La historia de Ava DuVernay bien podría ser una película. Un relato de una mujer negra que, como muchas otras, debe luchar contra la adversidad y los obstáculos en el camino impuestos por la sociedad debido a su raza y a su género para cumplir su sueño. Que en este caso es dirigir una película.
Si alguien decidiera filmar la biopic de DuVernay no podría saltearse sus comienzos como relacionista pública de films independientes que, después de años de promocionar la obra de otros en el festival de Sundance, terminó presentando allí su propio film y ganando el premio a mejor director en 2012. Y tampoco podría olvidar lo sucedido cuando estrenó Selma: El poder de un sueño, la película que recordaba la marcha de Martin Luther King en favor del derecho al voto para las personas de raza negra.
La historia que alguien debería contar alguna vez sobre DuVernay tendría que mostrar cómo esa película sobre la persistente desigualdad racial en el sur de los Estados Unidos durante los años 60 ayudó a resaltar la persistente desigualdad en el Hollywood del siglo XXI. Es que, a pesar de las buenas críticas y los comentarios sobre la película, que era vista como candidata al Oscar, Selma fue prácticamente ignorada por la Academia (finalmente ganó la estatuilla a la mejor canción) lo que reavivó los cuestionamientos por la falta de diversidad en la industria del cine.
Que ahora, cuatro años después, DuVernay sea la primera realizadora negra en dirigir una película de 100 millones de dólares de presupuesto (y para Disney ) podría ser el perfecto final, la perfecta revancha para ese film sobre su vida que alguien debería rodar. Sin embargo, para ella Un viaje en el tiempo –estrenada esta semana en las salas locales–es apenas el comienzo, el medio para contar historias más inclusivas y conquistar espacios que antes estaban vedados.
"Me cautivó la historia de esta nena normal, que no es un jedi ni un superhéroe, que emprende este viaje espectacular", dice en conversación telefónica con La Nación desde Los Ángeles. Y aunque esta fue la primera vez en su carrera en la que el guión de la película estuvo a cargo de otra persona (Jennifer Lee, la codirectora de Frozen: una aventura congelada), la posibilidad de que Meg, la protagonista de la película basada en la novela de Madeleine L’Engle, fuera una nena de raza negra fue un factor decisivo para hacerla. Aunque no el único.
"Mi idea era darle una mirada femenina al género fantástico. Cuando pensás en películas en esa línea tenés a El señor de los anillos, Avatar, La invención de Hugo Cabret o El buen amigo gigante y ninguna de ellas está hecha desde una perspectiva femenina. De hecho, cuando empecé a buscar referencias para hacer un film de fantasía, historias de este tipo hecha por mujeres, no encontré ninguna. Esa ausencia, ese vacío fue una de las razones por las que me interesó este proyecto", explica DuVernay, una de las voces más fuertes en estos tiempos de lucha por la igualdad de género en Hollywood.
Para contar el viaje de Meg en busca de su padre, un científico perdido en el tiempo y el espacio (interpretado por Chris Pine), la directora tuvo que trabajar por primera vez con complejos efectos especiales y un presupuesto mucho más grande del que solía manejar en sus proyectos independientes como el notable documental nominado al OscarEnmienda 13, disponible en Netflix .
"En un proyecto como Un viaje en el tiempo hay más elementos en juego pero finalmente cuando tenés las cámaras rodando y a los actores frente a ellas, buscando retratar algún tipo de verdad a través del arte, no importa si tenés cien millones de dólares o algunos miles. Porque al final del día, el sol se pone igual y tenés que crear esa emoción necesaria para la película, no importa el presupuesto. Solemos dar por sentado lo difícil que es provocar emociones con un film. Conseguir algo que te haga reír, llorar, sentir, es un logro. Y ese logro no es algo que el dinero pueda comprar", aclara DuVernay, que cuando todos le hablan de la responsabilidad de hacer una película de Disney de tan abultado presupuesto, de llevar a la pantalla un libro amado por los jóvenes lectores norteamericanos desde hace décadas y de ser la primera directora afroamericana en trabajar en una película de este tamaño, ella recuerda la experiencia como una etapa feliz.
"Fueron dos años muy creativos. La familia de la autora fue muy generosa con nosotros, mi colaboración con todo el equipo funcionó muy bien y el hecho de estar contando una historia en la que la luz vence a la oscuridad fue muy positiva. Especialmente por las cosas que están sucediendo ahora en el mundo y más precisamente en mi país. Estamos pasando por una etapa muy oscura y gracias a esta película iba a trabajar feliz todos los días. Porque estábamos haciendo algo en lo que creemos, algo que amamos", se entusiasma, convencida de que la magia del cine reside, a veces, en que el público pueda sumergirse en una película por dos horas para olvidar las cosas que quiera olvidar y recordar aquellas que todos debemos recordar.
La hora del cambio
"Ser capaz de contar historias en las que creo de la manera que quiero contarlas es una enorme bendición. Conozco muy pocas mujeres y muy pocas personas negras que pueden hacerlo, por eso me considero afortunada y estoy muy agradecida. Se habla mucho de los cambios en Hollywood pero para mí es un proceso. Sé que mucha gente cree y desea que una película o un premio modifiquen las cosas pero no sucede así. Es algo que va avanzando. Falta mucho para que la representación de las minorías, de todos los grupos que no se ven a si mísmos en la pantalla, alcance lo que debe ser", dice DuVernay que en pos de lograr que la apertura en términos de raza y género sea más que una moda pasajera forma parte de un colectivo de artistas, Evolve Entertainment Fund, que se ocupa de ayudar a mujeres de grupos minoritarios a conseguir empleo en la industria del cine. Una iniciativa que en los últimos tiempos tuvo su eco en la pantalla grande gracias a Pantera negra y Un viaje en el tiempo, dos films en los que las mujeres fuertes y heroicas están en primer plano.
"Son dos representaciones muy revolucionarias de las mujeres negras como líderes. Es una imagen muy saludable pero no solo para las mujeres en general o las mujeres negras en particular sino también para hombres y chicos blancos, para que sea cada vez más fácil imaginar que eso es posible",
Si alguien alguna vez se pusiera a escribir el guión de la historia de la carrera de Ava DuVernay seguramente buscaría el hilo conductor, el tema común de todas sus películas, una reflexión que, en sí misma, sería un triunfo para la directora. "Honestamente estoy muy agradecida de tener suficientes películas hechas como para encontrar lo que tienen en común. La mayoría de mis colegas no suelen tener esa oportunidad. Si hay algo que aparece en todos mis proyectos es mi interés por la idea de dignidad para todos. De producir imágenes para que el público pueda ver que todo tipo de personas pueden ser los héroes de su propia vida, en su cultura, ya se trate de Martin Luther King, los activistas de Enmienda 13 o Meg. A lo largo de mucho tiempo, en nuestro mundo existió una especie de jerarquía para clasificar a la humanidad. Yo creo en cambiar eso, en la dignidad e igualdad para todos".
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