Andrea Carballo y Javier de Pietro, la chica espiada y el hacker
Una actriz decide suicidarse cuando descubre que una audición en la que no le fue del todo bien se viralizó en Internet. El disparador de Una chica invisibleparece exagerado, pero no lo es tanto porque estamos en el terreno de la comedia. La ópera prima de Francisco Bendomir, que se estrenó este jueves en la plataforma Cine.Ar (con entradas a apenas 30 pesos), está teñida de humor negro y atravesada por una serie de situaciones insólitas relacionadas con el voyeurismo, un comportamiento habitual de esta época de vidas paralelas en las redes sociales. La cosa se pondrá peor cuando descubra que un ex novio despechado contrató a un hacker para que instale cámaras ocultas en su departamento con el objetivo de espiar todos sus movimientos. La víctima de esa maniobra desleal es interpretada por Andrea Carballo, actriz argentina que vive hace diez años en España, y en la piel del hacker aparece Javier De Pietro, un actor que a los 32 años ya acumula varios papeles importantes en films independientes como Ausente y Mariposa, de Marco Berger, Como una novia sin sexo (Lucas Santa Ana) y Toda la noche (Tamae Garateguy).
Instalada en Barcelona, Carballo se hizo conocida en Argentina justamente gracias a un material viralizado: el corto Ni una sola palabra de amor, dirigido por El Niño Rodríguez en el que encarnaba a María Teresa, una mujer obsesionada con un ex cuyo discurso neurótico había sido rescatado fortuitamente de un teléfono comprado en un mercado de pulgas. Carballo también ha sido parte del elenco de la popular serie española Las chicas del cable (Netflix) y hoy reparte su tiempo entre sus trabajos como actriz y las clases de actuación frente a cámara que imparte. "Tuve que estudiar mucho el acento español para adaptarme a los personajes que me pueden aparecer acá. Fue como empezar de cero, aunque ya tenía experiencia en la Argentina -cuenta-. Igual trato de mantener un contacto fluido con mi país, así que me puso contenta que Francisco me convocara para Una chica invisible. Es una película muy divertida, llena de aventuras y hecha a pulmón. Mi personaje sueña con trabajar en comedias musicales, un mundo que tuve que explorar un poco porque en mi carrera nunca fue para ese lado".
El fanático de los musicales es en realidad Bendomir, quien asegura haber memorizado las letras de las canciones de casi todas las películas animadas del género lanzadas entre 1994 y 2001. Luego de escribir, dirigir y producir una serie web y dos cortometrajes, decidió debutar con este largo en el que también tienen papeles importantes Pablo Greco y Lola Ahumada, una niña que sorprende con su precocidad en cada escena en la que participa. También forman parte del elenco María Rosa Fugazot y Silvia Villazur.
El papá inexperto que le tocó en suerte a Javier De Pietro pasa la mayor parte del día frente a la pantalla de la computadora y le habla a su hija como si fuera una adulta. "En ese sentido fue un papel difícil -señala-. Porque por más que estemos actuando, tenía que hablarle de ese modo un poco agresivo a una nena de 12 años... Ensayamos mucho y le sacamos el jugo a esa preparación previa. Me gusta hacer personajes medio border como este. Me resulta muy divertido interpretar esos papeles, más oscuros y retorcidos. La relación con Lola durante todo el rodaje fue excelente, por suerte. Eso ayudó mucho".
Los diálogos picantes entre Daniel y Juana son una de las fortalezas más notorias de Una chica invisible. "Se arma algo muy gracioso porque ante la falta de tacto de mi personaje, ella reacciona poniéndole los puntos a su propio padre", explica De Pietro, quien conoció a Bendomir durante la realización de un corto donde el director debutante era sonidista. "Cuando recibí el guión lo leí de un tirón, me resulto muy divertido y me gusto la idea de involucrarme en algo diferente a lo que venía haciendo".
Algo parecido le pasó a Andrea Carballo: "En una primera lectura ya me había dado cuenta de que iba a ser una película divertida, linda para hacer -sostiene-, aun cuando ser víctima de un ciber acoso es una situación muy desagradable. La película equilibra bien esa situación horrible con la comedia. Me encanta el cine, es lo que más me gusta hacer y afortunadamente es el camino que más se me abrió hasta ahora. Filmé mi primera película, Cielo azul, cielo negro en 2005, cuando tenía 19 años. Recién empezaba a actuar y quedé fascinada con esa película que, además, fue dirigida por dos mujeres, Paula de Luque y Sabrina Farji. Atesoro ese recuerdo en el corazón".
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