Aplausos para Celina Murga
Buen recibimiento para La otra orilla, la cuarta película de la directora argentina que esta vez contó con Martin Scorsese como mentor
BERLÍN.- Si se toman como parámetros los aplausos tras la función matinal para acreditados (donde suelen escasear las efusividades), la ovación recibida tras la proyección de gala en el Berlinale Palast, la buena asistencia a la conferencia de prensa (que pocas veces es masiva cuando se presenta un film latinoamericano) y las primeras reacciones positivas de los críticos, puede asegurarse que el paso de La tercera orilla , de Celina Murga, por la sección oficial de uno de los festivales más importantes del mundo ha sido más que auspicioso.
Si los atributos artísticos de este cuarto largometraje de la directora argentina son suficientes como para acceder pasado mañana a alguno de los premios dependerá de la sensibilidad del jurado, pero sus chances parecen haber crecido en una sección que no ha mostrado hasta el momento demasiadas películas extraordinarias.
La realizadora de Ana y los otros, Una semana solos y Escuela Normal disfrutó ayer cada minuto de su paso por el festival. Acompañada por su coproductor (y pareja) Juan Villegas y por el protagonista (el debutante Alián Devetac), participó no sólo de la première mundial de La tercera orilla, sino también de la conferencia (se la notó muy segura y convincente a la hora de responder a los periodistas de todo el mundo) y hasta de una mesa redonda sobre el estado del cine argentino en el marco del World Cinema Fund, ámbito de apoyo a proyectos que depende de la Berlinale.
Murga, que ya había demostrado su sensibilidad y su capacidad para observar y retratar a los adolescentes, posa por primera vez su mirada en el universo masculino, en especial en la relación padre-hijo, en los mandatos paternos dentro de una sociedad machista, conservadora y bastante hipócrita como los que se evidencian en una pequeña ciudad (buena parte del film se rodó en Concepción del Uruguay).
La película -coescrita con Gabriel Medina (director de Los paranoicos ) y con fecha de estreno en los cines argentinos para el 27 de febrero- está narrada desde el punto de vista de Nicolás, un muchacho de 17 años cuyo padre -un influyente médico del lugar interpretado con convicción por Daniel Veronese- lleva desde hace años una doble vida. En efecto, el muchacho forma parte con sus hermanos menores y su madre del sector no reconocido socialmente (el hombre mantiene también a su familia "oficial"), pero su papá ha decidido que él sea su sucesor en los negocios (que administre su campo) y en su profesión (que estudie medicina y supervise la clínica).
Nicolás casi no habla, pero en cada uno de sus gestos, en su mirada, en sus decisiones se va percibiendo con absoluta precisión la forma en que crecen el miedo, el resentimiento, la humillación, el odio y la violencia contenida hacia un hombre bastante despótico. El film expone con suma claridad, sutileza y sin juzgar a los personajes cómo esas relaciones de poder están naturalizadas y aceptadas (muchas veces con dolor y resignación) dentro del entramado social.
En diálogo con LA NACION, Murga -una directora de 40 años formada en la Universidad del Cine- habló de su fascinación por los adolescentes: "Me interesan porque son a la vez protagonistas y reflejos. Protagonistas de sus historias y de las decisiones que pueden tomar, pero también reflejan el mundo adulto que los rodea. Un mundo, especialmente en el caso de La tercera orilla, pero también en el de Una semana solos , extremadamente reglado y pautado, sin lugar para lo que sea diferente, para las individualidades".
Con respecto al trabajo con Devetac, la directora entrerriana indicó: "Estuvimos más de un año buscándolo en varias ciudades de mi provincia. Sabíamos que era un personaje difícil, que tenía que llevar adelante toda la película, ya que su punto de vista es excluyente. Alián llegó al casting acompañando a un amigo. Él es músico, toca la guitarra, el piano y canta. Cuando lo vimos sentado en la sala de espera con su mirada intensa, provocadora, pero a la vez llena de temor, lo convencimos de que entrara. Trabajamos muchos meses. Fue muy emocionante ver cómo él mismo se iba sorprendiendo con lo que era capaz de hacer y lo que provocaba en los demás".
El padrinazgo de Martin Scorsese
BERLÍN.- La tercera orilla arranca con el cartel "Martin Scorsese presenta" y, más allá del talento de Celina Murga como directora ya expuesto en todos sus films, el apoyo con nombre y apellido por parte de uno de los directores más importantes de la historia del cine no es un dato menor para la proyección internacional de su cuarto largometraje.La relación entre ambos se inició cuando el director -que por entonces filmaba La isla siniestra- se convirtió en su mentor en la prestigiosa Beca Rolex. Pero ese padrinazgo artístico no se limitó a una mera formalidad, sino que se mantuvo durante el largo proceso de la escritura del guión, a la hora de conseguir financiación internacional e incluso en la etapa de edición."Sus consejos siempre fueron concretos, muy cercanos a la experiencia. Durante la etapa de montaje -cuando le mostré un primer armado en Nueva York- elogió mucho la actuación de Alián, su mirada y también algunas ideas concretas de puesta en escena. Su participación activa fue muy valiosa para la película, pero sobre todo para mí como experiencia de vida", expresó Murga.
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