Alfred Hitchcock y el acoso a Tippi Hedren por el que hoy sería juzgado
La escena puede pasar desapercibida: hay tantas tomas de ataques de animales a personas en el cine que el pacto entre el espectador y la pantalla es inquebrantable. En Tiburón, por ejemplo, en Animales salvajes, Anaconda, Piraña... Se sabe y se da por cierto que la mayoría de esas tomas fueron hechas con dobles y/o con efectos especiales. El espectador asume que eso que ve es parte del pacto implícito: nada es real.
Entonces al pensar en la escena de Tippi Hedren en Los pájaros (1963), uno a priori no se imagina que hubo 120 horas de hostigamiento y que Alfred Hitchcock , en su condición de director, hizo entrar durante 5 días seguidos a la modelo en una habitación donde una decena de pájaros reales la atacaba directamente. No hubo efectos especiales, no hubo dobles. Tippi abría la puerta y la bandada iba directo hacia ella. Había cuervos, gaviotas y palomas que terminaban tirándola al suelo. Del otro lado, el director desde su silla giraba su dedo para pedir que se rodara otra vez. Y se repetía todo de nuevo. Tippi tenía sangre y excremento en la cara, en sus brazos y hasta en su ropa, que había sido picoteada por las aves. Se paraba y volvía a entrar. Tenía, por idea de Hitch, todo su cuerpo cubierto de cintas de gomas para sujetar las patas de los pájaros. Incluso la actriz casi perdió un ojo a raíz de uno de los ataques."Uno de los pájaros que estaba atado a mí, saltó de mi hombro a mi cara y me arañó el párpado inferior", relata la actriz en su libro de memorias . Al observar desde afuera, el resto (técnicos, ayudantes de dirección, productores, adiestradores de aves) intentaba aminorar la tensión en el set, pero ella siguió hasta que por fin llegó la orden de "corten" y el genio quedó a gusto con la escena. Esa, que puede verse a la hora y 43 minutos del film, donde la actriz abre la puerta del ático y queda casi 3 minutos a merced de las aves. Esos 3 minutos, como si se tratase de El día de la marmota, Tippi tuvo que interpretarlos al menos en 45 oportunidades. La sangre no es de mentira, las heridas, tampoco lo son. ¿Se trató de método o ensañamiento?
Fue justamente la actriz quien se animó a contar su versión, la misma que había podido verse en el film de HBO The girl (2012). En Tippi: A Memoir (2016), la madre de Melanie Griffith, hoy de 88 años, recuerda ese momento y dice que fue "horrible". Además explica que el director le había prometido que el ataque sería con pájaros mecánicos y que ella se enteró de que se usarían aves verdaderas minutos antes de que comenzara el rodaje, cuando Tom Brown, el asistente de dirección, entró a su camarín y le dio la noticia sin poder mirarla a los ojos. "Fue brutal, feo, implacable", agrega, quien años después volvería a protagonizar un film donde sería atacada por animales. En Roar, tanto ella como su marido, el director Noel Marshall, su hija Melanie y casi 70 integrantes de la producción sufrieron heridas hechas por leones durante el rodaje.
Al escuchar el "corten", Tippi corrió fuera de los estudios, se fue a su casa y se refugió en su hija de seis años. Le dieron una semana de licencia para que se recuperara del trauma, algo que Hitchcock cuestionó. Ante la crítica del director, el médico le contestó: "¿Estás tratando de matarla?". Tippi descansó en su hogar e incluso empezó un tratamiento psicológico por surmenage. No podía sacarse la imagen de las aves de la cabeza y siguió soñando que la atacaban pájaros con frecuencia.
Hitchcock era, según los críticos de su época, una persona obsesiva y perfeccionista. Por eso sus películas alcanzaban el nivel de detalle y suspense que aún hoy nadie pudo equiparar. Claro que detrás de este genio también hubo un demonio. Y que de haber sucedido en estos tiempos, no habría salido ileso tras conocerse los vericuetos de su polémica relación con la rubia, de orígenes suecos, quien en más de una oportunidad aseguró que Alfred Hitchcock la "agredió sexualmente". En su momento no lo denunció porque no existía la palabra "acoso", tal y como se conoce hoy, y consideró que la gente elegiría creerle a él más que a ella. "Arruinó mi carrera, pero no mi vida", dijo la actriz en relación a su vínculo con el director. No es el único de los "genios" del séptimo arte que ha sido cuestionado: Woody Allen, quien se terminó casando con una de las hijas que había adoptado con Mia Farrow, Soon-Yi Previn, ha sido acusado por Dylan Farrow -otra de sus hijas adoptivas- de haber abusado de ella cuando era una niña así como Roman Polanski, que fue denunciado por haber violado a Samantha Geimer cuando ella tenía 13 años, en la casa de Jack Nicholson, entre otras acusaciones. No es causal que estos casos hoy suenen con más fuerza, aunque no es fácil separar al genio de la persona. Muchos disculpan sus perversiones por su talento, algo que en tiempos donde las mujeres han levantado su voz y se han unido contra los abusos sexuales y de poder debería tomar otra dimensión, al menos con los "genios" que aún siguen vivos.
Al conocer las denuncias de acoso contra Harvey Weinstein, Hedren no se quedó callada."Estoy viendo toda la cobertura mediática del asunto Weinstein. Ni esto es nuevo ni se limita a la industria del entretenimiento. Yo he tratado con el acoso sexual durante toda mi carrera como modelo y actriz. Hitchcock no fue el primero. Sin embargo, no estaba dispuesta a aguantarlo más tiempo, así que me alejé de ese mundo sin mirar atrás. Hitch dijo que podría arruinar mi carrera si contaba lo que me hizo. De esto hace 50 años, pero es el momento de que las mujeres empiecen a ponerse en pie por ellas mismas como ha pasado con el caso Weinstein. ¡Bien por ellas!", expresó la octogenaria en un tuit.
pic.twitter.com/cgyYTZtpaN&— Tippi Hedren (@Tippi_Hedren) 11 de octubre de 2017
La única de las rubias que denunció a Hitch fue Tippi. Él había tenido varias musas: Madeleine Carroll, en Los 39 escalones (1935) -a quien habría esposado para una escena y luego, con la excusa de que no encontraba las llaves, la mantuvo en ese estado durante horas-. Ingrid Bergman -de quien se enamoró, pero eso derivó en una gran amistad-, en Recuerda (1945). Grace Kelly, su preferida, en La ventana indiscreta (1954) y Atrapa a un ladrón (1955), Kim Novak, en Vértigo (1958) -con quien tuvo varios problemas porque era "indomable" y "demasiado sensual"-, y Janeth Leigh, en Psicosis (1960) -quien aseguran se negó a aparecer desnuda en el film. Pero su rubia debilidad sería por siempre Grace, a quien tuvo que ver partir para convertirse en la princesa de Mónaco. "Creo que las mujeres más interesantes, sexualmente hablando, son las mujeres británicas. Las mujeres inglesas, las suecas, las alemanas del norte y las escandinavas son más interesantes que las latinas, las italianas o las francesas. El sexo no debe ostentarse. Una mujer inglesa, con su aspecto de institutriz, es capaz de montar en un taxi con usted y, ante su sorpresa, desabrocharle la bragueta", había dicho el director a su colega y amigo François Truffaut, en su libro El cine según Hitchcock.
También decía sobre la elección de Kelly: "Cuando abordo cuestiones sexuales en la pantalla, no olvido que, también ahí, el suspense lo es todo. Si el sexo es demasiado llamativo y evidente, no hay suspense. ¿Por qué razón elijo actrices rubias y sofisticadas? Busco mujeres de mundo, verdaderas damas que se transformarán en prostitutas en el dormitorio. La pobre Marilyn tenía el sexo inscrito en todos los rasgos de su persona, como Brigitte Bardot, lo que no resulta muy delicado".
Aunque la ironía era uno de los rasgos distintivos del genio, estas frases tampoco serían bien recibidas en la actualidad.
El descubrimiento
Después de mucho buscar, Hitch encontró a su nueva musa: la heredera del trono que Grace Kelly había dejado libre. Estaba con Alma Revill, su mujer y socia, en casa cuando la vieron a Tippi, con 31 años, en pantalla. Se trataba de una publicidad de una bebida dietética y al verla entendió que era ella la actriz que andaba buscando. No le importó que no tuviera experiencia en cine y que fuera solo una modelo. Le dio un trato especial como si se tratase de una estrella ya consagrada: su propio camarín. Los primeros meses fueron de total entendimiento: él la guiaba, ella aprendía. Ella tomaba de él todas sus recomendaciones, desde como vestir y qué vino tomar en cada ocasión hasta el tamaño de perlas que tenía que lucir. Era su nueva Grace y la quería moldear a su antojo.
En esos tiempos los contratos era distintos y los estudios y el director tenían más importancia que la figura. Eran comunes entonces las relaciones de poder en donde el realizador se imponía sobre las actores -sobre todo actrices- que estaban arrancando. No era de esperarse que una actriz se levantara contra el director, sino más bien todo lo contrario. Algo de lo que ya había hablado Hegel en La diálectica del amo y el esclavo. El alemán pensaba que el sujeto -el amo- se constituía cuando el objeto - el esclavo- aceptaba su condición.
Tippi firmó un contrato de exclusividad por cinco años con el director, quien también le daba clases de actuación. Se había instalado en Los Ángeles, luego de divorciarse de Peter Griffith. La rubia y Hitch se hacían día a día más compinches, aunque la actitud del director cambiaba cuando ella hablaba o se acercaba a algún otro hombre del equipo (especialmente a Rod Taylor, coprotagonista en Los pájaros, y, más tarde, a Sean Connery, su compañero en Marnie). El realizador se tornaba "frío" y de "malhumor" y la miraba fijo, aunque estuviera del otro lado del set. Llegó a prohibirles cualquier acercamiento corporal: nadie podía tocar a su musa. Solo él, pero ella no se lo permitiría.
Cuando Tippi dijo ¡no! (#noesno)
El momento en que el vínculo se convertiría en otra cosa sería en la mitad del rodaje. El hecho que causó el declive sucedió cuando Tippi y Hitch estaban en una limusina volviendo de hacer una toma. Fue ahí cuando intempestivamente el director se abalanzó sobre la actriz y comenzó a besarla. Hedren salió como expulsada del auto y se refugió en su habitación. "Fue un momento terrible, terrible, pero no se lo dije a nadie porque en los 60 no existían el ‘acoso sexual’ ni el ‘acecho’ como términos legales. Además, ¿quién de los dos tenía más valor para el estudio, él o yo?", dice en su libro.
Desde ese día, comenzó el hostigamiento.
Antes, Hitch forazaría una escena en la que un pájaro mecánico rompía el vidrio de una cabina telefónica, donde estaba Tippi, y ella saldría lastimada. El director ni se inmutaría. Ella lo sentía como una venganza por el rechazo. Según cuenta la actriz en su autobiografía, un día Hitch le contaba que había tenido una erección dirigiendo una escena de Cary Grant con Grace Kelly y, al día siguiente, aparecía en su casa pidiéndole que lo tocara. Además denuncia que el director fue muchas veces "sexual" y "perverso".
Un final que no fue
Cuando terminó la presentación del film, que representaría un gran éxito para ambos, Tippi no pudo escapar de las garras del genio: tenía un contrato. Siguió Marnie, la ladrona (1964), donde el acoso de Hitchcock se haría más y más intenso y hasta ordenaría que instalen una puerta secreta que conectaba su oficina con el camarín de su musa. No conforme con eso le pediría al departamento de maquillaje que le hiciera una máscara del rostro de la rubia para tenerla con él. Fue durante ese rodaje cuando volvió a atacarla: puso sus manos sobre ella de forma "violenta" y Tippi se resistió. Pero al encontrarse con su negativa, su crueldad recrudecía. "Cuanto más me enfrentaba a él, más agresivo se volvía", asegura la actriz en su libro de memorias.
Era tal el ensañamiento que tenía Hitch que su mujer llegó a visitar a Hedren para pedirle perdón y comprensión. La actriz a cambio le reclamó que por favor hiciera algo porque era ella la única que lo podía frenar. Dicen que el cineasta y Alma tenían una sociedad creativa, pero no intimaban. El ensayista Donald Spoto fue aún más lejos y afirmó que solo habían estado juntos una vez -cuando concibieron a Patricia, la única heredera- y que sucedió un año después de casarse.
En El lado oscuro del genio, Spoto agregó más datos sobre esta relación enfermiza, en la que el genio se iba obsesionando cada día un poco más con su musa. Es justamente en ese libro donde cuenta que hay una escena en Marnie, la ladrona que no estaba en el guion y fue agregada por el director. En la misma, la protagonista es violada la noche de bodas por su marido. Algo que quien estaba detrás del libreto, Evan Hunter, no quiso añadir. Motivo por el cual se quedó sin trabajo. Aunque eso no le sacaría al sádico realizador el placer de haber hecho carne su realidad, aunque fuera solo en la ficción y él no fuera el protagonista.
Más tarde Hedren no dudó en llamarlo "cerdo gordo" cuando le negó el permiso de viajar a Nueva York para hacer una entrevista. Algo que gritó delante de todo el equipo y que la convertiría en "esa chica". Había perdido su nombre.
El final
A pesar del contrato, después del segundo film, Hedren no quiso volver a trabajar con Hitchcock ni ponerse otra vez bajo sus órdenes. Y durante los años que duraría ese contrato no podría trabajar en ninguna otra película, lo que complicaría su carrera. A pesar de haber trabajado en 52 films más, la actriz reconoció que nada estuvo a la altura de su paso por el mundo del genio del suspense, que murió en 1980.
En Las damas de Hitchcock, Spoto resume cuál sería la realidad de Hitch hoy: "Si Hitchcock viviera hoy en día sería denunciado por acoso sexual". Sin duda, las denuncias contra Weinstein cambiaron las reglas del juego de acá para adelante, pero hay un dilema que sigue vigente: ¿qué pasa con la obra de estos "genios"?
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