Carol: el amor que osa decir su nombre
Cate Blanchett y Rooney Mara hablan de Carol, la nueva película de Todd Haynes por la que ambas están nominadas al Oscar; el film retrata una delicada relación lésbica basada en la novela de Patricia Highsmith, que llegará a las salas locales el jueves
No podrían ser más distintas, pero en Carol -magnífica transposición de una controvertida y mítica novela de Patricia Highsmith sobre una historia de amor entre dos mujeres ambientada en 1952 que dirigió Todd Haynes- Cate Blanchett y Rooney Mara consiguieron una química extraordinaria, dos actuaciones prodigiosas que les valieron todo tipo de reconocimientos.
Rubia, australiana, de 46 años y con dos premios Oscar ganados por Blue Jasmine yEl aviador (también suma otras cinco nominaciones), Blanchett es una actriz consagrada, una perfecta heredera de las grandes estrellas clásicas del Hollywood clásico. Morocha, neoyorquina y de apenas 30, Mara recién suma con Carol su segunda candidatura al premio de la Academia, aunque en poco tiempo ya se dio el gusto de trabajar con directores como David Fincher (fue la Lisbeth Salander de La chica del dragón tatuado y Red social), Steven Soderbergh (Efectos colaterales) y ahora con Terrence Malick y Haynes, nada menos.
Que Blanchett y Mara estén nominadas al Oscar no fue sorpresa, ya que apenas el film se estrenó en la competencia oficial del último Festival de Cannes se comenzó a hablar de esa posibilidad. Lo que sí llamó la atención es que Mara -que ganó el premio a mejor actriz en la muestra de la Costa Azul francesa- fuese relegada al rubro de intérprete secundaria y Blanchett quedara como protagónica cuando el film está narrado desde el punto de vista del personaje más joven de Therese y tiene casi los mismos minutos en pantalla. Portación de apellidos que le dicen...
Con la prodigiosa conducción de Haynes, director de A salvo, I'm Not There (también con Blanchett, en ese caso interpretando una de las personalidades de Bob Dylan) y Lejos del paraíso, otro melodrama sobre los represivos y conservadores años 50 que guarda bastantes puntos en común con Carol, las actrices aportaron todo su potencial. "Tuvimos dos semanas de ensayos previos, algo infrecuente en este tipo de producciones independientes con presupuestos acotados. Allí se recorrió el guión en profundidad, hablamos de cada detalle, se trabajó en cómo contar una historia casi sin palabras, en aprovechar cada milímetro del cuerpo para expresar sentimientos. Es una película de gestos, miradas y cuerpos. Para mí fue un lujo ver cómo Cate y Todd desmenuzaban la película y la volvían a rearmar", indicó Mara a LA NACION en la presentación del film en Cannes.
Pero si la película de Haynes ha tenido desde entonces un camino de éxito de crítica, público y premios, el del libro original resultó completamente distinto, ya que fue rechazado por sus editores debido a su temática lésbica (y con un final feliz que era inconcebible en aquellos tiempos de discriminación a las minorías sexuales). Finalmente se publicó en 1952 con otro título (El precio de la sal) y firmado con el seudónimo de Claire Morgan. Si bien fue un suceso de ventas entre la comunidad gay de la época, no se hicieron reimpresiones. Recién en 1989 se editó como Carol y con el verdadero nombre de su autora, quien escribió un prólogo para explicar los hechos.
Retrato de una época
La historia, ambientada en la Nueva York de principios de los años 50, describe los distintos estilos de vida de Therese Belivet, empleada del sector de juguetería de un shopping de Manhattan, y de Carol Aird, una distinguida mujer de clase alta y madre de una pequeña niña, pero inmersa en un matrimonio que aborrece. Cuando el marido (Kyle Chandler) sospecha de la relación entre ellas, contrata a un detective privado y, con las pruebas en la mano, inicia un ataque judicial para quedarse con la custodia de la hija y desacreditar a su esposa, mientras las dos amantes se lanzan juntas a la carretera.
Blanchett, madre de cuatro hijos (uno adoptado), agitó las aguas de Cannes cuando poco antes del festival había hablado de su sexualidad: "Me preguntaron si había tenido relaciones con mujeres y dije que sí. ¿Sexuales? No. Pero esa segunda parte parece que nunca llegó a imprimirse. De todas formas, en pleno 2015, ¿a quién puede importarle?"
Las fuertes escenas eróticas entre Blanchett y Mara tampoco escaparon de la opinión de las actrices: "Con tantos desnudos es como volver a ser un bebe y que todos te miren sin ropa (risas). Es un poco incómodo, pero para mí fue igual que hacer una escena con un hombre, tengo mucho respeto y admiración por Rooney". Mara, en cambio, fue mucho más directa: "Yo aparezco desnuda muy seguido en pantalla, así que no fue nada raro para mí. Me interesan mucho los personajes femeninos que entran en contacto con su sexualidad sin prejuicios y sin miedos, de una forma liberadora".
Ambas coinciden en que contaron con tan buen material previo que se les hizo más sencillo el proceso de composición de sus personajes. "Además del excelente guión de Phyllis Nagy, estaba la novela autobiográfica de Patricia Highsmith, las múltiples referencias estéticas y la bellísima música que seleccionó Haynes. Todo eso fue una ayuda invalorable para comprender la época, los lugares y los conflictos emocionales por los que atraviesa Therese, una joven marcada por la soledad y la orfandad, que encuentra en Carol un modelo, una figura femenina para admirar", explicó Mara.
"Leí todas las novelas eróticas de esa época para entender a la comunidad lésbica, su aislamiento, su atmósfera. En ese sentido, el trabajo con Haynes fue un regalo por lo generoso y colaborativo. Cuando actuás para directores como Todd, Martin Scorsese o David Fincher tenés que dar todo y estar preparada para entrar en sus mundos y entregarte por completo. Además, en el rodaje teníamos tan poco tiempo que en muchos casos hicimos una única toma", agregó Blanchett, quien por estos días también prepara su debut en Broadway.
De todas maneras, la experiencia no fue fácil para Mara: "Por más que parezca un cliché, me resultó muy difícil verme en pantalla en medio de la presión de Cannes. Pero, aunque odié muchos aspectos de mi trabajo, pude sumergirme en la historia. Y el final, que me parecía anticlimático cuando lo filmamos, funciona de manera extraordinaria. Todo es mérito de Todd Haynes, alguien que puede ver cosas que a una se le escapan por completo. Un auténtico genio del cine".
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