Bird Box: una distopía con la luz como enemigo
Bird Box (Estados Unidos, 2018) / Dirección: Susanne Bier / Guión: Eric Heisserer (basado en la novela de Josh Malerman) / Disponible en: Netflix / Nuestra opinión: buena
La ciencia ficción siempre fue el género que mejor representó los tiempos de crisis. En el presente, varias distopías han resultado los retratos más intensos y ajustados sobre una era convulsa y reacia a las simplificaciones. De allí que se recuperen relatos literarios del pasado, que se entretejan metáforas con mayor o menor grado de sutileza, que los escenarios apocalípticos sean los que mejores odiseas construyan sobre la vida contemporánea. Bird Box: a ciegas, el nuevo estreno de Netflix, recupera el best seller de Josh Malerman de 2014 para situarnos en un mundo en el que la oscuridad ya no es territorio de miedos y monstruosidades, sino que todo ello ahora asoma a plena luz del día.
Malorie ( Sandra Bullock ) vive sus últimos días de normalidad sin saberlo. Sus pinturas reflejan su espíritu creativo, la llegada de su hermana (breve pero notable intervención de Sarah Paulson) le recuerda esa protección con la que siempre cuenta. Pero el estallido de una lejana crisis mundial toca a su puerta cuando menos lo espera: de camino al hospital para controlar los últimos días de su embarazo la psicosis que azota a Europa bajo la fiebre de caos y suicidios en masa la arrastra a una nueva realidad en la que la anomalía se convierte en una inesperada rutina. La directora alemana Susanne Bier se apropia de algunos elementos del género –el uso del fuera de campo, el contraste entre la visión subjetiva y la mirada directa– pero lo que verdaderamente le interesa es la puesta en escena de un mundo en el que se ha evaporado la normativa social. Ese regreso a un primitivismo sin reglas es el que domina el retrato del grupo que resiste las amenazas de los que ocupan el afuera. El cínico, los egoístas, el cobarde, el solidario, todos confluyen con Malorie en esa burbuja que representa una extraña barca de Noé, donde todo puede perderse o volver a empezar.
La gran desventaja de Bird Box es que hace unos meses se estrenó Un lugar en silencio, película en la que John Krasinski cuenta una historia similar y lo hace mucho mejor. Allí la amenaza era el sonido, aquí lo es la mirada, diferencia que explica que aquella sea una película oscura e inquietante, absorbida por la puesta en escena del terror, y que aquí la luz y la naturaleza diurna se conviertan en las líneas dominantes, situando un peligro nunca demasiado concreto, disperso en el movimiento de las hojas y en los ojos encendidos de los que creen que ese nuevo mundo es la salvación. Bullock funciona como heroína a su pesar, sostiene con su presencia un relato que por momentos se torna débil y previsible, y consigue que creamos –pese a que esa idea de madre "en construcción" es agotadoramente gráfica– que puede llevarnos a ciegas hasta un feliz desembarco.
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