Arte, rock, hampa y mafia rusa
En Rocknrolla, los gánsteres de Guy Ritchie se enfrentan a los nuevos tiempos
Rocknrolla (ídem, Gran Bretaña/2008, color; hablada en inglés). Dirección y guión: Guy Ritchie. Con Gerard Butler, Tom Wilkinson, Thandie Newton, Idris Elba, Ludacris, Jeremy Piven. Fotografía: David Higgs. Música: Steve Isles. Edición: James Herbert. Presentada por Warner. 115 minutos. Sólo apta para mayores de 16 años.
Nuestra opinión: buena
No le venía yendo muy bien a Guy Ritchie después de que Juegos, trampas y dos armas humeantes y Snatch: cerdos y diamantes lo convirtieran en inventor de una especie de subgénero nacido de la mezcla de Tarantino con el lenguaje del clip y de frenético humor británico con rock atronador y omnipresente. Se hundió en las pretensiones de Revólver y con Insólito destino, donde dirigió a su ahora ex esposa, sólo cosechó abucheos. Se entiende (y se celebra) que haya querido volver a terreno conocido -el de un hampa londinense con todos sus rasgos exagerados hasta la caricatura-, aunque siga mostrando más astucia que verdadera imaginación para organizar sus complicados enredos, siempre envueltos en un chisporroteo formal tan atractivo como gratuito.
Lo cierto es que, con todas las conocidas mañas de Ritchie (y con todos los permisos que se da para manipular la historia a su antojo), Rocknrolla entretiene, no descuida la tensión de la intriga y si a veces aturde, otras divierte francamente, como en esa secuencia posrobo en que una larguísima persecución entre vehículos o a pie termina por demostrar que hay gorilas rusos absolutamente indestructibles.
Todo cambia
El mundo del hampa está cambiando, aunque al consolidado monarca de la vieja escuela, Lenny Cole (un imperdible Tom Wilkinson), le cueste admitirlo. Ya no basta con dominar a los políticos corruptos y contar con un ladero fiel (?) y un ejército de gánsteres de medio pelo (la Pandilla Salvaje del caso) para hacer el trabajo sucio. Ha aparecido la mafia rusa, representante de la nueva escuela, y no sólo se ha metido en el fútbol: ahora también quiere su parte en el negocio inmobiliario y está dispuesta a jugar fuerte. Todo se vuelve confuso y peligroso cuando es robada una obra de arte puesta como garantía, o como trampa: abundan los (y las) que juegan a dos puntas y los inesperados pases de bando. Ni siquiera puede confiarse en la familia: que lo diga Cole, padrastro de un rockero drogadicto capaz de fingir la propia muerte con tal de impulsar la venta de sus discos.
Ritchie fatiga un poco con los artificios de su cámara y su variedad de efectos, pero sabe cómo no enredarse entre tantos personajes y tantas subtramas y dosificar la acción y el humor, si bien nunca disimula su cinismo y se complace en la violencia. El elenco es sólido (se lucen Gerard Butler y Thandie Newton) y la música, un poco menos estrepitosa que de costumbre.
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