Apocalypse Now y otros nueve títulos para reencontrarnos con Marlon Brando
"Marlon Brando nos dio nuestra libertad", dijo una vez Jack Nicholson, uno de los muchos actores consagrados que no hubiesen llegado tan alto de no haber recibido la influencia decisiva y colosal de quien alguna vez llegó a ser considerado como el intérprete de mayor genio que tuvo el cine en toda su historia.
Puede que ese calificativo resulte hoy exagerado y hasta curioso para las nuevas generaciones que no fueron testigos de sus momentos de apogeo, sobre todo de esa imagen de rebeldía que lograba transmitir desde la pantalla como ningún otro en su tiempo. Esa imagen juvenil de Brando, vestido de cuero de pies a cabeza y sentado sobre una motocicleta con aire distraído, está para corroborarlo. Además, es la postal del actor que seguramente más tiempo nos acompañó.
Quienes no olvidan a Brando o prefieren pasar de largo el caótico tramo final de su vida, envuelto en escándalos, silencios, sospechas de fortunas perdidas, dolores inconsolables (el suicidio de su hija Cheyenne, sin ir más lejos) son sus propios colegas, que lo reconocen como el gran transformador del arte de la actuación. Sin Brando, ni Nicholson (que fue su admirador, amigo y vecino en las colinas de Mulholland Drive, con sus bellas y extraordinarias vistas panorámicas de Los Angeles), ni Robert De Niro, ni Al Pacino ni Dustin Hoffman habrían sido lo mismo.
Es muy posible que el interés por redescubrir la obra de Brando reaparezca o consiga fortalecerse a partir de la decisión de Netflix de sumar a su catálogo desde hoy una de las películas que sintetiza el rumbo que adoptó la carrera de Brando en sus tramos finales. En Apocalypse Now interpreta a un personaje (el coronel Kurtz) esquivo, misterioso, oscuro y lleno de misterios. Es una figura clave de la mirada elegida por Francis Ford Coppola para contar la guerra de Vietnam a partir de la gran novela de Joseph Conrad El corazón de las tinieblas.
En Kurtz se representa ese horror que Conrad nos llevaba a descubrir a través de su viaje literario, que Coppola situó en Vietnam y que tenía como destino la fortaleza que el propio Kurtz había construido al margen de cualquier autoridad, como pura expresión de arbitrio. Y en Kurtz se encarna el Brando de ese tiempo. Un actor que acepta contados papeles en apariciones que siempre serán breves y episódicas, casi siempre a cambio de mucho dinero. En 1976, Brando aceptó ese papel a cambio de apenas un mes de filmación y un salario fijo de tres millones y medio de dólares, una enormidad para la época.
Además de Apocalypse Now, que llega a Netflix en la versión Redux (196 minutos en total, con el agregado de una larga secuencia en las plantaciones francesas de Indochina omitida en el estreno original) pueden encontrarse vía streaming en la Argentina varias apariciones de Brando de distintas épocas. No están disponibles, por ejemplo, algunas de sus más icónicas películas como Un tranvía llamado deseo, Julio César, Motín a bordo, Los dioses vencidos, La condesa de Hong Kong, Morituri, Reflejos en tus ojos dorados y Ultimo tango en París. Pero con la película de Coppola suman una decena de títulos que nos ayudan a acercarnos a conocer o a redescubrir a quien, para muchos, llegó nada menos que a transformar para siempre el arte de la interpretación cinematográfica. Esta versión ampliada fue estrenada en los cines argentinos en marzo de 2002 como Apocalipsis Now Redux.
Los hombres (The Men, 1950), de Fred Zinnemann
Lo más interesante de esta producción muy poco valorada dentro de la filmografía de Brando es que se trata de su debut cinematográfico absoluto, un año antes de aquella rutilante aparición en Un tranvía llamado deseo (obra que, por otra parte, ya lo había revelado en el teatro como actor superlativo antes de esta película, a partir de su debut en 1947). Todos los rasgos potenciales del estilo interpretativo de Brando aparecen aquí, gracias a un papel a la medida: un veterano de guerra paralizado de la cintura para abajo que se enfrenta a las complejidades de su rehabilitación. Un Brando todavía contenido y preparado para la explosión en sus poderosas actuaciones posteriores. Disponible en Movistar Play.
¡Viva Zapata! (1952), de Elia Kazan
Un año después de Un tranvía llamado deseo, Elia Kazan y Brando volvieron a unirse para recrear desde la mirada del Hollywood clásico la vida de Emiliano Zapata, una de las figuras más carismáticas de la Revolución Mexicana. Entre los grandes protagonistas de esa larga sucesión de acontecimientos, Zapata se convirtió en el nombre más popular en los Estados Unidos de todos los revolucionarios y su historia de líder campesino se prestó más de una vez al estereotipo (Guillermo Cabrera Infante cuenta que el bigote usado por Brando en la película se convirtió con el tiempo en "el bigote de Zapata"). La película, escrita por John Steinbeck, puede verse como una pintura de las tentaciones y los abusos a los que puede llegar el poder en manos de un hombre con ambiciones. Brando estuvo nominado al Oscar como mejor actor protagónico, pero el premio por esa película se lo llevó ese año Anthony Quinn, mejor actor de reparto. Disponible en Qubit TV.
Nido de ratas (On the Waterfront, 1954), de Elia Kazan
"Se trata del retrato, escueto y vigoroso, del cambio de mentalidad de un joven, desde la indiferencia hasta la conciencia moral, expuesto de un modo que permitió a la película no solo alcanzar un gran impacto inicial, sino también conservar su valor a lo largo de décadas". Así define Richard Schickel en su biografía el argumento de esta película, una de las cumbres de la carrera de Brando en el cine. Ambientada en el mundo de la corrupción sindical y el chantaje en el mundo de las actividades portuarias, Brando hace de su personaje (Terry Malloy) la expresión de su máximo poder como actor (otra definición de Schickel) y la afirmación de un estilo distinto al del resto de sus colegas, que ya empezaba a asomar. Como mejor actor, Brando se llevó uno de los ocho Oscar ganados por la película. Disponible en Qubit TV.
El rostro impenetrable (One-Eyed Jacks, 1961), de Marlon Brando
La única película que Brando dirigió en toda su carrera es un extraño western que atraviesa la historia en medio de toda clase de penurias. Pero Brando no oficia aquí de héroe (o de antihéroe, si consideramos las cosas que le pasan), sino de un villano en potencia. "Nunca hubo un western a la vez tan sádico y tan masoquista, tan empeñado en hacer sufrir al prójimo y jactarse del sufrimiento propio", escribió el crítico uruguayo Homero Alsina Thevenet, cuyo análisis de la película se define en una sola frase: esta película no es otra cosa que un ensayo sobre Marlon Brando firmado por él mismo. Una película tan compleja como su protagonista casi excluyente, a la que no le faltan momentos clásicos más allá de su preferencia por el retrato psicológico (la aventura siempre queda en segundo plano), y con dos actores, el propio Brando y Karl Malden, que parecen estar todo el tiempo mirándose en el espejo del otro. Disponible en Qubit TV.
La jauría humana (The Chase, 1966), de Arthur Penn
Pocos directores entendieron mejor que Penn todo lo que podía dar Brando. Era un realizador que entendía el valor de la improvisación y de las libertades que se daba el actor como instrumentos de una interpretación más creíble y profunda. "Brando es uno de los tipos más calumniados de la historia del cine, pero es una persona muy justa, honesta y perfectamente accesible", dijo una vez el director. Para él, Brando no tenía por qué limitarse a recitar sus diálogos. "Nunca los sigue, porque se dedica a trabajar", destacó. Vale la pena volver a ver esta película, un incómodo y poderoso retrato de la América profunda marcada por la violencia y el racismo. Brando está en plenitud interpretando a un sheriff, junto a Robert Redford, Jane Fonda, Robert Duvall, Angie Dickinson y James Fox. Disponible en Qubit TV.
Queimada! (1969), de Gillo Pontecorvo
Hito del cine político de los años 60, Queimada! es al mismo tiempo una película muy entretenida y que al verse deja traslucir lo compleja que resultó su realización. De hecho, todavía se recuerdan algunos accidentados episodios del rodaje que tuvo lugar en Cartagena de Indias (Colombia) y de algunas memorables discusiones en el set entre Brando y el director italiano Gillo Pontecorvo, uno de los grandes exponentes del cine más comprometido y militante. La película lleva su sello: afirma una mirada propia de la ideología marxista del realizador en torno de la esclavitud, que funcionaba como una condena explícita. Brando parece sentirse muy cómodo interpretando a William Walker, un aventurero británico enviado en el siglo XIX por su gobierno a la isla de Queimada, dominio portugués, para alentar una revuelta y lograr así que los ingleses terminen sumándola a sus extensiones coloniales. Con el tiempo dirá que fue uno de los mejores papeles de su carrera. Disponible en Movistar Play.
El padrino (1972), de Francis Ford Coppola
Tan decidido estaba Brando en tiempos del rodaje de esta película que aceptó someterse a una prueba de cámara, algo completamente infrecuente para un actor de sus características. Tenía frente a sí un desafío mayúsculo como el de personificar a un hombre 20 años mayor. Eligió cuidadosamente las marcas de identidad de Vito Corleone y construyó a través de ellas la caracterización más memorable de una de las grandes películas de toda la historia del cine. Francis Ford Coppola, el director de la película, siempre creyó en Brando y logró que el estudio Paramount no terminara imponiéndole otro nombre. Lo demás está a la vista. Hoy se lo identifica a Brando con Corleone más que con cualquier otro personaje de su carrera en el cine. Disponible en Netflix, Amazon Prime Video y Movistar Play.
Don Juan DeMarco (1995), de Jeremy Leven
Cuando Brando llegó a esta película, su vida era un completo misterio. Todos conocían la altura de sus grandes apariciones y su historia ilustre en el cine, pero tenía una actualidad desconocida, plagada de rumores sobre su estado de salud y su situación financiera. Por fin nos reencontramos con él en la película más amable de su última etapa. Aquí interpreta al psiquiatra de un muchacho (Johnny Depp, en excelente forma), convencido de que es la encarnación de un famoso seductor de otro tiempo, ahora despechado y deprimido por un amor no correspondido. La película rebosa de ingenuidad romántica, pero saca provecho de la buena conexión actoral entre Depp y un Brando que ya mostraba un llamativo sobrepeso. También se la recuerda por el bello baile que comparten al final Brando y Faye Dunaway. Disponible en HBO Go y Movistar Play.
The Score, un golpe maestro (2001), de Frank Oz
Estrenada en la Argentina con el título de Cuenta final, esta producción es la última aparición de Brando en el cine. Nadie lo imaginaba por entonces, porque muchos imaginaban que a pesar de los kilos de más y los problemas de salud volveríamos a encontrarlo de allí en adelante, aún esporádicamente, en la pantalla grande. Pero no hubo para Brando nada más allá que este papel de despedida en un correcto y nada original thriller sobre un minucioso robo al depósito de la Aduana de Montreal. Detrás de los verdaderos protagonistas (Robert De Niro y Edward Norton), Brando se luce en no más de tres o cuatro escenas interpretando a un coleccionista de arte que termina financiando la operación. Son suyos casi todos los aportes que enriquecen desde la comedia la trama de este thriller. Disponible en Movistar Play.
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