Bob Hope: la gran sonrisa de Hollywood
El legendario comediante, famoso por sus actuaciones ante soldados norteamericanos en el extranjero, falleció anteayer, dos meses después de haber cumplido 100 años
LOS ANGELES (AP).- Dos meses después de haber cumplido 100 años, el legendario comediante Bob Hope falleció anteayer en su residencia de Toluca Lake, víctima de una neumonía, según informó en la víspera el publicista del actor, Ward Grant. Pese a haber nacido en Inglaterra, Hope fue el comediante más galardonado de la historia de Estados Unidos y se hizo famoso por sus actuaciones ante soldados norteamericanos en el extranjero.
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Para los norteamericanos era casi un monumento nacional, una especie de representación viviente del espíritu patriótico, el equivalente artístico del himno o de la bandera que acompañaron durante más de medio siglo sus legendarias visitas a los soldados acantonados en los más lejanos lugares del planeta.
Para el resto del mundo fue el entretenedor por excelencia, el hombre que logró lo que tantos quisieron y muy pocos consiguieron desde el espectáculo de masas a lo largo del siglo XX: alguien capaz de atraer multitudes y generar interés con la sola mención de su nombre.
Y para cualquier interesado en conocer la rica historia de la cultura popular de los últimos 100 años, de la que fue un privilegiado protagonista gracias a su extraordinaria longevidad, la vida de Bob Hope se presenta como un enorme libro abierto. Tuvo una existencia tan rica en acontecimientos -su vida coincidió temporalmente nada menos que con la historia centenaria del cine- que se llegó a decir que si llegara a nacer de nuevo se le haría imposible repetirla sencillamente por falta de tiempo. Su nombre aparece en dos ocasiones en el Libro Guinness de los Récords: como el artista más premiado de la historia (1500 distinciones) y como la única figura que firmó contrato a lo largo de 61 años consecutivos con la misma cadena de TV, la NBC, para la que hizo más de 25.000 programas.
Además, recibió 54 títulos honorarios, animó reuniones en la Casa Blanca frente a 11 presidentes (muchos de los cuales fueron sus amigos personales) y se dedicó a entretener a los soldados durante medio siglo, desde la Segunda Guerra Mundial hasta el conflicto del Golfo Pérsico, en los años 90.
En 1947, cuando ya era una celebridad mundial y visitó la Argentina para el estreno local de la película "Monsieur Beaucaire", se le preguntó cómo se las ingeniaba para hacer tanto en tan poco tiempo. "El secreto es que avanzo siempre. Eso sí, soy un devorador de vitaminas. La semana pasada me las inyectaron porque estaba demasiado ocupado como para tragarlas", contestó.
En el cine o en la radio, en la TV o en los espectáculos de variedades, en la fiesta anual del Oscar o frente a miles de norteamericanos vestidos con uniforme de combate, Hope desplegaba una y otra vez su inacabable arsenal de bromas. Solía jactarse de poseer un catálogo de 70.000 chistes ("los miro poco y los tengo sólo para casos de necesidad", comentaba) y en 1951 tomó la precaución de asegurarlos en 100.000 libras esterlinas, una cifra más que considerable para la época.
Inglés en los Estados Unidos
De Hope se dijo que ningún otro nativo de Inglaterra logró jamás parecerse tanto al norteamericano medio. Había nacido el 29 de mayo de 1903 en Eltham, cerca de Londres, como Leslie Townes Hope. Era el quinto hijo de un picapedrero inglés y de una aspirante a concertista de origen galés que emigraron a Estados Unidos cuando Bob tenía cuatro años.
Ya instalada en Cleveland, la familia Hope fue testigo, en un crudo invierno y frente a la leña ardiente de un hogar, de la primera incursión vocacional de Bob en el mundo del entretenimiento: una personificación, a los seis años, de su admirado Charles Chaplin con la que después obtuvo un reconocimiento en la escuela.
Mientras estudiaba, Bob comenzó a ganar dinero vendiendo diarios, refrescos o zapatos y ayudando a su hermano como cadete en el mercado. Llegó fugazmente a integrar el staff periodístico de un diario local y a iniciar una carrera de boxeador amateur que rápidamente abandonó. "Mi carrera se hizo a los golpes", dijo luego, medio en broma y medio en serio.
Rumbo a la fama
A los 18 años, la vida de Bob Hope comenzó a tomar el rumbo que más tarde lo llevó a la fama. Con las lecciones de baile que tomó ni bien concluyó la escuela media y la ayuda de un amigo, Lloyd Durbin, armó un espectáculo de vodevil que estrenó en Cleveland y luego llevó a Nueva York.
Allí logró actuar en un show encabezado por Ruby Keeler, "Sidewalks of New York". El musical permaneció mucho tiempo en cartel, el número de Hope no. Fue así que el futuro astro decidió cambiar su rutina y encontró el camino definitivo de su éxito casi por casualidad: una noche, en un pequeño teatro de Pennsylvania, le tocó presentar la siguiente atracción con un breve monólogo y algunos chistes. Como el público se entusiasmaba extendió la rutina a cinco minutos y la repitió en los siguientes tres días.
A partir de entonces, Hope empezó a ganarse de a poco un lugar como figura solitaria de unipersonales cómicos. Lo hizo en la radio, donde conoció a su futuro alter ego , Bing Crosby; en la TV, que lo tuvo como protagonista del primer aviso comercial grabado en la Costa Este, y en el cine, ámbito en el que vivió la verdadera consagración.
Había debutado en la pantalla grande en "The Big Broadcast of 1938", ese mismo año, pero sólo dos años después, junto a Crosby y la cimbreante Dorothy Lamour, vivió por primera vez el éxito masivo con la película "Camino de Singapur", episodio inicial de una larga serie de comedias livianas que transcurrían entre chistes y números musicales en ambientes exóticos: Zanzíbar, Marruecos, Utopía, Río, Bali y Hong Kong.
El estilo cómico de Hope, apoyado fundamentalmente en la palabra, se convirtió muy pronto en uno de los predilectos del público. Lo que más se festejaba era ese típico gesto de abombado con el que el actor remataba cada secuencia, acompañado con miradas entre desafiantes y asustadizas y la boca en actitud de eterno mascador.
Miembro fijo, entre 1941 y 1953, del selecto grupo de las diez figuras más taquilleras de Hollywood, supo siempre cómo invertir exitosamente sus cada vez más considerables ganancias. El nombre de Hope apareció sucesivamente asociado a compañías petroleras, fábricas de conservas, empresas de gas y electricidad, medios de comunicación y hasta el equipo de béisbol de la ciudad de su infancia, los Indians de Cleveland. Se sabe que jamás hizo un mal negocio y que logró acumular una fortuna personal superior a los 600 millones de dólares.
Ganaba mucho dinero en el cine, pero con el tiempo comenzó a obtener mucho más en la veta que mejor aprovechó, la delinfatigable narrador de chistes y anécdotas graciosas en presentaciones que lo llevaban sin descanso a recorrer Estados Unidos y el mundo. "He actuado el año pasado en 55 ciudades -dijo al pasar por la Argentina, en 1947-. En Nueva York di seis funciones diarias de 45 minutos cada una. Los 50.000 dólares semanales que gano allí son una bicoca en comparación con toda la gente que debo mantener en Washington por los impuestos que me toca pagar."
Durante aquellas giras, Hope viajaba como si fuera un monarca, en un avión DC 6 y junto a una comitiva de 46 personas. También aparecía junto a Crosby en shows donde ambos explotaban una supuesta rivalidad artística que fuera del escenario, sobre todo en los campos de golf, se transformaba en entrañable amistad.
Fueron aquéllos los años de apogeo cinematográfico de Hope, con títulos como "El cabo raso", "La rubia y el escorpión", "El caradura", "El gran tenorio", "Un soltero en París", "Cómo suicidarse en matrimonio" y, sobre todo, "El cara pálida" y su secuela, "El hijo del cara pálida".
Cuando esas apariciones comenzaron a declinar y las películas se volvieron cada vez más rutinarias y menos graciosas, Hope, astutamente, incursionó en otros caminos. Especialmente como eterna atracción de los programas de esparcimiento bélico de las fuerzas armadas norteamericanas, presentaciones que inició en 1941, en la base de March Field, California, y concluyó, a los 87 años, en la primera Guerra del Golfo.
El animador del Oscar
Entre la infinidad de homenajes que recibió, un lugar preferencial lo ocupan los cinco premios que obtuvo en 1940, 1944, 1952, 1959 y 1965 en las ceremonias anuales del Oscar. No ganó ninguna de esas estatuillas por actuación alguna sino a partir de iniciativas humanitarias y aportes al crecimiento del cine como industria, entre las cuales bien podrían incluirse algunas de sus impagables frases en las fiestas de la Academia de Hollywood.
Hope fue el animador por excelencia de la ceremonia anual más importante de la industria del cine, tarea que desempeñó nada menos que 17 veces entre las décadas de 1940 y 1970, y dejó algunos de los comentarios más filosos que registra la historia del premio, como aquel de que "la mejor actuación será la de los perdedores".
Hope nunca dejó de recibir reconocimientos (en 1998, la reina Isabel de Inglaterra lo consagró sir ) ni de recordar con nostalgia a sus antiguos compañeros, que iban desapareciendo mientras él sobrevivía. La edad y algunos inevitables problemas de salud retacearon más y más las salidas de un hombre que había construido su vida alrededor de los encuentros sociales.
Dos años atrás renunció en forma definitiva a las apariciones públicas y se recluyó en su hogar, en compañía de su esposa, Dolores, y de los cuatro hijos adoptivos de la pareja. Ni siquiera pudo participar, por su endeble estado de salud, de los reconocimientos que recibió al festejar su cumpleaños número 100, apenas dos meses atrás.
A partir de hoy, esos tributos seguirán multiplicándose, pero ya sin su presencia y con espíritu de recordación hacia el comediante incansable y el hombre que supo ser previsor hasta en el momento del último adiós. "Yo trabajo a beneficio de todas las religiones -dijo una vez-, porque me molestaría muchísimo estropear el más allá por culpa de una cuestión técnica."
Repercusiones
- "Fue el comediante más influyente de su tiempo e hizo feliz a todo el mundo", dijo ayer Woody Allen, al conocer la noticia. Para Tom Hanks, con la muerte de Bob Hope "se ha terminado una era". En Gran Bretaña, país natal de Hope, se anunció desde el Palacio de Buckingham que la reina Isabel espera comunicarse en las próximas horas con la viuda del actor.
Palabra de showman
Sus gags de cabecera
"Un banco es un lugar que te presta dinero siempre que demuestres que no lo vas a necesitar."
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"Los tres generales más importantes de Estados Unidos siguen siendo General Motors, General Electric y General Foods."
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"Una vez me ofrecieron ser candidato a presidente de Estados Unidos, pero rechacé la propuesta porque el sueldo no era muy bueno. Además, mi esposa no quería mudarse a una casa más chica."
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"Cuando Cecil B. De Mille filmó "Los diez mandamientos" tuvo un pequeño problema con la censura: de los diez, había dos mandamientos que no le dejaban filmar."
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"Hollywood es el único lugar del mundo en el que uno puede esperar en la piscina de su casa a que llegue su jefe para ofrecerle mejoras laborales."
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"Hoy en día se están haciendo cosas en las películas que yo no haría en la cama, incluso si tuviera la oportunidad."
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"Cuando empecé en este negocio debía 4000 dólares y andaba con los zapatos agujereados. En esa época un amigo me invitó a comer un bife y me había olvidado si la carne se cortaba con un cuchillo o con una cuchara."
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