An American Pickle: el doble intento de Seth Rogen por recuperar su estatus de estrella de comedia
La película, dirigida por Brandon Trost, imagina la inesperada convivencia entre un hipster de Brooklyn con su bisabuelo, un judío ortodoxo de comienzos del siglo XX
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An American Pickle (Estados Unidos/2020). Dirección: Brandon Trost. Guion: Simon Rich. Fotografía: John Guleserian. Edición: Lisa Zeno Churgin. Música: Nami Melumad. Elenco: Seth Rogen, Sarah Snook, Molly Evensen, Eliot Glazer, Kalen Allen, Kevin O’Rourke, Sean Whalen, Geoffrey Cantor y Carol Leifer. Duración: 88 minutos. Disponible en: HBO Max. Nuestra opinión: buena.
Con elementos propios del cine de los hermanos Farrelly, del Adam Sandler de No te metas con Zohan y del Sacha Baron Cohen de la saga de Borat, esta película producida y encabezada por Seth Rogen encuentra al prolífico actor de Ligeramente embarazada, Zack y Miri hacen una porno, El avispón verde, 50/50 y Buenos vecinos como protagonista absoluto... y por partida doble.
No es la primera vez (ni será la última) que una figura interpreta a dos personajes decididamente opuestos entre sí, pero queda claro que estamos ante un proyecto concebido sobre todo para su lucimiento histriónico: por un lado, Rogen encarna a Herschel Greenbaum, un judío ortodoxo que en 1919 vive en Schlupsk, un (ficticio) país de Europa del Este; y, por otro, a Ben Greenbaum, un hipster del Brooklyn actual que se dedica -sin demasiada suerte- al diseño y programación de apps.
Entre la comedia con elementos fantásticos y la sátira política (sobre todo cuando se hacen referencias a las políticas inmigratorias de la era Trump), An American Pickle propone un viaje en el tiempo con Herschel llegando a la Nueva York contemporánea, donde conocerá a Ben, quien no es otro que... ¡su bisnieto! En principio, claro, todo es emoción y sorpresa por las muy distintas idiosincracias, estilos de vida y formaciones intelectuales (Ben, un universitario; Herschel, un hombre básico y torpe que -claro- habla en un precario inglés con acento yiddish).
Las cosas cambian por completo cuando, tras un violento incidente callejero que los lleva brevemente a la cárcel, Herschel inicia un exitoso negocio con los pickles de pepino a los que alude el título, mientras que Ben sufre constantes rechazos por parte del posible financista de una app en la que viene trabajando desde hace cinco años. Se desatará entonces en Ben una creciente ola de celos, envidias y resentimientos que lo llevarán a boicotear de todas las formas posibles la iniciativa de Herschel.
La película alterna algunos pasajes hilarantes con otros demasiados atados a las fórmulas de polos opuestos en disputa (si bien son bisabuelo y bisnieto, la dinámica es más propia de hermanos enfrentados). Hay en este guion de Simon Rich rodado por Brandon Trost (reconocido director de fotografía de films como The Diary of a Teenage Girl) algunos gags inspirados y bienvenidos momentos de sensibilidad, pero si An American Pickle trasciende ciertas limitaciones es en buena medida gracias al timing de un Rogen que busca recuperar (aquí con una producción original de HBO Max) el lugar y el estatus de estrella de la comedia
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