Ella entra a la sala de interrogatorios, su imagen es la más sensual y gélida representación de la "rubia Hitchcock". De vestido blanco inmaculado y pelo atado, prende un cigarrillo a pesar de que los cinco policías que la interrogan por asesinato le dicen que está prohibido. Tres minutos después descruza y cruza las piernas mostrando que no tiene ropa interior. Así nació la escena erótica más icónica del cine comercial de los 90.
Con su estreno en 1992, Bajos instintos (Basic Instinct) llevó los límites del thriller erótico de consumo masivo a otro nivel. Hasta ese momento ninguna de sus hollywoodenses predecesoras en eso de levantar la temperatura de la audiencia se había animado a tanto. Ni siquiera las también controvertidas Orquídea salvaje (Wild Orchid, 1989) o Nueve semanas y media (9 ½ Weeks, 1986) que, en comparación, ostentaban una notable carga de inocencia.
Bajos instintos, en cambio, fue una película medianamente aceptable desde lo formal, pero envuelta en un aura de perversión que aún hoy es contundente. Tanto como para construir a partir de ella un subgénero del que fue tanto víctima como victimaria.
El holandés errante
A comienzos de los ‘90, éxitos como Flashdance (1983), Al filo de la sospecha (Jagged Edge,1985) y Traicionados (Betrayed, 1988) habían convertido a Joe Eszterhas en uno de los guionistas mejor pagados de Hollywood. Tanto así que su guion de Bajos instintos fue comprado por los estudios Carolco por la cifra récord de tres millones de dólares, más un porcentaje de las ganancias que diera en boletería.
La historia que Esztheras había imaginado (muchos dicen que a las apuradas) se desarrollaba en San Francisco y comenzaba con un hombre atado a una cama y asesinado de 31 puñaladas durante una noche de lujuria. El arma homicida era un picahielo, y la principal sospechosa Catherine Tramell, una escritora bisexual de novelas eróticas acostumbrada a manipular a la gente a fuerza de belleza y sensualidad.
Nick Curran, detective de pasado oscuro en la fuerza policial, es asignado al caso, y mientras comienza una morbosa relación con la sospechosa, deberá descubrir si Catherine es realmente la homicida o una víctima más.
Michael Douglas fue elegido inmediatamente para hacerse cargo del personaje. La elección era obvia puesto que la imagen del actor ya estaba asociada con víctimas de una obsesión gracias a Atracción fatal (Fatal Attraction, 1987), y con policías implacables por su protagónico en Lluvia negra (Black Rain, 1989). Ni hablar que, gracias a la serie homónima, ya era un vecino más de "las calles de San Francisco".
Su participación en el film fue de tal importancia para Carolco, que Douglas firmó incluso antes de que Paul Verhoeven fuera tentado para dirigir el film. El holandés venía de una sólida carrera en su país y de dos auspiciosos films en continente americano, Robocop (1987) y El vengador del futuro (1990). Sin embargo, el director estaba convencido que no lo eligieron por ninguno de estos trabajos: "El productor Mario Kassar había visto mis primeras películas, sabía lo que había hecho antes de llegar a los Estados Unidos. Creo que El cuarto hombre (De vierde man, 1983) por ejemplo, podría entenderse como una precuela de Bajos instintos. En algunos aspectos es como una especie de adaptación para el mercado americano, pero más directo, sin segundas lecturas".
A Verhoeven lo entusiasmó tanto la carga erótica de la historia, que puso una condición para la elección de la protagonista: "Me propuse filmar el guion tal cual estaba escrito, el tema de la desnudez no era negociable. La actriz tenía que estar desnuda, sin sábanas u otras cosas que la cubrieran, a partir de eso las opciones comenzaron a reducirse. Porque cuando las actrices que audicionaban para el papel de Catherine escuchaban mis condiciones lo rechazaban, no se sentían cómodas". Hasta que llegó una vieja amiga suya y dijo que sí.
Ese oscuro objeto de deseo
Para Sharon Stone, de 33 años, el casting de Bajos instintos era uno de tantos. Le generaba cierta confianza que el proyecto estuviera a cargo del mismo realizador que la había dirigido en El vengador del futuro, aun cuando su participación en ese film había sido pequeña. También le jugaba a favor (aunque no lo sabía) que para cuando llegó su turno, ya habían huido despavoridas Michelle Pfeiffer, Kim Basinger, Meg Ryan, Demi Moore y Geena Davis.
"Desde el momento en que Sharon entró sentí que era Catherine Tramell. Grabé unas pruebas y se las mostré al productor y a Michael. Ninguna de las que vino después era tan buena como ella. Hicieron con Michael unas tomas juntos y la conexión fue inmediata. Quedó convencido, ese mismo día me dijo ‘lo quiero hacer con ella’".
#BasicInstinct audition tape for #WaybackWednesdaypic.twitter.com/TaApP2HmJS&— Sharon Stone (@sharonstone) August 9, 2017
La aceptación del rol significó para la actriz varias reuniones con Verhoeven en el que este le explicó detalladamente lo que necesitaba de ella: "Le dije a Sharon que tenía que hacer todo lo que yo le pidiera y me dijo ‘ok’, no tenía nada que perder. Las escenas de sexo las diseñé con total precisión, había hecho storyboards (dibujos que describen el plano y los personajes en él) de cada una, porque una cosa es el texto, pero cuando ves los ángulos que usamos te das cuenta de que no dejamos ninguna porción de los cuerpos sin mostrar".
En una entrevista con el periodista Gabriel Lerman, Stone analizó su trabajo en la película: "No creo que el papel fuera riesgoso solo por su contenido sexual. Era un personaje psicópata que necesitaba desesperadamente el poder y que utilizaba maquiavélicamente su sexualidad para conseguirlo, pero también ejercita todo otro tipo de maquinaciones. Yo sabía que iba a tener que desnudarme pero me pareció que tenía que ver con lo que se estaba contando". Michael Douglas, por su parte, aseguró que Catherine representaba: "Ciertas imágenes masculinas de lo que es la mujer ideal. Es más interesante cuando tu oponente es atractiva, inteligente y sexy".
El rodaje de Bajos instintos comenzó sin mayores contratiempos y así continuó hasta el momento de filmar la escena del interrogatorio ya mencionada: cuando la protagonista, en su afán de provocar, exhibe intencionalmente ante sus interrogadores su entrepierna desnuda. Situación que no estaba en el guion original, pero que marcó el ADN de la película para siempre.
El cruce de piernas más famoso del cine
"El texto era claro: ella se cambiaba de ropa antes de salir para el interrogatorio. La dinámica de ese pasaje era que ella impresionaba mucho a esta gente emanando tanta sexualidad. Era tan libre que todo el tiempo mantenía el control de la situación sin importar lo que le preguntaran. A todo respondía desafiante", explicaba el director para enseguida ir al punto: "Es cierto, el momento del cruce de piernas no estaba en el guion, fue una idea que pensé a partir de una situación que viví siendo universitario. En nuestro grupo había una chica que venía a las fiestas y nunca usaba ropa interior. Un día un amigo le dijo: ‘¿No te das cuenta de que cuando cruzás las piernas se te ve todo?’. Y ella le contestó: ‘Por supuesto, por eso lo hago’".
Llegados a este punto, vale decir que las historias de este momento difieren en su conclusión, según quién las cuenta. Por un lado se asegura que la actriz fue engañada (más o menos como Isabel Sarli en El trueno entre las hojas) para quedar desnuda debajo del vestido, y que cuando pidió ver la escena filmada en edición la imagen estaba tan oscura que no parecía revelar ninguna parte íntima de su cuerpo. Cuando se enteró de que no era así, defendió su honor a los cachetazos. La otra versión afirma que desde el primer momento, tanto ella como el resto del equipo tenían claro los alcances de la toma y lo que se buscaba mostrar. Claramente, una postura es bastante más creíble que la otra.
Ese par de segundos de celuloide alcanzaron para que Stone pasara de actriz de trinchera a símbolo sexual, un cambio tan repentino que a ella misma la sorprendió. Así lo recordaba en 1995: "La película no giraba sobre mí siendo una sex symbol porque en toda la película hay solo cinco minutos de sexo. Lo que pasa es que esa imagen fue muy fuerte y la gente no se ha podido olvidar de ella. De todos modos tengo que reconocer que cuando todo ocurrió yo ya estaba entrando en esa etapa en que las actrices dejan de ser objetos del deseo, por lo tanto creo que ha servido para darme un poco más de longevidad en esta industria, porque mis admiradores adolescentes siguen pensando que soy atractiva".
¿Una película "anti gay"?
Si Bajos instintos tuvo que lidiar al momento de su estreno con críticos moralistas que condenaron su osadía, durante el rodaje en San Francisco se vio envuelta en un escándalo con grupos antihomofóbicos que habían conseguido el guion de Eszterhas y decidieron hacer todo lo necesario para boicotear el rodaje.
El productor Alan Marshall nunca olvidaría aquel momento: "Desde la primera noche hubo alrededor de 150 personas gritando afuera de donde filmábamos, con pancartas, tratando de boicotearnos. Estuvieron durante otras 18 jornadas que tuvimos. Les terminamos iniciando una demanda y así logramos que no pudieran acercarse a menos de cien metros. Pero ellos empezaron a traer campanas y silbatos para hacer sonar. Además les pedían a los automovilistas que tocaran bocina".
Verhoeven sumaba: "Cantaban y gritaban intentando perjudicar el rodaje. Nos cortaban los cables de electricidad, apuntaban con linternas contra la cámara para que no se pudiera usar el material. Fuimos un blanco perfecto para ellos porque hacíamos una película con estrellas. Dijeron que la historia era totalmente "anti gay" y yo les contesté que vieran El cuarto hombre para darse cuenta qué tipo de persona soy y lo que pienso, pero me contestaban que no tenían tiempo. Yo les explicaba que la película era "pro gay" porque desde el comienzo de la historia era algo aceptado, a ninguno de los personajes le importaba. Para mí, no tratar algo como problema es aceptarlo como parte de la vida".
En medio de un clima insostenible, la producción se reunió con los manifestantes para escuchar sus reclamos, pero los cambios que pedían eran tan profundos que cambiaban completamente la esencia de la historia. La negociación fracasó y la película continuó tal cual había sido imaginada, lo que no hizo más que empeorar las cosas. Los activistas redoblaron la apuesta y cambiaron el nombre de su agrupación a "Catherine Did It!" (Catherine lo hizo), para que cada nota periodística en la que se los nombrara se convirtiera en una especie de spoiler, disuadiendo a los espectadores de pagar una entrada para ver una película de la que conocen el final.
Annette Gaudino, por entonces militante de la agrupación Queer Nation, explicaba: "Cuando les presentamos nuestras propuestas nos dijeron que los censurábamos, que estábamos en contra de la libertad de expresión. Lo pensamos y decidimos que lo mejor era ir por otro camino, fue cuando cambiamos nuestro nombre. Al revelar el final estábamos desafiando a Hollywood ¿Nuestra libertad de expresión valía menos que la de los cineastas? Se puede saber el significado de Rosebud e igualmente disfrutar El ciudadano, así que si contar el final era arruinarla no era culpa nuestra".
Pero no la arruinaron. Desde su estreno en marzo de 1992, Bajos instintos fue un éxito rotundo, que muchos atribuyeron a la polémica que se había generado a su alrededor. Los cines se llenaban de espectadores ávidos por ver a qué obedecía semejante revuelo. Así comenzaría a afianzarse el concepto de "thriller erótico moderno", que se mantendría por varios años más mediante algunos sucesos, muchos fracasos y presiones que repercutieron hasta en nuestro país.
Secuelas, hijas bastardas y sanciones
En la medida que la recaudación de Bajos instintos aumentaba, en Hollywood entendieron que ese era el camino a seguir. En los siguientes años, muchos films continuaron la estela de la travesura erótica de Douglas, Stone y compañía, pero muy pocos llegaron a empatarla; y no se habla acá de dinero o de calidad, sino más bien de seguir hurgando en el morbo de la platea.
De todas, la que más se acercó a su espíritu fue El cuerpo del delito (Body of Evidence, 1993). Aunque tanto los personajes como el guion eran prácticamente iguales, la presencia de Madonna orientó todo hacia un producto más explícito. Lo que en Bajos instintos se sugería, en el film de Uri Edel se exponía salvajemente. Fue subir la apuesta, decir "nosotros vamos a hacer lo mismo, pero mostrándolo", y hay que decir que no les fue nada mal. La película fue destruida por la crítica, pero a casi tres décadas de su estreno todavía ostenta la categoría de film de culto.
A riesgo de herir sensibilidades cinéfilas, en la misma línea de erotismo y provocación también podrían entrar películas "de autor" como Ojos bien cerrados (Eyes Wide Shut, 1999), Crash, extraños placeres (1996) o Femme Fatale (2002), aun cuando los expertos prefieran ejemplificar la época con títulos menores como Criaturas salvajes (Wild Things, 1998) o Mátame suavemente (Kill Me Softly, 2001). Todas, de una manera u otra, son hijas de Bajos Instintos.
Hasta Joe Eszterhas y Sharon Stone quisieron aprovechar la ola y en 1993 se reunieron en la fallida Sliver. Este reencuentro despertó demasiadas expectativas, que se convirtieron en indiferencia cuando se vio su resultado: una película tediosa sobre voyeurismo -en guiño cómplice con los fans del film anterior- que se quedaba en la promesa de un afiche y un trailer al que no le hacía justicia.
"Si pensaban que a pesar de tener mis años todavía tenía atractivo para los hombres, fabuloso. Pero luego la sensación se volvió un poco extraña porque yo pensaba que todo iba a ser como en El vengador del futuro: iba a tener esa ilusión por un minuto y luego volvería a la realidad. Pero no, la gente estaba convencida de que yo era un símbolo sexual, y la situación comenzó a volverse un tanto opresiva. Es que el erotismo ya no me intriga como antes, es como ir a la heladería y pedir siempre el mismo gusto", sostuvo Stone tiempo después sobre el encasillamiento que le generó el film.
A pesar de realmente haber querido dar un golpe de timón a su carrera con papeles como el de Casino (1995) o Gloria (1999), el dinero pudo más y en 2006 Sharon Stone recuperó a Catherine Trammel en Bajos Instintos 2. A pesar de las referencias al original y a que con casi cincuenta años la actriz no había perdido ni un gramo de sex appeal, a esta secuela se le notaron tanto los hilos que pasó al olvido con mucha pena y nada de gloria. Casi, casi como le pasa a la original en su desembarco en la televisión.
El domingo 6 de marzo de 1994, el canal HBO Ole (que en Argentina era parte del paquete básico de las prestadoras) emitió por primera vez para nuestro país Bajos instintos. En aquel momento, el Comfer (Comité Federal de Radiodifusión) miraba a los canales con lupa, deteniéndose especialmente en lo que consideraba "programación erótico/pornográfica" para ir sobre ellos con multas y sanciones.
No había terminado el lunes siguiente cuando la presión del ente hizo que se decidiera dar marcha atrás con las sucesivas repeticiones que tenían pautadas a lo largo de ese mes. La película tuvo que esperar bastante tiempo para finalmente poder verse en pantalla chica y en varias ocasiones ni siquiera completa, ya que más de una vez se la programó mutilada o con los desnudos fuera de foco.
¿Bajos Instintos fue tan importante como para construir semejante mito a su alrededor, al punto de que todavía hoy alguien quiera leer su historia? La respuesta la dio hace ya mucho tiempo Paul Verhoeven, quien la definió como nadie: "Por supuesto que no es realista, ¿pero qué film de suspenso lo es? Si te ponés a pensar la premisa es bastante tonta: una mujer que mata por diversión mientras tiene orgasmos, con el objetivo de ver si la policía la descubre. Creo que es una gran película y también bastante absurda".
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