Berry, atrapada en un film que no la merece
"Gatúbela" ("Catwoman", Estados Unidos/2004). Dirección: Pitof. Con Halle Berry, Benjamin Bratt, Sharon Stone, Lambert Wilson y Frances Conroy. Guión: John Brancato, Michael Ferris y John Rogers, basado en los personajes creados por Bob Kane para DC Comics. Fotografía: Thierry Arbogast. Música: Klaus Badelt. Edición: Sylvie Landra. Diseño de producción: Bill Brzeski. Producción hablada en inglés con subtítulos en castellano presentada por Warner Bros. Duración: 104 minutos. Apta para todo público.
En una temporada en la que Sam Raimi cautivó con la maestría narrativa y visual de "El Hombre Araña 2" y Guillermo del Toro se destacó por el humor y el desenfado de "Hellboy", esta versión de "Gatúbela" que ofrece el director francés Pitof es de lo más mediocre y artificial que se haya hecho en Hollywood a partir del universo de la historieta.
Pitof, nacido como Jean-Christophe Comar, es un diseñador de cierto renombre internacional y un experto en efectos visuales que debutó en la dirección con la aceptable "Vidocq". Sin embargo, su desembarco en la industria norteamericana no pudo ser peor, ya que el film no sólo es muy poco entretenido, sino que ni siquiera saca partido de su presupuesto de 85 millones para ofrecer, al menos, un puñado de escenas espectaculares, razón de ser de este tipo de producciones.
Pero hay algo aún más imperdonable que la escasa creatividad de Pitof, la artificialidad del relato, la frialdad de sus conflictos o la superficialidad en la descripción psicológica de los personajes: el gran atractivo de Gatúbela es -o debería haber sido- su sex-appeal. Nada de eso se desprende de la exagerada, tosca, estereotipada y burda caracterización que Halle Berry entrega en pantalla. Y no es que esta actriz -primera afroamericana en ganar el premio Oscar por su arriesgado papel en "Cambio de vida"- haya dejado de ser bella o seductora. Incluso en discretas películas como "Swordfish" u "Otro día para morir" Berry demostró por qué es una de las figuras más fotogénicas del cine contemporáneo. Aquí, en cambio, todos sus atributos eróticos e histriónicos son desaprovechados toma tras toma por un director más interesado en el efectismo, la ostentación y los caprichos estéticos (más digno de la publicidad y del videoclip que de la narración cinematográfica) que en desarrollar algún tipo de dramaturgia o en construir una mínima carnadura humana para su heroína.
Cuando la atribulada Berry se calza el traje de cuero negro que convirtió a Gatúbela en un icono sexual para inmediatamente ofrecer un arsenal de movimientos, gestos y frases imposibles, surge la inevitable comparación con la consagratoria performance que concretó Michelle Pfeiffer en "Batman vuelve" (1992) interpretando el mismo personaje en un papel que, en aquel caso, incluso era secundario. El balance, para Berry, resulta aterrador.
Más clisés que historia
La ¿trama? de "Gatúbela" transcurre en el mundillo de los cosméticos: George Hedare (Lambert Wilson), el tiránico zar del negocio, está a punto de sacar al mercado una nueva crema tan adictiva como perniciosa por sus efectos secundarios. La cara de la campaña ya no es su esposa Laurel (Sharon Stone), sino una jovencita con la que el magnate mantiene un affaire. Aun con los clisés y lugares comunes con que el guión define a los malvados George y Laurel, por lo menos les da la posibilidad de lucirse con un par de líneas de diálogos irónicas, un "lujo" que la Gatúbela de Berry no puede darse jamás en los 104 minutos del film.
A la protagonista le quedan, entonces, un romance sin el más mínimo encanto con el detective Tom Lone (Benjamin Bratt), ciertas prefabricadas apelaciones feministas de manual y la posibilidad de pegar unas cuantas patadas y latigazos. Demasiado poco para una estrella como Berry, que -para colmo- tiene un contrato firmado que la obliga a participar en una eventual secuela que, en vista de los resultados artísticos y comerciales conseguidos, hoy debe de estar siendo objeto de más de una revisión.