Annie: el film maldito que arruinó a sus productores y se convirtió en el gran fracaso del director John Huston
La adaptación a la pantalla grande del musical que triunfaba en Broadway fue una apuesta que no resultó como se esperaba
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Su legendaria vida ya se encontraba en retrospectiva. El inmenso John Huston acababa de estrenar en 1981 Que haya luz, un documental que –convenientemente para sus intereses- el ejercito norteamericano había archivado en 1948 impidiendo su exhibición. Era una película sobre veteranos de guerra que mixturaba imágenes a propósito de las secuelas en el frente de batalla con el “tratamiento” que recibían los antiguos camaradas de la Army Signal Post en el Mason General Hospital de Long Island. Eran jóvenes que, en lugar de la plenitud, se encontraban con graves disfunciones psiquiátricas. Con todo, pese a su brevedad de tan sólo 60 minutos, tampoco pudo exhibirse entonces la copia completa: “Falta una secuencia completa del electroshock. Una de las más aterradoras del film. Como se darán cuenta, la censura continúa”, manifestaba el realizador al momento de presentar en el Thalia, un pequeño cine de Nueva York, aquella gema del cine documental.
Huston tenía aún por cumplir uno de sus últimos sueños como director: llevar a la pantalla grande Annie, el gran éxito del musical en Broadway y sobrevivir al peso de su leyenda. La comedia musical además del éxito contaba con la aclamación crítica y siete premios Tony, su música se alzó con el Grammy y se había metido en el corazón de los norteamericanos al momento de su estreno, el 21 de abril 1977. Para el cine, Albert Finney, Carol Burnett, Bernardette Peters, Ann Reinking, Tim Curry y la pequeña Aileen Quinn (entonces de nueve años de edad), fueron los nombres del elenco que bajo las órdenes de Huston se reunió en Nueva York para recrear esa historia de éxito musical con una pequeña protagonista que era una incógnita.
En busca de la niña y su perro
Aileen se presentó a un casting de 8 mil aspirantes, en 22 ciudades de los Estados Unidos además de Toronto y Londres, de las que quedaron 2 mil; de esas se fotografiaron a las 500 más prometedoras y finalmente quedaron las 9 posibles de poder quedarse con el papel y participar en el film que marcaba el pulso de la esperanza que reinaba en los Estados Unidos al despuntar los años ‘30 luego de la sonora crisis económica del ‘29. El musical fue escrito por Thomas Meehan con música de Charles Strouse y letra de Martin Charnin, y la elección de Aileen hizo recordar cuando, con similar envergadura, se movilizó medio país para buscar a la Scarlett O’Hara perfecta para Lo que el viento se llevó entre 1400 mujeres anónimas y cerca de una docena de estrellas de Hollywood para un papel que Vivien Leigh convirtió en propio para siempre.
Annie, el musical, se basaba en uno de los cómics más famosos de todos los tiempos, Anita, la huerfanita, que había sido publicado por primera vez en Nueva York en 1924 con la pluma de Harold Gray. Se publicaba en 500 periódicos simultáneamente llegando a una media de 47 millones de lectores diarios. La famosa huelga de diarios de 1945 hizo al alcalde Fiorello La Guardia dar una jugada maestra, y así Annie se convirtió además en una serie radial que fue pionera y un éxito sensacional con su lectura en el micrófono. Esa base de leyenda sedujo a Ray Stark quien promovió en Columbia Pictures la realización de la película que tomó las canciones del disco número uno de los Estados Unidos de 1977 y 1978 añadiendo cuatro temas más y transformando varias de las melodías anteriores.
La canción “Quizás”, con la que Annie cuenta a las otras pequeñas huérfanas sobre la carta que dejaron sus padres en el orfanato asegurando su regreso es, seguramente, la mas conmovedora del film y que lleva a Annie a tratar de escapar, aunque finalmente es atrapada por la despótica directora de la institución, Miss Hannigan, rol que estelarizó la mítica Carol Burnett. Y luego, cuando concreta su huída, viene una de las grandes diferencias entre el musical y el film, al rescatar a Sandy, una mascota igual de maltratada que Annie a la que –a diferencia de la obra donde le canta “Mañana”- enuncia aquí las estrofas de otra canción: “Perro tonto”. Sandy fue “interpretado” por Bingo, un perro de seis años que tuvo mucho más protagonismo que en el musical. A partir de allí la trama también tendrá varias idas y venidas en la búsqueda incesante entre la niña y su fiel acompañante.
Un auto exclusivo y seis mil rosas
Pero una marca ciento por ciento John Huston es la selección del lujoso automóvil que llega al orfanato por indicación del millonario Oliver Warbucks. El realizador pidió que fuera absolutamente especial y el objetivo fue el Du Pont Royal del que al momento del rodaje quedaba sólo una docena de los apenas 489 que se habían fabricado en todo el mundo. El equipo pudo ubicarlo en la exhibición de Automoviles Harrah de Reno, en Nevada, donde vieron y comentaron con Huston los mil vehículos que allí se encontraban. Sibarita, culto y distinguido, la leyenda indica que Huston señaló ese auto como quien descubre un auténtico tesoro al cual sube Annie (inseparablemente acompañada de Sandy) para ir a la Mansión Warbucks, con la intención de darle al magnate la publicidad el aura de un hombre caritativo y comprensivo con los más necesitados. Pero la Mansión, en ese entonces el edificio administrativo del Monmouth College en West Long Branch, New Jersey, fue alquilado conociendo su legendaria fama acuñada desde su edificación como casa del presidente de F.W. Woolworth Co: una fabulosa residencia con 130 habitaciones, 19 baños y una arquitectura francesa que emulaba al Palacio de Versalles. Allí es donde el bueno de Sandy ayuda a capturar a los bolcheviques que planean el asesinato del millonario.
También millonario fue el costo que tuvo Warbucks cuando Annie en la historia canta “Vamos al cine” (creada especialmente para la película), y el magnate compra toda la taquilla del Radio City Music Hall. El autentico palacio de eventos fue alquilado por una semana consecutiva para poder realizar la filmación de un “típico cine de los años 30″ y culmina siendo, prácticamente, la mejor escena de la película que es un homenaje a Greta Garbo con la proyección de La dama de las camelias. El alquiler de la sala no fue el único exceso a medida de la película: para la filmación de la secuencia donde Warbucks, ya en total sintonía con Annie, la lleva a conocer al Presidente Franklin D. Roosevelt a la Casa Blanca se utilizaron los jardines de la biblioteca de la Universidad de la que había sido la mansión de los Guggenheim. Debía haber rosas, pero aún no era época y para conseguir lo que la naturaleza no brindó fueron atadas una por una 6 mil rosas a las ramas de esas plantas que aún no despuntaban los capullos.
Annie pasó dos años de producción y un rodaje que comenzó el 29 de abril de 1981 y finalizó el 4 de septiembre de ese mismo año con un costo de 35 millones de dólares. Involucró a un variopinto equipo de casi dos mil personas, y conmocionó allí adonde se trasladara el equipo, que debió lidiar con 500 curiosos que se acercaron a ver el rodaje de su secuencia final. Tal era el frenesí que despertaba Annie que fue el centro de la Convención Mundial de Ventas de Columbia Pictures que se desarrolló entre el sábado 15 y el miércoles 19 de mayo de 1982 en Nueva York; atrás quedaban títulos como Fuga para dos (Hanky Panky), dirigido por Sidney Poitier y la superproducción de Richard Attenborough Gandhi. Cinco mil personas fueron a su premiere mundial en el Radio City Music Hall en una función a beneficio del canal de televisión educativo de la comuna cuyos tickets tenían como valor mínimo 500 dólares.
Un fracaso contundente
Annie llegó a la Argentina el miércoles 8 de diciembre de 1982 a los cines Atlas, América y Gaumont. Los dos primeros exhibieron la versión original con subtítulos en inglés, en tanto en el Gaumont se exhibió una versión doblada al castellano por las voces que realizaban el musical en España. Su estreno no convocó a la crítica, que le brindó comentarios dispares; el mítico Roger Ebert (“divertida mescolanza de nostalgia”) fue quien mejor la conceptualizó, en tanto que Vincent Canby de The New York Times señaló: “Es vasta, colorida, algo vulgar, ocasionalmente aburrida y llena de talento que no aprovecha al máximo”.
Tuvo más nominaciones al Razzie -cinco, incluyendo peor film del año y el premio a la peor actriz secundaria (Ailenn Quinn)-, que al Oscar, que sólo destacó su dirección de arte y la canción original con nominaciones y ningún premio. Recaudó 5,3 millones de dólares en su estreno norteamericano y completó su carrera con un total de 57 millones de recaudación en Estados Unidos y Canadá, pero los costos de lanzamiento fueron tan altos que no significaron nada frente a una recaudación que fue, en buena medida, un revés para un producto que se creía vendido como pan caliente y arruinó a sus productores.
Annie pasó a ser el film maldito de un director legendario y una película fuera de tiempo como contemporánea de Grease (1978), Fama (1980) y Flashdance (1981), que revolucionaron la suerte del musical y fueron un impacto tan novedoso como perdurable. Con todo, su estilo decididamente old-fashioned hizo de Annie progresivamente un film de culto por una legión de seguidores que reclama el reconocimiento de su merecido sitial en lo mejor de la filmografía de uno de los más grandes directores de todos los tiempos. Pero Huston (director de El halcón maltés, El tesoro de Sierra madre, La Reina africana, Moby Dick, La noche de la Iguana, La carta del Kremlin, El honor de los Prizzi, o Desde ahora y para siempre, sólo para citar algunos ejemplos), ya no tuvo la suerte de celebrarlo o sorprenderse. Su último proyecto fue Mr. North, para el cual participó en el guion, era su productor ejecutivo y había observado para sí un pequeño papel en el reparto, pero durante el rodaje, el 28 de agosto de 1987, Huston murió mientras dormía en el pequeño departamento que había alquilado.
Mr. North llegó sin John Huston y sí con la firma de su hijo Danny en la dirección y titulada La magia de vivir, para su estreno porteño que permitía ver el potente elenco elegido Huston padre y que era encabezado por Robert Mitchum, Lauren Bacall y Anjelica Huston corporizando los personajes que presentaba la novela original Theophilus North, última gran obra de Thornton Wilder, publicada por Emecé en 1975. Huston fue jinete, borracho, boxeador y mujeriego como muchos. Y más allá de Annie, su film maldito que cumple cuarenta años de su fracaso estreno, fue un director de cine como pocos, casi como ninguno.
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