Bafici: todos los ganadores de la última edición
La flor, monumental y extraordinaria película de 14 horas dirigida por Mariano Llinás, ganó el premio máximo de la Competencia Internacional del 20º Bafici . Además, sus cuatro protagonistas, Pilar Gamboa , Elisa Carricajo, Valeria Correa y Laura Paredes (integrantes del grupo Piel de Lava), compartieron el galardón a Mejor Actriz. Es apenas la tercera vez en veinte años del festival porteño que un título argentino logra el principal galardón (Parapalos lo había conseguido en 2004 y La larga nochede Francisco Sanctis, en 2016). La flor, dividida en seis episodios y exhibida en tres partes, propone un recorrido por prácticamente todos los géneros cinematográficos y se convirtió en el gran hito cinéfilo de esta edición.
El Premio Especial del Jurado fue para la producción de animación japonesa Violence Voyager, del artista Ujicha; mientras que el de Mejor Director recayó en el brasileño Tiago Melo por su ópera prima Azougue Nazaré y el de Mejor Actor fue para Anders Juul por su trabajo en el film danés A Horrible Woman, de Christian Tafdrup.
En la Competencia Argentina la ganadora fue Albertina Carri con su provocadora exploración sobre el sexo y el deseo en Las hijas del fuego, mientras que otra mujer, Lola Arias, resultó la Mejor Directora por Teatro de guerra, acercamiento experimental al conflicto de Malvinas en el que reunió a veteranos del ejército argentino y británico.
El Bafici tiene también otras competencias como las de Vanguardia y Género (ganó The ImageYou Missed, de Donal Foreman), Derechos Humanos (triunfó Meteors, del turco Gürcan Keltek y la Mención Especial fue para El silencio es un cuerpo que cae, de la cordobesa Agustina Comedi) y Latinoamericana (venció Averno, del boliviano Marcos Loayza). Por su parte, los tres cortos distinguidos fueron La prima sueca, de Inés Barrionuevo y Agustina San Martín; Las flores, de Renzo Cozza; y El liberado, de Martín Farina, mientras que el premio del público entre los films argentinos fue para Foto Estudio Luisita, de Sol Miraglia y Hugo Manso.
Tiempo de balance
- Programación. La oferta de casi 400 títulos es una de las constantes del Bafici en sus 20 ediciones y esa amplitud y variedad permite que cada cinéfilo elija su propio recorrido. Este año hubo, como siempre, cantidad y calidad, aunque también quedó la sensación de unos cuantos títulos "de relleno". Las joyas, se sabe, no abundan en el cine contemporáneo.
- Visitas. Llegaron invitados para una cinefilia "dura" (el director francés Philippe Garrel o el estadounidense James Benning) y otros para una cinefilia "pop" (el realizador norteamericano John Waters o el actor escocés Ewen Bremner). Todos acompañaron sus películas y dieron charlas públicas. Balance positivo en este rubro.
- Competencias. El Bafici tiene demasiadas competencias (Internacional, Argentina, Latinoamericana, Vanguardia y Género, Derechos Humanos, Cortometrajes) y, se sabe, muchas veces el que mucho abarca...
- Retrospectivas. La recuperación del cine de Kira Muratova (la realizadora más vanguardista de la Nueva Ola Soviética de los años '60) y el foco dedicado a Garrel (figura clave del cine de autor francés de las últimas cinco décadas) fueron dos eventos insoslayables de esta edición.
- Joyas escondidas. La oferta de cine nacional fue otra vez desbordante, pero mientras en la Competencia Argentina se vieron varios films flojos, en secciones con muy poca difusión se descubrieron gemas como la apuntada El silencio es un cuerpo que cae; o Mujer nómade, documental de Martín Farina sobre la filósofa Esther Díaz.
- Películas largas. Más allá de las 14 horas de La flor, se destacaron otros films de largo aliento como, por ejemplo, Season of the Devil, del filipino Lav Diaz; o An Elephant Sitting Still, del chino Hu Bo, ambas de casi cuatro horas. Epicas cinéfilas.
- Organización. Fue impecable, una maquinaria que luce de lo más aceitada. Sin mayores problemas y con capacidad para resolver con velocidad los imponderables. Para destacar, la cantidad de eventos gratuitos y la ampliación a nuevos barrios de la ciudad. Para lamentar, el pésimo corto institucional (una pieza publicitaria que nada tiene que ver con el espíritu del Bafici y que hizo añorar cuando los spots se los encargaban a distintos cineastas) y la escasez de publicaciones (apenas un libro autocelebratorio sobre los 20 años del festival).
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