Ana Casares, la Bardot argentina
Brilló en cine y teatro; fue una de las actrices más populares entre los años 50 y 70
Con Ana Casares, que falleció ayer, a los 77 años, como consecuencia de un problema cardíaco, desaparece una de las actrices más populares de la pantalla nacional entre las décadas del 50 y el 70. Había nacido en Polonia en 1930 como Ana Urman, y a los tres años llegó a nuestro país con su familia, escapando del flagelo de la Segunda Guerra Mundial.
Aquí se sintió atraída por el teatro y comenzó a estudiar con Heddy Crilla. Luego de debutar profesionalmente junto a Pablo Palitos, en 1952, en la obra La tía de Carlos, formó parte de las compañías de Ana Lasalle, Malisa Zini, Eva Franco y Nicolás Fregues y tuvo un pequeño papel en el film El complejo de Felipe, de Juan Carlos Thorry.
Su ascendente carrera artística hizo que se la considerara la Brigitte Bardot argentina por su gran parecido con la estrella francesa, y en 1956 el director Lucas Demare la eligió para uno de los papeles centrales de El último perro, a partir del cual se reveló como un firme valor dramático dentro de las varias actrices surgidas en aquellos años. Su rostro fotogénico fue utilizado por Leopoldo Torres Ríos en Demasiado jóvenes, Campo virgen y Aquello que amamos, labor ésta que le valió el premio a la mejor actriz de reparto.
El director español José María Forqué la invitó, en 1962, a viajar a España para intervenir en la película Accidente 703, que no llegó a rodarse, aunque Ana Casares se afincó en aquel país, donde protagonizó El diablo en vacaciones, de José María Elorrieta. Durante su estancia española desplegó una gran actividad tanto en el cine como en el teatro. En diciembre de 1968 retornó a la Argentina, continuó perfeccionándose artísticamente con Agustín Alezzo y Carlos Gandolfo y reanudó su contacto con nuestro cine a través de La vida continúa, junto a Sandro y dirigida por Emilio Vieyra, y El Pibe Cabeza, de Leopoldo Torre Nilsson. Para la televisión protagonizó Prohibido para mujeres, de Sergio de Cecco, e intervino en varias telenovelas, entre ellas la exitosa Trampa para un soñador, junto a Antonio Grimau.
El teatro la volvió a requerir para los elencos de Los chismes de las mujeres, de Carlo Goldoni; Las muchachas quemadas verdes, de Gian Paolo Callegari, y Periodistas al desnudo. Su labor escénica y fílmica se prolongó hasta mediados de 1975 y posteriormente Ana Casares se retiró de la actividad artística. Sus restos no serán velados y serán trasladados hoy, a las 10, al cementerio de La Tablada.
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