Balance 2022: gracias al fenómeno Argentina 1985, el cine comenzó a recuperar la normalidad perdida
Dominada por apenas un puñado de tanques de Hollywood, la taquilla cinematográfica exhibió al film de Santiago Mitre como una rareza, programada solo en salas independientes y que, sin embargo, fue la única producción nacional que superó el millón de espectadores; se vendieron este año 32 millones de entradas, un 30 por ciento por debajo de 2019
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En busca de la normalidad perdida. Así se movió el cine en la Argentina a lo largo de un errático e incierto 2022, durante el cual se registraron algunos números extraordinarios de convocatoria dignos del tiempo previo a la pandemia, largas semanas de paupérrimas cifras en las boleterías y un fenómeno atípico, imposible de describir con parámetros de normalidad, gestado alrededor de una producción nacional. Por encima de los números más altos del mercado, lo ocurrido con Argentina, 1985 quedará registrado en la historia como el hecho más significativo de este año.
Desde su estreno en las salas locales el 29 de septiembre, la película dirigida por Santiago Mitre se convirtió rápidamente en una verdadera película-acontecimiento cuya repercusión excedió largamente a lo que suele ocurrir con un estreno de cine. Nadie quiso quedarse afuera de una conversación que alimentó infinidad de debates políticos y sociales en torno de los hechos que la película cuenta: el histórico Juicio a las Juntas desarrollado en tiempos del gobierno de Raúl Alfonsín y el papel protagónico del fiscal Julio Strassera, encarnado por Ricardo Darín.
Argentina, 1985 fue la única producción nacional que superó este año el millón de espectadores (1.066.263 al 12 de diciembre, según los números de Ultracine), lo que le permitió ubicarse entre las 10 películas más vistas del año. El dato adquiere todavía más relevancia si tenemos en cuenta que los complejos multipantalla de origen extranjero no aceptaron sumarla a sus respectivas carteleras debido a desacuerdos insalvables sobre el tiempo disponible para exhibirla con exclusividad en las salas. Tres semanas era el lapso con que contaban antes de su llegada a la plataforma Amazon Prime Video, el 21 de octubre.
A la vez, la muy buena repercusión cosechada en algunos festivales de gran categoría (sobre todo Venecia, con estreno mundial y participación en la competencia oficial) abrió para Argentina, 1985 una ventana de proyección internacional que ninguna película nacional logró alcanzar desde el éxito de Relatos salvajes. La nominación al Globo de Oro ahora despierta ahora expectativas en la temporada de premios de Hollywood y sobre todo alrededor de una posible nominación al Oscar, que nuestro cine no consigue desde 2014. El 21 de este mes tendremos la prueba cuando se conozcan los quince títulos finalistas en la categoría de mejor película internacional, nómina a la que Argentina, 1985 aspira con fundamentos.
En términos de taquilla, la película de Santiago Mitre fue la excepción de una regla de nuevo dominada, como es habitual, de manera excluyente por los tanques de Hollywood. Una vez más fueron las películas de superhéroes y las secuelas de éxitos probados (sobre todo surgidas del cine animado más poderoso) las que llenaron los cines. El caso de Minions: nace un villano resultó extraordinario dentro de esta tendencia. Sumó algo más de 4.650.000 entradas vendidas y quedó tercera en el registro histórico de las películas más vistas en la Argentina entre 1997 y 2022, además de ser por lejos la de mayor convocatoria este año. Detrás quedaron la sorprendente Jurassic World: Dominio; Thor, amor y trueno, Doctor Strange 2, Lightyear, Spider Man: sin camino a casa (que se había estrenado a fines de 2021), Sonic 2, Batman, Argentina, 1985 y Top Gun: Maverick.
Los diez títulos más vistos, juntos, sumaron casi 17 millones y medio de entradas, el 54% del total de los tickets vendidos este año, algo más de 32 millones. Este número fue un 141% superior a los 13 millones y medio alcanzados en 2021, un año que estuvo marcado por restricciones de todo tipo, incluyendo cines cerrados durante varios meses. Todo muy lejos del último año “normal”, 2019, cuando se llegaron a vender más de 47 millones de entradas.
“Este es un año de transición. Estamos un 30 por ciento debajo de la etapa prepandémica. Son números bastante saludables, con altas y bajas, superiores a muchos otros países. Soy muy optimista. Esperamos subir otro 15% en 2023 y llegar de nuevo a la normalidad completa en 2024″, dice a LA NACION Martín Álvarez Morales, titular de la Cámara Argentina de Exhibidores Multipantalla.
El ejecutivo admite que en estos últimos dos años, COVID-19 mediante, la gente cambió sus hábitos de entretenimiento. Hay franjas enteras de público (sobre todo las de mayor edad) que dejaron de ir al cine y los cines, paralelamente, dejaron de programar títulos para ellas. El espacio dedicado al cine de autor se redujo a la mínima expresión y su oferta ahora se concentra en las plataformas. Lo mismo pasa con el cine nacional, que a excepción de Argentina, 1985 y lo último de Adrián Suar (30 noches con mi ex) dejó de apostar a los estrenos en pantalla grande.
En términos de exhibición, el mercado parece haber recuperado la plenitud de su funcionamiento. Los últimos registros de Ultracine dan cuenta de que están activas en la Argentina 1.055 salas, distribuidas en 352 circuitos. Pero en ellas vuelve a acentuarse la misma tendencia de los últimos años, la concentración del público en unas pocas películas de enorme convocatoria, dejando al resto muy lejos. Y con una inmensidad de estrenos casi invisibles, como ocurre en el caso de la producción nacional. De los 290 estrenos argentinos registrados entre el 1º de enero y el 12 de diciembre, apenas 12 vendieron más de 10.000 entradas.
Otro factor que conspiró contra una convocatoria mayor fue el Mundial. El primer fin de semana de diciembre fue el de menor convocatoria a los cines de todo el año y coincidió con el partido por los octavos de final que jugaron, el sábado 3 a las cuatro de la tarde, la Argentina y Australia. Apenas 124.000 entradas vendidas en todo el país de jueves a domingo, una cifra menor a la que consigue cualquier tanque de Marvel en su primer fin de semana.
La llegada para 2023 de títulos como Guardianes de la Galaxia vol. 3, Barbie, Rápidos y furiosos 10, Misión Imposible 7 y La sirenita (con personajes de carne y hueso) eleva el optimismo del mercado. Y desde allí se confía también en el poder de convocatoria de lo que se conoce en el mundo del cine como “contenido alternativo”, propuestas que van más allá de los estrenos de cine que encuentran espacio en las salas. El gran éxito de esta corriente fue la retransmisión en vivo de uno de los conciertos que Coldplay ofreció en la cancha de River, con casi 40.000 personas que pagaron su entrada para verlo de manera simultánea en una pantalla de cine.
Este tipo de acontecimiento tiene su expresión originaria fuera de las salas, mientras los contenidos específicamente cinematográficos ponen en marcha el juego de la oferta y la demanda con resultados globales menos favorables que los esperados. En la Argentina se refleja este fenómeno planetario que funciona desde la lógica más pura: si la película es convocante el público llenará los cines para verlas.
El mercado imagina que eso solo será posible si existe la sensación de que algunos contenidos solo tendrán sentido si se ven en el cine, porque fueron concebidos para eso. Pasó con Top Gun: Maverick, que vuelve este fin de año a las salas mientras crecen sus chances para competir por el Oscar en los pronósticos de los expertos. Y pasará con el último gran estreno de 2022: Avatar, el camino del agua, cuya venta anticipada estuvo por debajo de los números imaginados. Así se cierra 2022, envuelto en palabras llenas de optimismo, pero en los hechos tan errático e incierto como empezó.
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