pudo resistirse a ese canto de sirena y aceptó el papel. Pero durante el rodaje, su actitud lo llevó a chocar una y otra vez con el director.
A lo largo de las varias semanas en las que se extendió la filmación, Reynolds y Anderson protagonizaron un sinfín de discusiones. El realizador era muy joven pero obstinado en su mirada, y el experimentado actor no tenía demasiada tolerancia frente a las correcciones que recibía. “En lo personal, simplemente no encajamos” reconoció una vez el intérprete, que aseguró: “Principalmente porque él era chico y creía que se las sabía todas. Cada toma que hacía, le parecía maravillosa, y recuerdo que después de grabar una escena, me miró y me dijo ‘esto es una maravilla’. Y yo podía nombrarle cinco películas más que tenían el mismo plano”. Las peleas entre ambos creían día a día, y todo llegó a un punto de no retorno cuando Reynolds casi golpea a Anderson, como recordó el asistente de dirección, John Wildermuth: “En un momento, Burt se sintió tan frustrado, que se lo llevó a Paul afuera del set y empezó a gritarle como cuando un padre reta a su hijo. ‘¡Pendejo, vos no vas a decirme qué hacer!’, le exclamó”. Ese día, algunos testigos vieron a Reynolds revolear puñetazos, como queriendo pegarle a Anderson en la cara.
Cuando Reynolds vio la pieza terminada, se sintió profundamente defraudado. Decidió despedir a su representante por recomendarle ese proyecto, y no quiso participar de ninguna promoción, negándose a dar entrevistas y notas acerca del film. Pero la crítica y el público, le demostraron que estaba equivocado. Por su interpretación como Jack Horner, Reynolds ganó un Globo de oro y recibió su tan esperada nominación al Oscar, en el rubro mejor actor de reparto. Y aunque no ganó la estatuilla (dicen las malas lenguas, como castigo por su desprecio hacia el film), es innegable que Anderson cumplió su promesa de acercarlo al Oscar. Cuando años más tarde, el director volvió a convocarlo para su siguiente pieza, Magnolia, el actor le respondió: “Hice una película con vos. Eso ya es más que suficiente para mí”.
Un proyecto de luces y sombras
Actualmente, la industria del porno está muy discutida. Los abusos que allí suceden y la condena social que viven muchas de las actrices que deciden abandonar ese mundo, dejó en evidencia que esa industria está muy lejos de ser un rubro idílico. Pero Boogie Nights no busca idealizar el porno, sino que su mirada se posa en una serie de personajes huérfanos, que se encuentran vivos a través de una actividad que se consume desde las sombras, pero que a ellos les significa esa reivindicación que una sociedad cruel se ocupó de negarles.
En una nota, el realizador confesó: “Todo gira alrededor del encontrar una familia. Entiendo que eso pueda sonar absurdo, porque acá hay mucho porno. Pero en última instancia, lo que me gusta y que es el foco de todo, tiene que ver con un grupo de gente en busca de su dignidad, que intenta buscar algo de afecto a su alrededor, aunque lo encuentre de formas realmente complicadas”. Otras veces, y algo cansado de explicar la lógica de su historia, el director simplemente se refería a él como “el relato de un tipo con un falo enorme”.
Con el paso del tiempo, algunos de sus protagonistas no se sintieron cómodos en lo referido a su trabajo en un film, que circulaba alrededor del sexo en el cine. Aparte de Reynolds, Wahlberg (que con los años se volcó a la práctica del catolicismo), comentó que no iba a saber explicarle a sus hijos de qué se trataba esa película, y en un supuesto tono de burla, una vez aseguró que Boogie Nights fue una de las peores decisiones de su carrera. Por su parte, Heather Graham se sintió algo encasillada por el rol de actriz porno que interpretó en esa historia. Luego de un año de no recibir ninguna llamada de trabajo, estuvo a punto de protagonizar un film erótico de bajo presupuesto, cuando Mike Myers la convocó para Austin Powers, dándole así un nuevo impulso a su carrera. Al día de hoy, Graham no volvió a referirse en ninguna nota a su trabajo en Boogie Nights.
Hoy instalado como uno de los directores más importantes de la industria (sin contar con un Oscar, otra de las inexplicables decisiones de la Academia), Anderson es uno de los pocos autores cinematográficos que pelea en un Hollywood atravesado por superhéroes y millonarias franquicias. Y en buena medida, todo comenzó con Boogie Nights, una de sus obras maestras y una película imprescindible en la representación del cine contemporáneo.
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